Daniel Martínez

Fragmento

INTRODUCCIÓN

«La realidad de la vida consiste, pues, no en lo que es para quien desde fuera la ve, sino en lo que es para quien desde dentro de ella la es, para el que se la va viviendo mientras y en tanto que la vive. De aquí que conocer otra vida que no es la nuestra obliga a intentar verla no desde nosotros, sino desde ella misma, desde el sujeto que la vive».

Ortega y Gasset. En torno a Galileo. 1951

Este libro se empezó a escribir en una charla en un bar de la Ciudad Vieja con Claudio Invernizzi, un amigo de muchos años, de tantos años que solo recuerdo cuando, creo que en 1985 o 1986, hacíamos malabares para poder escribir con las viejas máquinas Underwood en un pequeño cubículo en el diario La Hora, en la calle Fernández Crespo. En el bar Las Misiones, sentados en una mesa que da a una de las ventanas sobre la calle Misiones, me contó de un proyecto editorial que Penguin Random House le había hecho al equipo del intendente Daniel Martínez y me preguntó si estaba dispuesto a encararlo. Simultáneamente, Julián Ubiría, editor de Penguin Random House, hijo de Gerardo Ubiría, compañero de aquella redacción de La Hora, me propone escribir un libro sobre Daniel Martínez, no una biografía, sino una investigación sobre quien aparecía como el candidato más firme a la presidencia por el Frente Amplio. Como hacía poco tiempo que me había quedado sin trabajo, no lo dudé. Por eso mis primeros agradecimientos son para ellos, a Claudio por los recuerdos de los años en que hacíamos periodismo escrito, y a Julián por plantearme la realización de un proyecto en el momento justo. El otro agradecimiento es para el propio Daniel Martínez, quien hizo, cada vez que pudo, un hueco en su apretada agenda laboral y también en la familiar, y destinó en total unas ocho horas para conversar sobre sus recuerdos y un tiempo que muchas veces compartimos, sin límite alguno más que el que a veces ponían las demandas de sus nietos. Han sido muchas personas las que han aportado datos para este libro. Muchos lo han hecho espontáneamente y han preferido el anonimato, otros están en las páginas. Vaya para ellos mi agradecimiento también. Debo reconocer, además, a quienes han hecho las primeras lecturas o han sabido de la idea y me han dado consejos e insumos: Andrea Cameselle, Linng Cardozo, Pedro Cribari, Alfredo García, Alicia Iglesias, Danilo Iglesias, Eugenia Ladra, Alfonso Lessa, Mónica Migdal, Juan Andrés Roballo, Roger Rodríguez y Gonzalo Pérez.

Este libro es sobre Daniel Martínez, sí, en lo formal, pero es también sobre uno de los períodos más oscuros que vivió nuestro país; la dictadura que se abatió en 1973 y lo que ocurrió luego de recuperada la democracia: sobre las ilusiones y las decepciones, todo a través de la palabra del protagonista, pero también de la memoria de muchos, la mía propia y el archivo.

Muchas veces no fue solo Daniel Martínez el que contaba, sino que se daba un intercambio de experiencias, de miradas, de recuerdos. Este libro trata, también, de ser una especie de reivindicación de una generación de la que no se habla mucho, casi nada: la Generación del 80 (GEN80), que muchas veces se confunde y se solapa con la Generación del 83 (GEN83), esta sí más mediática, más conocida, más reivindicada.

La GEN80, la de Martínez y la mía, la del plebiscito del No, gritado en silencio por 945.176 uruguayos, fue de alguna manera protagonista de aquel episodio; ante todo, una respuesta ética, un cachetazo a los militares que apenas logró abrir unas rendijas en unas puertas que estaban cerradas a cal y canto. El resultado de aquel plebiscito dio origen al proceso de apertura democrática que devino a partir del año 1983. El No fue el muro que le puso freno a la dictadura, el No fue lo que permitió que luego, en los años siguientes hubiera varios Sí. Fue una gran paradoja.

La historia de esa generación tiene a Daniel Martínez como uno de sus protagonistas, pero, aviso al lector, no van a encontrar en su accionar episodios épicos; van a encontrar historias pequeñas de heroicidad, historias de solidaridad, de hombres y mujeres que tenían miedo, historias mínimas, como la vida misma.

Martínez es un uruguayo medio, producto de la inmigración europea de la que se nutrió el país a principios del siglo pasado. Vivió una niñez relativamente tranquila, sin mayores problemas; las únicas tensiones que se vivían en su hogar de Punta Carretas tenían que ver con el catolicismo practicante de su madre y el agnosticismo de su padre, aunque el tema se administró siempre sin complicaciones.

El estudio, el barrio, los amigos, el deporte llenaban la vida de los niños y adolescentes que, de golpe, como le ocurrió a Martínez, vieron la cara más cruda de la represión de una dictadura que se instalaba en un país que hasta ese momento era un oasis institucional en un vecindario alterado.

Curiosamente no fue en su hogar, sino en la calle y en alguna medida en las aulas, que Martínez consiguió apasionarse por la política. Sus padres no estaban comprometidos con partido político alguno, ni siquiera se hablaba de política. Simplemente tenían sus valores, creían en la justicia y eso fue lo que le transmitieron a sus hijos, Daniel y Alicia Martínez. Así fue como esos años turbulentos lo llevaron a alinearse, casi sin darse cuenta, con el Partido Socialista.

No deja de ser poético que justamente una poeta, Teresa Amy, haya sido quien reclutó para la militancia en la clandestina Juventud del Partido Socialista a un jovencísimo estudiante llamado Daniel Martínez. El liceo, preparatorios y la facultad de ingeniería, así como los primeros trabajos y luego el ingreso como becario en ANCAP formaron el carácter de Martínez, un joven que pronto tuvo responsabilidades gremiales y políticas, pero que muy pocos lo sabían.

Aquí se van a encontrar con un hombre común y corriente, uno como tantos uruguayos de clase media, de origen cristiano católico, hoy agnóstico, un masón reciente, desde el año 2010, “un profesional, pero que no lo parece”, un ingeniero que no ha dejado de serlo a pesar de ser político, pero que también fue empresario emprendedor y sindicalista con altas responsabilidades en la central obrera.

Con ustedes, Daniel Martínez.

Antonio Ladra

Montevideo, enero de 2019

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