Colgando de un hilo

Dorothy Parker

Fragmento

cap-2

Una llamada telefónica

imagenor favor, Dios mío, haz que me telefonee ahora. Oh, Dios, que me llame. No te pediré nada más, te lo prometo. Me parece que no es pedir demasiado. Te costaría tan poco, Dios mío, concederme esta pequeñez... Que me telefonee ahora mismo, nada más. Por favor, Dios mío, por favor, te lo ruego.

Si no pensara en ello, tal vez sonaría el teléfono, como sucede a veces. Si pudiera pensar en otra cosa, lo que fuera. Quizá si contara hasta quinientos de cinco en cinco, el timbre sonaría cuando terminara. Contaré lentamente, no quiero hacer trampa, y si suena cuando llegue a trescientos no pararé; no responderé hasta llegar a quinientos. Cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, treinta, treinta y cinco, cuarenta, cuarenta y cinco, cincuenta... Por favor, que suene, por favor.

01_Spritz.tif

Esta es la última vez que miro el reloj. No volveré a hacerlo. Son las siete y diez. Él dijo que me llamaría a las cinco. «Te llamaré a las cinco, cariño.» Creo que me llamó «cariño» al decirme eso. Casi estoy segura de que lo dijo entonces. Sé que me ha llamado «cariño» dos veces, y la ocasión anterior fue cuando me dijo adiós. «Adiós, cariño.» Estaba ocupado y no podía decirme gran cosa desde la oficina, pero me ha llamado «cariño» dos veces. No puede haberle importado que yo le llamara. Ya sé que no debería telefonearles una y otra vez... Sé que no les gusta. Cuando haces eso, saben que estás pensando en ellos, que los deseas, y eso hace que te aborrezcan. Pero no había hablado con él en los tres últimos días..., ni una palabra en tres días. Y lo único que he hecho ha sido preguntarle cómo estaba. Nada más, cualquiera podría preguntarle lo mismo. No puede haberle molestado esa llamada, no puede haberme considerado un incordio. «No, por supuesto que no», me dijo, y añadió que me telefonearía. No tenía necesidad de decir eso. No se lo pedí, de veras. Estoy segura de que no se lo pedí. No creo que dijera que me llamaría sin intención de hacerlo. Por favor, Dios mío, no le dejes hacer eso. No, por favor.

«Te llamaré a las cinco, cariño.» «Adiós, cariño.» Estaba atareado, tenía prisa, había gente a su alrededor, pero me llamó «cariño» dos veces. Eso es mío, solo mío, lo tengo, aunque nunca vuelva a verle. Sí, pero es tan poca cosa... No es suficiente. Si no vuelvo a verle, nada será suficiente. Por favor, Dios mío, permite que vuelva a verle, te lo ruego. Le quiero tanto, tanto... Sé bueno, Dios mío, procuraré ser mejor, lo seré, si me permites verle de nuevo, si haces que me telefonee. Oh, Señor, haz que me llame ahora.

No le restes importancia a mi plegaria, Dios mío. Estás sentado ahí arriba, tan blanco y tan viejo, con todos los ángeles a tu alrededor y las estrellas deslizándose a tu lado... y yo te importuno con una plegaria acerca de una llamada telefónica. No te rías, Dios mío. Mira, no sabes lo que se siente. Estás tan seguro en tu trono, con el azul del cielo girando alrededor, y nada puede alcanzarte, nadie puede estrujarte el corazón en sus manos. Esto es sufrimiento, Señor, es un sufrimiento terrible. ¿No me ayudarás? Te lo pido por tu propio Hijo, Señor, ayúdame. Dijiste que harías cualquier cosa que se te pidiera en su nombre. ¡Oh, Dios mío, en nombre de tu único Hijo bienamado, Jesucristo, nuestro Salvador, haz que ese hombre me telefonee ahora!

