Índice
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Índice
Dedicatoria
A modo de prólogo
El arribo
Primer recreo
El segundo piso
De queruza
¡Qué susto!
Oídos indiscretos 1
El tomacorriente
El Bebe
La misa
El mate
Oídos indiscretos 2
Lecturas y palomas 1
Los nueve
La radio
Graciela Estefanell: alias Rosa
La encuesta
Roberto
Oídos indiscretos 3
Lecturas 1
Fortunato
El sargento 1
Lecturas 2
La Unidad 520 y Don Quijote de la Mancha
Lecturas y palomas 2
El sargento 2
Lucha ideológica 1
Oídos indiscretos 4
Costumbres
Los dos polos
Nacimientos y muertes
Nº 246
El sargento 3
Jimmy Carter y la literatura
Errores
Prejuicios
La pena
Repercusiones
El traidor
La remera azul 1
Lecturas y palomas 3
La remera azul 2
Lucha ideológica 2
Por el camino de todos 1
Preguntas ociosas
Por el camino de todos 2
Cambio de signo
Gisèle y el aroma
Gisèle y el trabajo
Gisèle y la tesis
Gisèle y el recuerdo
El Mundialito
2 de setiembre
Otras preguntas
Preparto
Lucha ideológica 3
Lecturas 3
Marzo: sábado 9 y domingo 10
Nuevo nacimiento
Biografía
Créditos
Grupo Santillana
Dedicatoria
En primer lugar, quiero dedicar estos textos a los 2.872 presos que pasaron por el Penal de Libertad cuando fue un campo de concentración, a todos sin excepción, aunque algunos se hayan comportado de manera indigna. A su vez, quiero hacer énfasis en los que más sufrieron, los que soportaron el carácter de rehenes durante 10 años; estoy hablando de Raúl Sendic, de Jorge Manera Lluvera, de Julio Marenales, de Adolfo Wasem, de Henry Engler, de Mauricio Rosencof, de Jorge Zabalza, del “Ñato” Huidobro y del “Pepe” Mujica, en el acierto o en el error, mis hermanos para siempre.
En segundo lugar, quiero dedicar estas memorias a todos los que me han ayudado a volver a ser libre, desde mi esposa, mis hijos, mi madre, mis hermanos, mis sobrinos y mis primos, hasta mis amigos de todos los tiempos. Desde María Laura Bulanti, quien me enseñara mi oficio, hasta todos los medios de comunicación que me ayudaron a consolidarme en la profesión: me refiero al semanario Las Bases, al semanario Brecha y, en los últimos 16 años, la revista Búsqueda/Galería.
Por último, quiero dedicarle estas crónicas al computador Apple Macintosh, puesto que en él escribo y, lo que es más importante, en él trabajo desde finales de1987, convirtiéndose así en un factor decisivo en mi inserción laboral, hecho significativo en estos tiempos de revolución tecnológica.
A modo de prólogo
Desocupado lector:
Te entrego estos recuerdos de un tiempo que, afortunadamente, ya pasó. Las primeras crónicas fueron surgiendo por motivos muy diversos, desde necesarias aclaraciones para redondear una anécdota a la cual le faltaban detalles, hasta comentarios de amigos y familiares invitándome a que me embarcara en esta empresa. Así escribí El tomacorriente para darle más elementos a Mauricio Rosencof y, más tarde, hice lo mismo con Virginia Martínez en el relato que titulé La Pena, como consecuencia de un fragmento de su libro Tiempos de dictadura. El resto estaba ahí, arrumbado en algún rincón de mi cerebro a la espera de una ocasión que, a ciencia cierta, uno nunca sabe cuál es y, tal vez, jamás espere.
Luego continué escribiendo más crónicas con otras intenciones y con el afán de reunirlas bajo un título representativo. Para ello, lo único que tuve claro —desde un principio— era que iba a limitarme a contar mi experiencia personal en el Penal de Libertad, lo que viví y sufrí en carne propia, dejando afuera, ex profeso, todo aquello de lo que me enteré a través de terceros. Si cuento algo que le sucedió a otros es, sencillamente, porque lo vi. Por lo tanto, caro lector, aquí no encontrarás nada sobre mi detención, ni sobre cuarteles, ni sobre la tortura, ni sobre otros centros donde estuve detenido; prefiero, por ahora, remitirme a los doce años, seis meses y catorce días que estuve preso en el oficialmente denominado Establecimiento de Reclusión Militar Nº 1, conocido por todo el mundo como el Penal de Libertad.
Para terminar, permíteme resaltar un hecho curioso: tenía 2