Las leyes del poder

Brian Tracy

Fragmento

Índice

Índice

  1. Las leyes del poder
  2. Prólogo
  3. Capítulo 1. Las leyes del éxito
  4. Capítulo 2. Las leyes del logro
  5. Capítulo 3. Las leyes de la felicidad
  6. Capítulo 4. Las leyes de las relaciones
  7. Capítulo 5. Las leyes de la economía
  8. Capítulo 6. Las leyes de la negociación
  9. Capítulo 7. Las leyes del dinero
  10. Capítulo 8. Las leyes de la generación de riqueza
  11. Capítulo 9. Las leyes de las ventas
  12. Capítulo 10. Las leyes de los negocios
  13. Capítulo 11. Las leyes de la suerte
  14. Capítulo 12. Las leyes de la autorrealización
  15. Sobre este libro
  16. Sobre el autor
  17. Créditos

Prólogo

A través de las distintas eras, los seres humanos han tratado de entender la lógica del universo, descifrar los misterios que desafían a su intelecto y encontrar soluciones a enigmas que parecen irresolubles.

Con su búsqueda de la verdad, y a menudo también con el hecho de cuestionarla, los poetas, pensadores, filósofos y científicos han influido de manera inconmensurable en nuestro mundo. Los logros médicos, los descubrimientos científicos, las leyes físicas y los principios matemáticos le han impuesto orden, coherencia y claridad a lo que alguna vez fue un mundo azaroso, indiscriminado y sin ley.

Con frecuencia, el motor que impulsó a estos grandes pensadores fue su deseo innato de triunfar, de enfocar su mente en una pregunta y esforzarse de manera implacable hasta encontrar la respuesta. La riqueza de su sabiduría nos ha brindado principios universales aplicables al éxito y el logro que ahora podemos usar para aprovechar nuestro potencial al máximo.

Estos principios de éxito son tan eternos e inmutables como las leyes físicas que gobiernan al universo, funcionarán de la misma manera para toda persona que los obedezca y son aplicables en casi todas las áreas de la vida. Sin embargo, nadie los había reunido para formar una herramienta vital de enseñanza, es decir, esta información nunca se combinó para ofrecerte una fórmula garantizada para alcanzar el éxito. Hasta ahora.

Brian Tracy ha dedicado casi toda su vida a estudiar el éxito y el desarrollo humanos. Además, es ejemplo vivo de los principios prácticos que enseña. En este libro aprenderás todo sobre los principios para triunfar que han sido el sello personal de los individuos más exitosos. Brian les llama a estos principios “leyes universales”, porque les funcionan a todas las personas en cualquier lugar y momento, y porque también te funcionarán a ti. Lo único que necesitas hacer es aplicarlos, practicar y obedecerlos de forma consciente a medida que establezcas tus metas y avances hacia ellas. Los resultados que deseas vendrán a tu encuentro: éxito en los negocios, riqueza, felicidad, autorrealización, amor y relaciones plenas. Estas son solo algunas de las áreas de tu vida que podrás mejorar cuando aprendas y apliques estas leyes universales del éxito y el logro.

Capítulo 1

Las leyes del éxito

A lo largo de la historia, la mayoría de los hombres más inteligentes creyeron que era imposible que cualquier objeto más pesado que el aire pudiera volar, pero luego Daniel Bernoulli, profesor de la Universidad de Basilea, estableció una serie de principios hidrodinámicos, entre los que se encuentra el que le dio fama universal, un complejo razonamiento sobre la resistencia del aire llamado ecuación o principio de Bernoulli. La aplicación del principio de Bernoulli en la ingeniería aeronáutica condujo al primer vuelo de los hermanos Wright en 1903 en Kitty Hawk y, posteriormente, al universo de la aviación moderna tal como lo conocemos ahora.

Daniel Bernoulli no inventó esta ley, pero en cuanto la descubrió y otros aprendieron a aplicarla, los humanos pudieron conquistar los cielos. En la actualidad, los aeroplanos vuelan a casi cualquier lugar en el mundo y a varios cientos de kilómetros por hora, con una velocidad y eficiencia que apenas hace 100 años resultaban inimaginables. Y todo gracias al principio de Bernoulli.