Esto debe terminar, no debo comportarme así. Un hombre joven le dice a una chica que la llamará, pero luego sucede algo que se lo impide. No es tan terrible, ¿verdad? Es algo que ocurre en todo el mundo, en este mismo instante. Pero ¿qué me importa a mí lo que suceda en todo el mundo? ¿Por qué no ha de sonar este teléfono? ¿Por qué no, a ver, por qué no puedes sonar? Por favor, hazlo de una vez, feo, reluciente y condenado trasto. Unos timbrazos no van a hacerte daño, ¿o sí? Maldito seas, arrancaré tus asquerosas raíces de la pared, romperé tu presumida y negra cara en mil pedazos. Vete al infierno.

No, no, no. Ya está bien. Tengo que pensar en otra cosa. Eso es lo que haré. Llevaré el reloj a la otra habitación y así no podré mirarlo. Si es inevitable que lo mire, entonces tendré que levantarme e ir al dormitorio, y así tendré algo que hacer. Es posible que él me llame antes de que vuelva a mirar la hora. Si me llama, seré muy dulce con él. Si dice que esta noche no podemos vernos, le diré: «No te preocupes, querido. De veras, puedes estar tranquilo, lo comprendo». Será como cuando nos conocimos, y así quizá vuelva a gustarle. Al principio siempre era dulce. ¡Ah, es tan fácil ser dulce con una persona antes de que la quieras!

17_Cables9.tif

Creo que todavía debo de gustarle un poco. Hoy no me habría dicho «cariño» en dos ocasiones si aún no le gustara un poco. Si todavía le gusto un poco, no está todo perdido, aunque solo sea muy poco, una pizca. Mira, Señor, si intercedes para que me telefonee, no te pediré nada más. Seré dulce y alegre con él, seré como antes, y entonces él volverá a quererme. Nunca tendré que pedirte nada más. ¿No te das cuenta, Señor? ¿Verdad que harás que me telefonee? ¿No me harás ese favor?

¿Me estás castigando porque he sido mala, Señor? ¿Estás enfadado conmigo porque hice aquello? Pero hay tanta gente mala... No puedes ser duro solo conmigo. Y lo que hice no fue tan malo, no pudo serlo. No hicimos daño a nadie, Señor. Las acciones solo son malas cuando perjudican a otros. Nosotros no hicimos daño a nadie, y lo sabes. Sabes que lo nuestro no fue malo, ¿no es cierto, Señor? ¿Harás que me telefonee ahora?

Si no me telefonea, sabré que Dios está enfadado conmigo. Contaré hasta quinientos de cinco en cinco, y si cuando termine no me ha llamado sabré que Dios no va a ayudarme, que no lo hará nunca más. Esa será la señal. Cinco, diez, quince, veinte, veinticinco, treinta, treinta y cinco, cuarenta, cuarenta y cinco, cincuenta, cincuenta y cinco... Lo que hicimos fue malo. Sabía que lo era. De acuerdo, Señor, envíame al infierno. Crees que me estás asustando con tu infierno, ¿verdad? Crees que tu infierno es peor que el mío.

17_Cables9.tif

No debo. No debo hacer esto. A lo mejor retrasa un poco su llamada... Eso no es motivo para que me ponga histérica. Quizá no llame..., puede que venga aquí directamente sin telefonear. Se enojará si ve que he estado llorando. No les gusta que llores. Él no llora nunca. Ojalá pudiera hacerle llorar. Ojalá pudiera hacerle llorar y pasear de un lado a otro de la sala y sentir una opresión en el pecho, una herida enconada en el corazón. Ojalá pudiera causarle una herida así.

Él no desea eso. Me temo que ni siquiera sabe lo que siento. Ojalá pudiera saberlo sin que yo se lo dijera. No les gusta que les digas que te han hecho llorar, que eres desgraciada por su culpa. Si les dices eso, piensan que eres posesiva y cargante. Y entonces te aborrecen. Te detestan cuando les dices lo que realmente piensas. Siempre tienes que hacer un poco de comedia. Creí que en nuestro caso no era necesario, pensé qu

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos