Un placer fugaz

Fragmento

Seguramente os lo habéis pasado muy bien. Espero que paséis un buen invierno, interrumpido eso sí por un viaje a Sicilia.

Con amor,

[Colección de la Biblioteca de la Universidad de Columbia]

PHYLLIS CERF

[22 de septiembre de 1950]

Mi querida Phyllis,

Ya tengo los zapatos de góndola. Te los envío por correo normal. Mi madre, que acaba de pasar unos días aquí, tenía que llevártelos pero se los ha dejado. Lo que sí te llegará, a través de ella, es una fruslería. Lo dejará en Random House cuando llegue a Nueva York el mes que viene. Me encantó tu carta, y ojalá te pudiera haber echado una mano para pintar esos cobertizos. No creo que este invierno pueda pasar por N. Y. (aunque nunca se sabe), pero pienso en ti y te echo de menos. Me encantaría comer contigo y tener una sobremesa de cuatro horas. Escríbeme, caet mille tenderesse [sic]

[Colección de la Biblioteca de la Universidad de Columbia]

ANDREW LYNDON

1de octubre de 1950

Querido,

En Venecia recibí tu dulce carta, y hoy, al volver aquí, he visto que me había llegado otra carta tuya con matasellos del 10 de septiembre. Claro que tus noticias me entristecen, y me apenan. No me puedo creer que todo vaya a terminar así. Le he dado vueltas un buen rato y pese a tus advertencias he escrito a Harold, no para criticarlo (o a ti), sino sencillamente para decirle que lo que hacéis me parece una lástima.128 Bueno, allons.

Cariño, ahí va: nos gustaría que te quedaras con el apartamento de la calle Setenta y seis. Te puedes instalar cuando quieras. El alquiler son 16 dólares al mes. Llama al hermano de Jack, bien a su piso (Re 7-1085) o bien al trabajo al Wall Street Journal y dile que te tiene que dejar la llave a ti. Bueno, no sabemos cuándo volverá, pero creo que aún falta. Le ofrecí el apartamento a Newton, pero tal como están las cosas no me parece que vaya a ser un buen lugar para él, no al menos en su estado mental actual. Tampoco es que le fuera a encantar, y ahora debe estar en algún sitio con mayores comodidades. Quizá puedas ayudarle. En cualquier caso, hazme saber cuanto antes si te quedas con el apartamento.

Me alegra de que también estés satisfecho con cómo ha que

Local Color. Aún no he leído ni me han hablado de ninguna reseña: como si hubiera desaparecido en el océano. ¿Han hecho publicidad los de Random? Qué bien que Doris [Lilly] haya encontrado editorial para su libro; ahora espero que Phoebe se pueda concentrar y la pueda ayudar a terminarlo.129

bién espero que lo de los guiones televisivos salga adelante. Adaptar «Petrified Man» sería fabuloso.130

Los días en Venecia fueron muy ajetreados: mucha gente y mucha bebida. Hemos vuelto a Taormina bastante pálidos y exhaustos. Me alegro de estar de vuelta y a la vez me gustaría ni que fuera un poco que estuviésemos en Nueva York, donde estáis tú y Phoebe y todas las cosas que verdaderamente me importan. Pero tengo que hacer de tripas corazón y olvidarme de todo metiéndome de lleno en el libro. Aunque me asusta: esta montaña solitaria, el viento y el invierno que se acerca.

¿Esperas volver a verte con Harold? ¿Qué tipo de relación en concreto tenéis ahora?

Si Goyen ha vuelto ya, dale recuerdos. Las reseñas que leí de su libro, como mínimo las pocas que he visto, me parecieron horribles y simplonas.
quiero, cariño. Eres mi amigo más preciado, siempre has estado a mi lado. Muchos besos,

[Colección de la Biblioteca Pública de Nueva York]

, que se publicó en 1951.
130. «The Petrified Man» era un relato del primer libro de Eudora WelA Curtain of Green (1941). [Hay traducción española: «El hombre petrifi

Una cortina de follaje, Anagrama, Barcelona, 1982.]