Tú también puedes volar. Usando las leyes y los principios del éxito y el logro descubiertos en los últimos 4 000 años, puedes alcanzar las grandes alturas de tu potencial. Puedes volar más rápido y llegar más lejos en tu viaje hacia la realización de tus sueños y aspiraciones, mucho más de lo que jamás creíste posible.

Cuando por fin organices tu vida de modo tal que todo lo que pienses y hagas esté en armonía con las leyes universales que predicen y controlan el destino humano, no habrá límites para lo que podrás ser, tener y hacer.

Hace tiempo, cuando tenía 19 años, inicié un viaje que duraría toda la vida, un viaje en busca de respuestas a una pregunta: ¿por qué algunas personas son más exitosas que otras? Yo venía de un hogar en donde nunca tuvimos mucho dinero. No terminé la preparatoria y durante muchos años realicé trabajos temporales. Lavé platos, cavé pozos y cargué materiales en obras de construcción; trabajé en fábricas y aserraderos; también trabajé como marinero en un buque mercante noruego, e incluso como jornalero agrícola en las temporadas de cosecha.

Durante varios años viajé por todo el mundo, estudié distintas culturas, filosofías, religiones y escuelas de pensamiento, siempre buscando las respuestas a la gran pregunta: ¿por qué algunas personas son más exitosas que otras?

A medida que el tiempo pasó y mi experiencia se acumuló, noté que había cierta regularidad y predictibilidad en los sucesos humanos. Me pareció que había leyes y principios que operaban en casi todo lo que sucedía. Llevo décadas estudiando este tema y he llegado a la conclusión de que existen leyes universales que cualquier persona puede aplicar para mejorar de forma dramática su calidad de vida. Los principios a los que me refiero están disponibles en este libro, y en cuanto los apliques, empezarás a obtener las cosas que quieres en todas las áreas.

Para decirlo de manera más simple, descubrí que, a diferencia de la gente que no lograba lo que deseaba, la gente exitosa vivía de una forma más armónica con las leyes naturales. De manera consciente o inconsciente, la gente exitosa y feliz organiza sus pensamientos, sentimientos y acciones de tal suerte que pone a trabajar a su favor a los poderes que posee gracias a estas leyes. Estas personas logran en unos cuantos años más de lo que muchos logran en toda una vida por el simple hecho de que hacen muchas más cosas bien y menos cosas mal. Eligen lo correcto, toman decisiones adecuadas y actúan de manera cabal, canalizan sus energías de manera mental, emocional y física para obtener todo aquello que enriquece su vida. Casi no pierden tiempo extraviándose en callejones sin salida o tratando de cumplir metas que, al final, solo las conducen a fracasos, frustración y meses o años desperdiciados.

La gente exitosa vive su vida de una manera más armónica con las leyes naturales.

Las personas exitosas parecen vivir su vida de una forma más eficiente en lo que se refiere a moverse del lugar donde se encuentran al lugar donde quieren estar. También parecen llegar ahí más rápido y con más facilidad, y sentirse más satisfechas a lo largo del camino.

En cambio, la gente que no tiene éxito no conoce las leyes universales o elige ignorarlas a corto plazo porque alberga la esperanza de que, a largo plazo, no sufrirá las consecuencias de su comportamiento. Esta actitud puede conducir a años perdidos y a una existencia insatisfecha. Siempre que conozcas a alguien que no esté aprovechando todo su potencial, será porque te encuentras frente a una triste e innecesaria violación de las leyes universales.

Las leyes universales son como cualquiera de las leyes de la física, como la de la gravedad, por ejemplo. Se les llama leyes porque operan en todos los lugares, todo el tiempo y son forzosas; que alguien no esté al tanto de ellas no representa una excusa para que no se apliquen a esa persona. Si saltas de un edificio de 10 pisos, la ley de la gravedad aplicará en ti sin importar si lo haces en el centro de Nueva York o en el de Londres. De todas formas tendrás que obedecerla. Alcanzarás una velocidad de varios metros por segundo y terminarás hecho gelatina en la acera. No importa si estás informado respecto a la gravedad, si crees en ella, si alguien te ha explicado cómo funciona, ni si la gravedad te resulta conveniente en ese momento o no. La ley aplicará en ti en todos los casos y sufrirás las consecuencias.

