Todo sobre tu hijo

Fragmento



Índice

Portada

Índice

Agradecimientos

Epígrafe

Una infancia cada vez más breve

1. Relativizando algunos mitos

2. Las madres que trabajan, también, fuera de casa

3. El divorcio y los hijos

4. Abuelos en el siglo XXI : disfrutes viejos y desafíos nuevos

5. Adopción, adoptantes, adoptados

6. Los límites

7. Algunos secretos para usar las penitencias saludablemente

8. Los miedos, los miedosos y sus padres

9. Cuando separarse de los padres duele demasiado

10. Cerebro en desarrollo y pantallas: una relación inquietante

11. Para aprender mejor

12. Los disléxicos hoy

13. Vivir entre enemigos: el hostigamiento en la escuela

14. Cuando se pierde la alegría: la depresión en los niños

15. El control esfinteriano: método y vicisitudes

16. Del cielo al nunca más: el concepto de muerte para los niños

17. Los niños y el estrés tóxico

18. Las nuevas esclavitudes de los niños de hoy

19. ¡Mi hijo al psi… ¿qué?!

Biografía

Otros títulos de la autora

Legales

Grupo Santillana

Para mi familia, con forma peculiar y vida intensa.

Para los que están cerca y para los que están lejos, para quienes se fueron y para los que llegarán trayendo nuevos desafíos.

Si puedo evitar que un corazón se rompa,

No habré vivido en vano;

Si puedo aliviar el dolor de una vida,

O calmar un sufrimiento,

O ayudar a un pichón indefenso

A retornar a su nido, no habré vivido en vano.

EMILIY DICKINSON1

1. If I can stop one heart from breaking, / I shall not live in vain; / If I can ease one life the aching, / Or cool one pain, / Or help one fainting robin / Unto his nest again, / I shall not live in vain.

Una infancia cada vez más breve

“Infancias eran las de antes”, podríamos empezar diciendo, parafraseando a tantos nostálgicos que andan por el mundo. En parte tienen razón. Quienes fuimos niños hace unas cuantas décadas podemos dar testimonio de cuántas cosas han cambiado, para bien y para mal.

Antes los niños vivíamos en un mundo diferente al de los adultos. En nuestro mundo había pocas noticias, muy poco sexo, poquísima violencia y nada de apuro. Lo que parecía sobrar era el tiempo. Los días eran largos, las vacaciones larguísimas y la infancia parecía no tener fin. A los varones les crecían los pelos de las piernas mucho antes de que los dejaran ponerse pantalones largos y a las niñas no se las dejaba usar tacos altos ni pintarse hasta los quince años.

El tiempo pasó, la cultura cambió y hoy estamos en el siglo XXI. Los niños hoy tienen más derechos y más libertad. Afortunadamente en este lado del mundo ya no se mueren de difteria ni quedan marcados por la poliomielitis. Van a la escuela antes de dejar los pañales, aprenden muchas cosas, practican deportes y tienen una activa vida social. También están muy inmersos en el mundo adulto, donde participan de guerras y atentados mediatizados. Se les exige mucho en algunas áreas y muy poco en otras. Muchas cosas han ganado, muchas cosas han perdido.

Así como antes se ponía un freno exagerado al crecimiento y desarrollo de los niños, en nuestra cultura actual parecería que a veces se nos va la mano con el acelerador. Nuestros niños hoy se visten como adultos, participan pasiva o activamente de los conflictos y preocupaciones familiares y son expuestos con frecuencia a informaciones o situaciones que desbordan su capacidad de comprensión y de manejo saludable.

Muy pronto se vuelven consumidores; muy pronto, propietarios de objetos varios, y demasiado pronto andan estresados y preocupados por hacer todo lo que se les impone.

Incluso la biología parece estar acompañando esta carrera por crecer rápido, haciendo que cada vez más temprano el cuerpo madure sexualmente. Las niñas tienen su primera menstruación mucho antes, y tempranamente sus cuerpos parecen de más grandes.

En esta compleja interacción entre cultura y biología, la cultura apura a la biología y la biología agrega más confusión a la cultura. Muchas veces los adultos nos equivocamos cuando creemos que el crecimiento puberal implica madurez cognitiva y emocional. Esto no es así. Un ser humano de diez años, aunque tenga que usar soutien, sigue teniendo diez años, y eso implica pensar y sentir como alguien de esa edad. Tampoco los vuelve más maduros vestirse, hablar y mo

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos