«El celo», de Sabina Urraca: soltar a la perra
Todo mapa es una representación del mundo que refleja la visión de quien lo dibuja, y el Mapa de las Lenguas no tiene fronteras ni capitales: nueve libros, un año y un territorio común para la literatura de veintiún países que comparten un idioma con tantas voces y lenguas como hablantes. Invitados por LENGUA, los autores de la edición de 2025 exponen su geografía literaria y explican cómo ésta encaja en esta colección panhispánica global que presenta la mejor literatura en español. Aquí, Sabina Urraca escribe sobre «El celo» (Alfaguara).
Por Sabina Urraca

Sabina Urraca. Crédito: Choche Hurtado.
El primer territorio fue un metro alrededor de mí del que mi perra no podía escaparse. El dolor de atarla en corto, de contener su celo. Intentar que no perdiese la vida cruzando calles, llamada por la fragancia intoxicante del sexo. En aquellos días abrí mi cuaderno y escribí: ¿Cuántas veces atravesamos autopistas sin mirar a los lados, dejándonos atropellar, hipnotizados por fuerzas animales que nos dominan?
Esa fue la cruz inicial en el mapa. Empezaron a dibujarse dos personajes: la Humana y la Perra, poniendo frente a frente el celo animal y el celo humano. Dos animales a rastras con sus cuerpos. Y la escatología como escritura del cuerpo: el organismo enviándonos cartas desde la oscuridad y el misterio que envuelve sus órganos. Escribí en una página de mi cuaderno: ¿Cómo se puede rebelar un cuerpo? ¿Cómo se puede revelar un cuerpo?
La Humana había vivido violencias que hacían que el espacio de peligro fuese absolutamente todo. Porque, en el mejor de los casos, se puede escapar de alguien que agrede, que ataca, que aplasta. Pasé a la siguiente página de mi cuaderno y escribí: ¿Pero cómo se huye de una maldición lanzada por un amor a quien le hemos dado todo el poder? ¿Cómo se escapa de un conjuro, invisible, inasible, filtrándose en un territorio que en un momento creíste tuyo?
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Supe desde el principio que El celo era una novela sobre un personaje perseguido por una maldición. Me interesaba esa capacidad anuladora, más cercana a una magia oscura que a un fenómeno psicológico explicable. Más tarde otras cosas fueron cobrando significado dentro de la historia: los cuentos, cómo nos narran y cómo nos narramos la vida.
Horacio Castellanos, a quien tuve la suerte de tener como profesor en Iowa, terminó de cerrar el círculo. Mi protagonista observaba a su perra orinar en la acera y tomaba el testigo: hacía pis delimitando su territorio, cobijándose en esa posibilidad animal de protección ante la maldición de su ex pareja. Horacio me dijo: «¿Pero sabes que los perros no marcan territorio? Lo que hacen es dejarse mensajes. ¡Escriben!». En ese momento, empecé a observar con detenimiento el comportamiento literario perruno, ese volver sobre lo meado (releyéndose), ese repasar el pis de otros durante minutos (una frase que cuesta descifrar), ese insistir, meando sobre el propio orín (editar el relato, corregir).
Escribí El celo en el móvil, andando por la calle, con el dictado de voz. En el metro. Escribí escenas sueltas en mis diarios, en el parque, mientras mi perra olisqueaba a lo lejos y los dueños de los perros me hablaban, regalándome frases y momentos que se iban filtrando en el espacio del libro Escribí en fiestas, en el vestuario de la piscina. Al final del proceso, me encerré en casa horas y horas por delante, un día tras otro. Un encierro feliz en el que sólo vivíamos mis personajes y yo.
Termino de escribir esto con el brazo apoyado en el lomo tibio de mi amiga más querida. Analfabeta, peluda, ignorante de que todo esto nació por ella. Ese lomo suave contiene en realidad el mapa completo.
Mapa de las Lenguas surge de la voluntad de querer pensar la literatura como un territorio común hecho de voces propias, fundamentada en el carácter universal del idioma que compartimos. En 2015 se inauguró en España con el fin de dar a conocer al lector español el enorme hervidero de talento latinoamericano. Entre 2016 y 2017, Colombia, Argentina, Chile, Uruguay y México se sumaron a este proyecto, creando cada uno de ellos un catálogo local, en el que fueron incorporando voces literarias provenientes del resto de territorios, y posteriormente también se unieron Perú y Estados Unidos. Hoy, muchos de estos autores han tenido múltiples reconocimientos y traducciones a otros idiomas, y el Mapa de las Lenguas se ha constituido como una ventana a la que se asoma el panorama literario internacional para conocer la mejor literatura en español.
Mapa de las Lenguas se consolidó en 2021 como un proyecto panhispánico global muy ambicioso para que nuestros libros sigan viajando. En 2025, a partir de una lista única de 9 autores que han tenido recientemente la relevancia y el reconocimiento en sus países de origen, se establece una fecha de publicación simultánea, una estrategia y gráfica comunes, y un trabajo coordinado de promoción entre todas las casas, que suman fuerzas desde lo local para situar a estos autores en «el mapa»: en la conversación internacional.
La selección de autores de Mapa de las Lenguas de 2025 abarca desde voces emergentes, como las de Pedro Carlos Lemus, Uri Bleier o Karina Sosa, hasta autores consagrados con una larga trayectoria que han recibido premios prestigiosos en sus países o han sido reconocidos por la crítica, como Karina Pacheco, Premio Nacional de Literatura en Perú; Luciano Lamberti, Premio Clarín de Novela 2023; Sabina Urraca, «una de las más originales y dotadas escritoras españolas actuales» (Zenda); o Miqui Otero, Premio Ojo Crítico de Narrativa.
Si bien el género que predomina entre los títulos elegidos es la novela, este año también se ha incluido un libro de cuentos (Niños de pájaro azul, de Karina Pacheco) y otro de periodismo narrativo (El humo, la patria o la tumba, de Emiliano Zecca). Desde la ficción más pura hasta la autoficción, estos libros exploran temas tan diversos como el cuerpo, la violencia, la familia, el amor, la enfermedad o el paso del tiempo.
Gracias a todos ellos por seguir reinventando y transformando el mapa cultural del español, enriqueciendo así el patrimonio de todos sus hablantes.