Las leyes universales son distintas a las leyes establecidas por los hombres. Una ley hecha por el hombre, como las leyes de tránsito, puede hacerse cumplir o no dependiendo de las circunstancias. Puedes, por ejemplo, violar una ley de tránsito y salirte con la tuya, al menos por algún tiempo. Las leyes universales son distintas, son aplicables en todo momento, por eso tu tarea consiste en coordinar tu pensamiento y tus acciones con ellas para vivir la vida de tal manera que trabajen a tu favor.

En este libro te presentaré una serie de leyes derivadas de la experiencia, la observación y la reflexión. Me gustaría decir que las inventé o descubrí personalmente, pero no es así, fueron descubiertas y redescubiertas a lo largo de los siglos. Estas leyes son aplicables en toda una serie de formas y situaciones. Pensemos, por ejemplo, en la ley de la atracción. Esta ley puede aplicarse de una manera un poco distinta dependiendo de si se usa para alcanzar el éxito, para establecer relaciones felices o para generar riqueza. Las leyes se superponen y relacionan entre sí, a veces una es más importante que otra, pero nunca se contradicen.

En cada uno de los capítulos de este libro se explica una serie de leyes aplicables de manera especial al título del capítulo en cuestión, como el dinero, los negocios, las ventas y los negocios. A veces, sin embargo, las leyes aparecerán con más de una definición y podrás aplicarlas en varias áreas, un ejemplo de ello son las leyes de la creencia y la correspondencia.

LA LEY DE CAUSA Y EFECTO

La primera ley del éxito es la mamá de los pollitos de todas las leyes, la ley de hierro del destino humano, pero la llamamos simplemente ley de causa y efecto. Esta ley rige el universo y a todas las otras leyes que, a su vez, son congruentes con ella. En la Biblia se hace referencia a la ley de causa y efecto como la ley de la siembra y la cosecha; Sir Isaac Newton se refirió a ella como la ley de la acción y la reacción y, en su famoso ensayo del mismo nombre, Ralph Waldo Emerson la llamó la ley de la compensación. Esta ley dice que vivimos en un universo ordenado en el que todo sucede por una razón y que los accidentes no existen, al menos no a largo plazo. También dice que todo efecto es producto de una causa o serie de causas.

Todo efecto es producto de una causa o serie de causas.

Si deseas que en tu vida se presente un efecto, como riqueza, éxito, salud o felicidad, lo único que tienes que hacer es establecer las causas que, de acuerdo con las pruebas, generan o producen dicho efecto. Esta ley también dice que si deseas evitar un efecto particular, como infelicidad, mala salud, problemas financieros o dificultades con otras personas, puedes rastrearlo hasta encontrar su causa y eliminarla. Eso eliminará el efecto también.

Esta ley es tan sencilla que mucha gente la ignora y tan común que la mayoría de las personas tratan de vivir desafiándola de una manera muy temeraria. A pesar de no estar contentos con los resultados que obtienen, muchos perpetúan sus comportamientos, estos comportamientos producen los mismos efectos, y luego la gente se enoja y se siente frustrada porque su situación no cambia. Esto me recuerda que una de las definiciones de locura es continuar haciendo lo mismo, pero con la esperanza de obtener resultados distintos. Observa tu entorno, estás rodeado de gente que obtiene resultados indeseables y que no consigue lo que quiere. Tal vez es porque no le importa o porque no se da cuenta de que la única manera de cambiar los efectos es modificando las causas.

