Sergio del Molino: de qué escribo cuando escribo de la piel
Todo mapa es una representación del mundo que refleja la visión de quien lo dibuja, y el Mapa de las Lenguas no tiene fronteras ni capitales: trece libros, un año y un territorio común para la literatura de veintiún países que comparten un idioma con tantas voces y lenguas como hablantes. Invitados por LENGUA, los autores de esta edición exponen su geografía literaria. Aquí, Sergio del Molino sobre «La piel».
Crédito: Patricia J. Garcinuño.
La piel es la frontera de nuestro cuerpo. Lo que nos relaciona y nos separa de los demás. Hablamos a través de la piel: cuando la tatuamos, la enseñamos o la bronceamos. También la hacemos enmudecer con la ropa, porque sentimos vergüenza o porque nos obligan a taparnos. La piel explica las relaciones sociales y de poder, revela infinidad de secretos e indicios acerca de cómo somos. Cuando enferma, nos convierte en monstruos.
Hace mucho tiempo que sufro una enfermedad grave de la piel. Durante años no le presté atención, viví como si no la sufriera, escondiéndola y hablando de ella como una fatalidad sin importancia que no merecía comentarios ni reflexiones. Al mismo tiempo, me fui cruzando con escritores y personajes históricos que padecían mi misma enfermedad sin que sus biógrafos parecieran darle importancia. Yo subrayaba los pasajes donde se mencionaba y acumulaba toda la información posible para descubrir en qué medida la mala piel explicaba al personaje. ¿Habría sido Stalin tan siniestro de haber tenido una piel perfecta? ¿Nabokov se habría obsesionado por la sensualidad si no hubiese pensado alguna vez en suicidarse para acabar con el sufrimiento de su piel? Me di cuenta de que los biógrafos mentían o pasaban de largo por un hecho importantísimo: la psoriasis grave condicionaba la personalidad de todos ellos. Por tanto, también, debía de condicionar la mía. Estudiando sus vidas, me di cuenta de que la mía también habría sido muy diferente si mi piel estuviese sana. Miraría a los demás de otro modo, sentiría el mundo de otra forma, me mostraría con otra apariencia y no sentiría ese impulso misántropo ni marcaría distancias con los otros. Mi literatura, en fin, sería otra.
En La piel hablo como uno de esos monstruos e intento explicarme a través de una serie de esos monstruos relevantes en la historia y en la literatura. Sus vidas y la mía se cruzan como en el huso de una hilandera, revelando que lo esencial está a la vista, despreciado o ridiculizado por casi todos. Todo lo que somos aparece en lo que vemos. Parte del libro se compone como una galería de personajes en la que yo mismo me incluyo, mediante la cual me adentro en el misterio de la piel, sacándolo de los equívocos de la poesía y la jerga de la dermatología. Escribo de esa piel que ahora mismo, tras la peste que nos ha caído encima, se ha convertido en un desierto, yerma de tacto y de afecto.
La piel es un libro que habla de tocar y del miedo a ser tocado, de cómo lo que para unos es bandera y orgullo para otros puede ser una marca de oprobio. La piel habla de nosotros cuando no hablamos con palabras.
Este año, en un mundo que está cerrando sus fronteras, asomarnos a otros territorios a través de la palabra cobra más relevancia que nunca. Mapa de las Lenguas es una colección panhispánica global que presenta la mejor literatura de veintiún países que comparten el idioma. Pero es, sobre todo, un itinerario de viaje por trece de los libros que el año pasado tuvieron mayor trascendencia en su país de origen y que, a lo largo del 2021, recorrerán el resto del ámbito del español.
Adentrarse en la obra de estas trece voces es transitar un territorio físico, tangible, pero también un espacio moral, intelectual, anímico, político y sociocultural. La lectura de un autor contemporáneo de cualquier país de habla hispana es una ventana a una forma de expresarse y escribir en español, pero también un modo de tomarle la temperatura a las preocupaciones y los anhelos de cada uno de esos lugares.