Un barrio, mil historias

Fragmento

«El barrio ya no existe más»

En una charla de sala docente, de un liceo de Montevideo, un profesor le decía a otro con una contundencia absoluta, como muchas veces solemos hacer quienes deberíamos ser ejemplo de lo contrario: «el barrio no existe más… la vida del barrio ya no existe más».

La afirmación me quedó dando vueltas en la cabeza por un tiempo, y con el pasar de los días, se me transformó en pregunta: ¿el barrio no existe más? La pregunta empezó a resultarme sumamente atractiva y desafiante, me parecía un espacio maravilloso para comenzar a leer, investigar, conversar con vecinos, pero, ¿cuándo y cómo?

Otro docente, que participaba en la charla atentamente, le replicó: «a eso sumale que muy pocos conocen la historia de su barrio, muy pocos saben cuáles son sus orígenes, personajes destacados, sus dolores, derrotas, silencios, triunfos».

Con el tiempo, su afirmación también se me transformó en pregunta. ¿Pero cómo hacerme de un espacio de tiempo para dedicarme a profundizar sobre el tema? Porque, a veces, la vida cotidiana no nos deja huecos para esos lujos.

Pero el destino quiso que un gran amigo que me regaló la vida, Horacio Tano Abadie, me diera la posibilidad de sacarme las ganas de investigar sobre el tema y así poder compartirlo a través de su programa: Abran Cancha.

La columna se llamó: «Un barrio, mil historias», y este proyecto radial fue el impulsor de un trabajo que disfruté a lo largo de todo un año, y que hoy se convierte en un libro (también por el olfato creativo de la editorial Penguin Random House) que aspira a ser una herramienta en la que a través de la historia podamos conocer más de las realidades barriales y, a su vez, que busque poner el acento en la gente, en EL vecino y en su poderosa acción social. En el entendido de que lo más importante de un barrio es su gente y las acciones cotidianas que miles de personas llevan adelante y que, con ellas, generan y mantienen espacios más habitables e identitarios.

También deseo que sea un espacio en el que podamos conocer no solo a los personajes destacados que ya se pasean por un sinfín de libros que narran nuestra historia, sino que nos permita contactarnos con el vecino de a pie, personas que casi desde el anonimato le dan vida al barrio. Poder compartir un pedacito de la historia de los sin voz, acompañando la letra de la murga Agarrate Catalina:

«Gente común, maravillosamente común, distinta a todos, igual a todos los demás, gente común, en el asiento de al lado, en la ventana del bar, bajo el paraguas urgente, en la casa de enfrente en el auto de atrás… hay historias simples que contar todos los días, un libreto humilde para armar con nuestras vidas… hay una historia escondida en cada tipo común, es una vela encendida brillando en la multitud… hay una historia en la esquina el viento me la contó».1

A su vez, el deseo y la intención es que el libro aparezca como un espacio de diversidad, como un lugar a partir del el que se elabore, desde diferentes ámbitos y con distintas miradas, una idea o un concepto de barrio, ya que tiene una importancia que muchas veces dejamos de ver.

El barrio marca a las personas de diferentes maneras y en varios momentos de la vida y, por esto, el libro también es un intento por pensar juntos y reconstruir parte de la vida del barrio, teniendo presente que al hacerlo nos pesamos como sociedad.

Podemos trabajar el concepto de barrio desde un sinfín de aspectos, aquí, básicamente elegimos tres hilos conductores:

en primer lugar, marcar el recorrido histórico de los barrios, cuándo surgen, cómo, por qué, en qué circunstancias;

luego, identificar el barrio como ese espacio de subjetividad emocional y entonces buscar el reencuentro con nuestros recuerdos,

y, finalmente, resaltar la importancia del barrio como formador de ciudadanía e identidad.

Los hilos de estas historias se van a ir entrelazando necesariamente, porque al hablar de historia nos referiremos a la construcción de los barrios, pero a veces tomaremos recuerdos y con ellos aparece su subjetividad, y en este recorrido, necesariamente, quedará plasmada la construcción de ciudadanía e identidad.

Debemos de referirnos, rápidamente, a cuál es la realidad de nuestra capital en la actualidad.

El último censo, realizado en el año 2011, marcaba que Montevideo era el departamento más poblado del país con 1.325.968 habitantes. Y de acuerdo a los criterios del Instituto Nacional de Estadística, existen en nuestra capital 61 barrios.

Pero, ¿qué es un barrio?, ¿cómo nace?, ¿cuándo nace?, ¿cómo se va transformando?

¿Qué es un barrio?

Antes de avanzar en la lectura, les pido que se detengan un segundo y piensen en la pregunta: ¿qué es un barrio?

No aparece como una tarea sencilla el hecho de elaborar una definición de barrio si tenemos en cuenta todos sus aspectos. Porque, por un lado, tenemos su costado formal, y ahí nos encontramos con las definiciones de diccionario.

Como, por ejemplo, la que encontramos en el de la RAE (Real Academia Española), que nos dice que la palabra barrio proviene del árabe hispánico bárrī, que significa exterior, y a su vez, este proviene del árabe clásico barrī que significa salvaje.

Luego nos dice que barrio es cada una de las partes en que se dividen los pueblos y ciudades o distritos.

También nos hace referencia a arrabal como aquel espacio fuera del recinto de una población. Y, por último, nos dice que se trata de un grupo de casas o aldea dependientes de otra población, aunque estén apartadas de ella.

Pero el barrio también reúne otros aspectos que lo hacen particular y encantador, y es que lo que le da vida somos nosotros, las personas y con nosotros aparece lo subjetivo y emocional.

El barrio nos atraviesa a todos, y en ese atravesar nos deja una huella (a veces, también se la dejamos nosotros), y esa huella será la que irá definiendo el concepto que cada uno vaya formando de lo que es un barrio.

En este sentido, el barrio se nos presenta con la hermosa característica de ser un tema del que todos podemos hablar, ¿por qué?, porque todos nacimos, vivimos y perduramos en un barrio, por lo que lo hace accesible a todos. ¿Quién no comparte charlas con amigos, familia, compañeros, respecto a los recuerdos de su barrio y de sus vivencias?

En general, el barrio guarda ese componente maravilloso de ser nuestro primer universo, nuestra primera patria. Ese espacio que, después de nuestro hogar, es el que nos da sentido y, por lo tanto, el barrio es una pieza muy importante de nuestra identidad.<

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