La ley de causa y efecto es un principio maravilloso que ayuda a tener éxito a lo largo de la vida. Establece que si puedes definir con claridad el efecto que deseas, solo deberás encontrar a otra persona o personas que lo hayan obtenido y copiar su comportamiento hasta que tú también lo obtengas. No hay ningún misterio, si alguien lo hizo, lo más probable es que tú también puedas hacerlo, solo tienes que hacer las mismas cosas de la misma manera, el mundo es muy neutral respecto a esto. De hecho, al mundo, a los mercados y a las otras personas no les importará quién seas ni de dónde vengas: siempre que establezcas las causas probadas de los efectos específicos que deseas, los obtendrás. Tampoco importa si eres joven o viejo, hombre o mujer, obeso o delgado, la naturaleza no tiene favoritos. Y como dice el dicho, “la selva es neutral”, es decir, el terreno de juego es parejo. Si de manera constante haces las cosas de la misma forma que las han hecho personas exitosas, con el tiempo obtendrás los mismos resultados. Claro, mucho de esto dependerá de cuán tarde comiences, pero incluso ese es un aspecto que siempre puedes superar con paciencia y determinación, y organizando tu tiempo.

Un amigo mío pasó más de 50 años estudiando el éxito y llegó a la conclusión de que uno de los descubrimientos más importantes que había hecho era la necesidad de usar principios probados para triunfar. Según él, si uno en verdad es serio respecto al éxito, debe aprender de los expertos y no escatimar ni en esfuerzo ni en el aspecto económico, hay que aprender de quienes ya han hecho lo que tú deseas lograr. También me explicó que la vida es demasiado corta para que nos demos el lujo de aprender todo por nosotros mismos. Si encuentras a una o varias personas que hayan obtenido los resultados que deseas, aprendes de ellas y de sus actos, y haces lo mismo de manera repetida, con el tiempo lograrás lo que quieres para ti mismo. Si siembras las mismas semillas, cosecharás los mismos frutos. Si reproduces las causas de los efectos que deseas y continúas haciéndolo a pesar de la inevitable desmotivación que todos experimentamos, con el tiempo obtendrás todo lo que te propongas. Esta es la ley, y si vives tu vida en armonía con ella, tarde o temprano obtendrás resultados que sorprenderán a todos, incluso a ti mismo.

El primer paso para aplicar la ley de causa y efecto consiste en definir con claridad los efectos que deseas.

Antes de poder aplicar las leyes del éxito necesitas pensar con seriedad respecto a lo que el éxito significa para ti con base en tus experiencias pasadas, tu personalidad, tus habilidades, valores, creencias, esperanzas y aspiraciones. Solo tú puedes definir lo que el éxito significa en tu vida. Algunos lo definen como obtener lo que uno quiere, otros como la libertad de vivir tu vida a tu manera sin que nadie más interfiera. Tú, por ejemplo, podrías definir el éxito como una situación libre de preocupaciones respecto a los bienes materiales. Alguien más podría creer que el éxito tiene que ver con su salud, es decir, con su bienestar mental y físico. En cualquier caso, la primera responsabilidad que tienes para contigo mismo es sentarte y hacer una lista de todas las cosas que habría en tu vida si por fin lograras el éxito.

Siempre que desees lograr algo, tienes que empezar definiendo tu resultado ideal o la visión futura que tienes de ti mismo o de ti misma. Incluso los viajes más cortos empiezan por definir a dónde quiere uno llegar.

Antes de que empieces a elegir las causas que quieres iniciar, necesitas ser sumamente claro respecto a los efectos que deseas obtener. Una mujer que estuvo presente en mi seminario sobre el establecimiento de metas se acercó a mí al terminar el evento y me dijo que había decidido que su principal meta sería vender un millón de dólares en bienes raíces. Le pregunté por qué había definido esa meta en particular y me dijo que lo hizo para reunir suficiente dinero para poder dejar su trabajo en bienes raíces y dedicarse a algo que en verdad deseaba hacer. Se sentía infeliz y frustrada porque no estaba progresando gran cosa hacia su meta. Entonces le expliqué que nunca había sido ni feliz ni exitosa porque se dedicaba a algo que no disfrutaba y que tal vez debería cambiar de dirección y empezar de inmediato a hacer algo que en verdad le importara. Por suerte aceptó mi consejo y cambió de profesión, la última vez que la vi se sentía más feliz que nunca.