FOY Y LEO LERMAN

Fontana Vecchia aormina, Sicilia

5de octubre de 1950

Mis apreciados Gray y Leo,

Me ha encantado recibir las cartas de ambos, y las contesto juntas porque no tengo muchas noticias, la verdad. No tendría sentido repetirlo dos veces.

Pasamos el mes de septiembre en Venecia y fue precioso, justo lo que quería tras las arduas labores de todo un verano: estoy metido de lleno en el trabajo y espero que a los dos os agrade lo que estoy haciendo. Me puso muy contento saber, Gray, que te había gustado «The House of Flowers». Bueno, a que no adivináis quién apareció una noche (en Venecia) paseando a lo lejos: el mismísimo Howard Rothschild. Una visión nada agradable, y menos viendo cómo está: en la boca, y en sus andares en general, tiene un deje avinagrado que nunca antes le había visto. Solo le dije hola y seguí mi camino. Otra cosa curiosa: una noche en el Harry’s bar, que siempre está tan lleno que nunca se sabe ni cuál es tu mano, un hombre alto se me acercó y me saludó efusivamente. No tenía ni idea de quién era, solo de que era inglés y de que me preguntó: «¿Qué tal, Leo?». De repente caí en que debía de ser Henry Green131 (a quien conocí una vez en el 1453).132 Así que lo presenté a los que estaban con nosotros como Henry Green. Me pidió que almorzásemos al día siguiente. Me sorprendió bastante encontrarle a la

131. Un novelista británico.

hora del almuerzo acompañado por quien obviamente era un efebo de tomo y lomo: ni se me había ocurrido que H. Green fuera de «esos». Empecé a hablar de libros y demás, pero el señor Green no parecía saber quiénes eran todos esos escritores que mencioné. Realmente extraño. Por supuesto, al final se descubrió que para nada era H. Green. Se llamaba Peter Wilson. Me quedé de piedra.

¿Qué me decís de la separación de Andrew y Harold? Nunca pensé que Harold fuera capaz.

Gray, debo decirte que la casa en que estuviste alojado en Chicago sonaba muy lúgubre. Me disgustó imaginarte allí, alejado de las comodidades de Lexington Avenue.

Y bien, lo que os pido ahora es que ahorréis un poco y por Navidad regaléis a todo el mundo Local Color. Mucho me temo que solo se va a vender entre mis amigos.

Leo, corderito, me encantaría leer el libro en el que estás trabajando. El material es fantástico. Espero que siga adelante.

Estoy contento de estar de vuelta en Fontana: es un lugar solitario y extraño, pero estoy muy satisfecho de él. Ahora estamos en época de vendimia y la brisa tiene el aire dulce del vino joven. Ojalá estuvieseis con nosotros, seríamos muy felices. Os echo de menos, sois un encanto y me despido con el más tierno de los afectos

[Colección de la Biblioteca de la Universidad de Columbia]

ROBERT LINSCOTT aormina, octubre de 1950

Gran patriarca blanco,

Aquí me tienes, de vuelta al tajo, aunque aún faltan unos días para que me suba al árbol.133 Mientras tanto, estoy en pugna un artículo para el Bazaar sobre mi feliz vida siciliana: necesito el dinero, querido. El relato «A Diamond Guitar» sale en el
de noviembre. Por favor, léelo.

Me acaba de llegar la primera camada de reseñas de

. Casi todas han sido buenas. Por lo menos, los grandes machos de pelo en pecho han escupido menos veneno de lo habitual. Aunque casi lo prefiero a que se encariñen conmigo: el día que eso pase, mejor me retiro. Espero de todo corazón que alguien compre el libro. Odiaría que Random House tuviese que hacer recortes de plantilla y al resto os pusiera a fregar suelos.

Tu reacción a los capítulos me tiene muy animado. Para mí es lo más auténtico que he escrito en mi vida y que probablemente vuelva a poner sobre el papel. Aunque suene muy satisfecho, a decir verdad me tiene tenso, en un punzante estado emocional. Recordar

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