Esta anécdota ilustra una de las aplicaciones más importantes de esta ley: para lograr ciertos efectos, primero debes instigar las causas. De la misma manera, para eliminar ciertos efectos en tu vida, primero debes eliminar los factores que los están causando.

La aplicación más importante de la ley de causa y efecto es la siguiente: los pensamientos son causas y las condiciones son efectos. Lo que piensas respecto a cualquier tema es el punto de inicio de todo lo que te sucede, tus condiciones de vida son la manifestación de tus pensamientos y convicciones más profundos. Si piensas en algo durante bastante tiempo y con suficiente intensidad, ese algo se transformará en una creencia fija y, poco después, descubrirás que en el exterior exhibes un comportamiento que coincide con ella.

Por ejemplo, si todo el tiempo piensas en el éxito y en las cosas que puedes hacer para ser más exitoso en las áreas más relevantes de tu vida, tus pensamientos te conducirán a realizar actividades que te facilitarán triunfar. En resumen, tus pensamientos son la causa principal de las condiciones de tu vida.

LA LEY DE LA MENTE

Esto nos lleva a la segunda de las leyes del éxito: la ley de la mente. En su forma más simple, esta ley dice que los pensamientos se objetivan a sí mismos: lo que piensas se convierte en tu realidad. A través de sus observaciones, Ralph Waldo Emerson se dio cuenta de que casi siempre un hombre se transformaba en lo que pensaba. La ley de la mente es poderosa en extremo y además ayuda a explicar muchas de las otras leyes que se refieren a la acción mental.

LA LEY DE LA EQUIVALENCIA MENTAL

La tercera ley del éxito es una extensión natural de la ley de la mente: la ley de la equivalencia mental. Esta ley dice que tu principal responsabilidad para contigo mismo es crear una equivalencia mental clara y precisa de lo que deseas experimentar en todas las dimensiones de tu vida exterior. Si quieres ser feliz, necesitas definir y diseñar con claridad la equivalencia mental o imagen de lo que la felicidad significa para ti. De manera similar, si deseas gozar de salud, una larga vida, relaciones personales plenas o bienestar financiero, necesitas crear en tu mente una imagen exacta y detallada de lo que deseas. Este es el punto de inicio crucial para cumplir tus sueños y alcanzar tus metas.

LA LEY DE LA CORRESPONDENCIA

La cuarta ley del éxito se llama ley de la correspondencia. La gente ha hablado de ella por cerca de 4 000 años y es una de las leyes fundamentales para explicar la experiencia humana. En resumen, dice que tu mundo interior debe corresponder con el exterior: tu vida exterior suele ser el reflejo exacto de tu vida interior. Tu mundo externo tiende a corresponder casi de manera idéntica con lo que sucede en tu interior, tanto en tu mente consciente como en la inconsciente.

Tu vida externa suele ser el reflejo exacto de tu vida interior.

Hay cuatro áreas de importancia en que vemos la ley de la correspondencia en operación todo el tiempo. Las describiré a continuación.

La primera es tu actitud. A menudo, incluso antes de que siquiera digas algo, la gente te refleja tu actitud de vuelta, lo hace en la manera en que te habla y te trata: lo que sucede dentro, sucede fuera.

La segunda área en la que la ley de la correspondencia es evidente es en tus relaciones, ahí verás tu actitud y tu personalidad reflejadas casi a la perfección. Si eres una persona positiva y feliz, tendrás relaciones positivas y felices. A medida que te vuelvas más paciente, tolerante y cariñoso o cariñosa, tus relaciones reflejarán estos sentimientos de manera casi inmediata, como si te asomaras a un espejo.

La tercera área de correspondencia es tu salud. Lo que sucede con buena parte de tu salud se puede rastrear a actitudes específicas que te hacen sufrir enfermedades de mayor o menor gravedad. El intenso trabajo realizado en el área de la medicina holística indica que para casi todas las enfermedades existen actitudes correspondientes de la mente, desde los resfriados y la influenza, hasta las más serias y amenazantes. Cada vez que te sientes ansioso, molesto o infeliz durante un periodo de tu vida, tu cuerpo empieza a reflejar esos sentimientos. La medicina psicosomática se basa por completo en la conclusión de que tu mente, o psique, enferma tu cuerpo, o soma, y tarde o temprano tu cuerpo expresa todo lo que tu mente alberga.

La cuarta aplicación de la ley de la correspondencia es que tu universo externo de logros materiales corresponde de manera idéntica con tu universo interno de preparación. Entre más conocimiento y habilidades desarrolles, y entre más te ayuden estos a ser eficiente y eficaz en tu trabajo, mayor será tu salario. La ley de la correspondencia rige de manera suprema.

LA LEY DE LA CREENCIA

La quinta ley del éxito es la ley de la creencia, la cual dice que cualquier cosa en la que creas con emoción se convertirá en tu realidad. Esto significa que tienes la tendencia a comportarte de una manera que coincide con tus creencias y convicciones más profundas. Tus creencias actúan como un filtro o criba que edita toda la información entrante, es decir, solo permiten que ingrese a tu conciencia aquello que ya decidiste que es cierto respecto a ti mismo y al mundo. El connotado psicólogo William James dijo que la creencia produce un hecho real. La Biblia dice que un hombre debe pensar en su corazón y, en consecuencia, ser. Por ejemplo, si estás convencido por completo de que tendrás un gran éxito en la vida y que nada te detendrá o impedirá alcanzar la grandeza, actuarás de manera congruente con esa creencia y, con el tiempo, se volverá realidad. De manera inversa, si por alguna razón dudas de tu habilidad para tener éxito, esta creencia negativa se reflejará en una tendencia a sabotearte o impedirte avanzar a ti mismo.

La parte más importante de la ley de la creencia es la necesidad de cuestionar tus creencias autolimitantes, las cuales actúan como frenos a tu potencial. Estas creencias son los miedos y las fastidiosas dudas que la gente tiene respecto a sí misma y a sus habilidades, y que le permiten subestimarse. Cuando tienes creencias autolimitantes tiendes a conformarte con hacer muchísimo menos de lo que eres capaz.

Las creencias autolimitantes podrían girar en torno a tu capacidad de perder peso, dejar de fumar, ganar cierta cantidad de dinero, atraer a los miembros del sexo opuesto o desarrollar nuevas habilidades que te ayudarían a alcanzar el éxito y la felicidad.

Uno de los pasos más importantes que puedes dar hacia el éxito consiste en cuestionar tus creencias autolimitantes. Incluso podrías pedirles a otras personas que te conozcan muy bien que te digan cuáles son las creencias autolimitantes que les parece que podrían estarte frenando.

A menudo usamos las creencias autolimitantes como excusas. Una buena manera de ponerlas a prueba es preguntándote si conoces o hay alguna persona que, a pesar de parecer tener las mismas creencias autolimitantes que tú, haya tenido éxito. Si alguien más logró vencer sus creencias, lo más probable es que tú también puedas hacerlo. Cuando hagas esta reflexión descubrirás casi enseguida que hay cientos o, quizá, miles de hombres y mujeres que han enfrentado adversidades incluso peores que las que tú has enfrentado y, de todas formas, tuvieron grandes logros. En cuanto dejes atrás tus creencias autolimitantes y les permitas a tus aspiraciones y a tu mente elevarse a mayores alturas, comenzarás a volar.

LA LEY DE LOS VALORES

La sexta ley del éxito es la ley de los valores. Esta ley dice que aquello que en verdad valoras, en lo que en verdad crees, solo se expresa en tus acciones. Incluso puedes reconocer cuáles son los verdaderos valores de las otras personas: basta con que observes lo que hacen en lugar de escuchar lo que dicen. También puedes observar tus propias acciones e identificar aquello que en verdad valoras. Lo que expresa tus valores y creencias no es lo que dices, lo que esperas, lo que deseas, ni lo que planeas hacer, es solo lo que haces. Los niños están muy conscientes de esto, por eso ignoran los consejos de sus padres cuando les dicen: “Haz lo que yo diga, no lo que haga”. Todos parecemos saber que las acciones de una persona son el verdadero reflejo de sus convicciones más íntimas.

En el mundo actual hay demasiada confusión e infelicidad porque mucha gente siente que si expresa o escribe sobre algo con la suficiente intensidad o énfasis, es porque en verdad cree en ello, pero no es así. Uno solo cree en lo que hace. Tus acciones se expresan con muchísima más fuerza que tus palabras. Si en verdad crees en los valores de la persistencia y la dedicación, por ejemplo, esto se hará evidente en las cosas que hagas todos los días. Si en verdad crees en la honestidad, la integridad y la disciplina personal, estas cualidades solo se evidenciarán en cada una de tus acciones, en tu comportamiento general.

De hecho, uno puede saber cuáles son los valores de otra persona con solo ver lo que hizo en el pasado, en especial en los momentos en que se sintió presionada. El único instante en que puedes saber lo que en verdad valoras es cuando te ves forzado a tomar una decisión. Esto significa que cuando eliges entre la familia y el trabajo, o entre el dinero y la honestidad, tus valores afloran.

Lo más maravilloso de tus valores es que los puedes desarrollar. Solo tienes que ser disciplinado y actuar de manera congruente con ellos incluso si todavía no forman parte esencial de tu carácter.

LA LEY DE LA MOTIVACIÓN

La séptima ley del éxito es la ley de la motivación. Tus deseos íntimos, tus necesidades e instintos, muchos de los cuales podrían ser inconscientes, son los detonadores de todo lo que haces. Tus motivaciones principales definen tus actividades y tu comportamiento, es decir, lo que define tus acciones es lo que en verdad quieres y necesitas, no lo que crees querer. Esta es una extensión de la ley de los valores.

En la fórmula ACC de la motivación y la acción humana, A se refiere a los antecedentes, la primera C se refiere a tu comportamiento y la segunda C se refiere a las consecuencias. Los antecedentes son todo aquello que sucede antes de que se presente el comportamiento, los comportamientos son las cosas que haces y las consecuencias son lo que sucede como resultado de tu comportamiento.

Sabemos que, desde la perspectiva psicológica, solo 15% de tu motivación proviene de tus antecedentes, es decir, de lo que lees o aprendes, o de lo que te dicen que debes o no hacer. Cerca de 85% de tu motivación es producto de tus expectativas, o sea, de lo que crees que sucederá. Tus creencias respecto a las consecuencias o el futuro hacen que te comportes de una manera específica. Entre más claridad tengas respecto a las consecuencias de tus acciones, y entre más desees disfrutar las implicaciones de tu comportamiento, más motivado te sentirás. Por eso, para que logres tu mejor desempeño, es fundamental que cuentes con claridad absoluta respecto a tus metas.

Un punto importante sobre la fórmula ACC es que no hay garantía de que tu comportamiento produzca las consecuencias que deseas, pero todo comportamiento o acción realizada generará una consecuencia de algún tipo. Por otra parte, tanto las acciones como la inacción tienen consecuencias. Lo que hagas bien y lo que no hagas tendrá un impacto en tu futuro, repercusiones que podrían ser dramáticas y perdurables.

Un buen ejercicio que recomiendo es escribir una descripción del tipo de persona que te gustaría ser y el tipo de vida que te gustaría vivir. La facultad más poderosa que tienes es tu capacidad de pensar y entender; entre más preciso seas respecto a quién eres, lo que deseas lograr y cómo planeas hacerlo, más eficaz y exitoso serás en la vida.

LA LEY DE LA ACTIVIDAD SUBCONSCIENTE

La octava ley del éxito tiene varias aplicaciones, es la ley de la actividad subconsciente. La primera parte indica que tu mente subconsciente, o simplemente subconsciente, considerará como una orden cualquier pensamiento o idea que mezcles con emoción y albergues en tu mente consciente. Por esta razón, cualquier pensamiento, idea o meta que puedas mantener en tu mente de forma continua es susceptible de volverse realidad. Tu subconsciente organizará tus pensamientos y tus acciones para llevarlos a tu realidad. Por ejemplo, si deseas ganar u obtener cierta cantidad de dinero y piensas en ello todo el tiempo, día y noche, y si usas todos los medios posibles para que este deseo se incruste en tu mente subconsciente, ella utilizará una cantidad mayor de su capacidad de reserva para cumplir esta meta en tu vida.

Tu mente subconsciente considerará como una orden cualquier pensamiento o idea que mezcles con emoción y albergues en tu mente consciente.

La segunda parte de la ley de la actividad subconsciente dice que una vez que le hayas transferido las instrucciones adecuadas a tu subconsciente, este activará tu corteza reticular. La corteza reticular, también conocida como sistema de activación reticular, es una pequeña zona de tu cerebro en forma de dedo que te alerta de los sucesos y circunstancias a tu alrededor que coinciden con tus deseos o preocupaciones dominantes. Por ejemplo, si decidieras que quieres comprar un automóvil deportivo rojo, este deseo le indicaría a tu corteza reticular que ahora los automóviles rojos son de gran importancia y, a partir de ese momento, empezarías a verlos en todos lados, incluso si pasaran a una cuadra de distancia. Estarías muy alerta y te volverías en extremo sensible a los automóviles deportivos rojos, así como a las maneras de obtenerlos.

Si tu objetivo es alcanzar la independencia financiera y le imbuyes un intenso deseo a este objetivo, tu corteza reticular te volverá muy sensible a todas las oportunidades a tu alrededor que te ayudarán a ganar más dinero. En todos lados escucharás y verás cosas que te servirán para cumplir tu meta y que no notarías en absoluto si no hubieras incrustado este objetivo en tu subconsciente.

La tercera parte de la ley de la actividad subconsciente hace que, además de tu sistema nervioso autónomo, tus músculos, nervios, acciones y reacciones, tu subconsciente también controle tu lenguaje corporal y tono de voz. Un experto llegó a la conclusión de que, cuando por fin te comunicas con otros, 55% de tu mensaje se transmite a través de tu lenguaje corporal, 38% a través del tono de voz y solo 7% a través de tus palabras.

Asimismo, a tu lenguaje corporal y tu tono de voz los controlan en gran medida los mensajes que le has enviado a tu subconsciente respecto a ti mismo. Tu subconsciente aceptará tus pensamientos emocionales predominantes y organizará tu cuerpo, voz y tono para que coincidan con ellos. Cuando tienes un gran éxito, por ejemplo, le envías a tu subconsciente una carga de energía emocional que te dice que eres un ganador. Después de eso, durante algún tiempo caminas, hablas, actúas y piensas como ganador. Caminarás con más vigor, tu voz tendrá más volumen, tu mirada estará más enfocada y tu lenguaje corporal manifestará esta creencia respecto a ti mismo.

LA LEY DE LA EXPECTATIVA

La novena ley del éxito es la ley de la expectativa. A menudo se le llama ley de la profecía autocumplida. Debido a su simplicidad y predictibilidad es una de las leyes más poderosas. Esta ley dice que cualquier cosa que esperes con confianza, tenderá a materializarse en tu vida, es decir, no obtienes lo que deseas, sino lo que esperas con mayor intensidad. Es por esto por lo que tener una actitud positiva y esperar lo mejor para ti mismo suele producir grandes éxitos.

Lo maravilloso de esta ley es que tú tienes el poder de crear tus propias expectativas, de esperar que solo te sucedan cosas buenas. Puedes caminar, hablar y actuar como si creyeras que el mundo entero ha conspirado a tu favor, que te ayudará a cumplir tus metas.

Puedes transformarte en lo que W. Clement Stone, el magnate de los seguros, llamaba “paranoico inverso”, es decir, alguien que se autoconvence de que el mundo entero conspira para hacerle bien. Para aplicar esta ley necesitas sentirte confiado y buscar lo bueno en todas las personas y situaciones, incluso puedes analizar los contratiempos y buscar en ellos las lecciones valiosas que siempre traen consigo. En lugar de molestarte, puedes decir: “Creo que todas las situaciones de mi vida producirán resultados perfectos”. Este tipo de afirmación permite que abordes todo con una actitud más positiva, abierta y optimista.

Las expectativas que

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