Tus hijos hoy

Fragmento



Índice

Portada

Índice

Agradecimientos

Epígrafe

Cómo lograr que cada hijo llegue a ser la mejor versión posible de sí mismo

1. Transformarse en madres y padres

2. Su majestad el bebé

3. Placeres y desafíos con los preescolares

4. Comer bien

5. Educando con menos estrés

I. El arte de saber recompensar

II. Cómo transformamos, sin querer, a hijos colaboradores en niños indolentes

III. ¿Qué podemos hacer con la desobediencia?

IV. Alternativas (inteligentes y saludables) al castigo

6. Se agranda la familia

7. Peleas entre hermanos

8. La sexualidad y algunos de sus avatares

9. Encarando la adolescencia

10. Los tuyos, los míos y los nuestros

11. Un hogar emocionalmente fortalecedor

12. La empatía: vacuna antiviolencia

13. Las nuevas esclavitudes, un tema siempre presente

I. El «síndrome de déficit de naturaleza»

II. La pérdida de la vieja privacidad

III. Tiempo no apurado: especie en extinción

IV. Vivir con miedo y a la vez no temer poner la cabeza en la boca del león

14. Trastorno de déficit atencional con o sin hiperactividad: una vedette incomprendida

15. Poderoso caballero es Don Dinero47

16. Vacaciones y tiempo libre

Biografía

Otros títulos de la autora

Legales

Grupo Santillana

Para todos aquellos que colaboran en la tarea de

darle mejores personas al mundo.

Gracias a Mike, que me hizo el mate cargado de

apoyo cada una de las cálidas mañanas que dediqué

a la escritura debajo de sauces, pinos y anacahuitas;

y gracias también a los demás integrantes de mi privilegiado, fuerte y complejo ecosistema afectivo:

Mami, Mati y Anita, Agus y Fer, Cami, Alvi y Janice, Gus y Ale, Ale y Vale, Bautista, Belu,

Ismael, Mica, Tobías y Nicky, y a todos los que me

acompañan, a veces sin saberlo.

«Y tú verás que el mundo no está embrujado, que es tan real como el amigo que está a tu lado, y junto a él, tomándose de la mano, podrás cumplir con tus sueños haciéndolos realidad.

Así tendrás las botas de siete leguas de los demás que sueñan, como tú sueñas, que ese país nacido de fantasía será tan cierto algún día como un pedazo de pan.»

«El país de las maravillas»

HORACIO BUSCAGLIA Y GONZALO MOREIRA

Canciones para no dormir la siesta

Cómo lograr que cada hijo llegue a ser la mejor versión posible de sí mismo

Me atrevo a decir que ninguno de nosotros ha tenido hijos sabiendo a ciencia cierta lo que realmente significaba. Antes de tenerlos, la teoría, los sueños y los deseos tiñen lo que creemos saber sobre la crianza y el ejercicio de la maternidad y de la paternidad. La realidad es otra cosa. Una vez que comienza el larguísimo proceso de convertirse en madre o padre, día a día los hechos se nos imponen y nos enfrentan a desafíos insospechados.

Esta verdadera revolución, personal y familiar, empieza desde el mismísimo momento en que nuestro hijo o hija nos habita, impertinente y milagrosamente, demostrándonos que tiene vida propia. Enseñándonos, desde el principio de esta historia, que podemos y debemos cuidarlo, protegerlo y ofrecerle el mejor clima posible para su desarrollo, pero que no podemos hacer de él o de ella lo que nosotros queremos. Porque el sueño ya es realidad, y esa realidad tiene identidad y vida propias. Entonces entendemos que nuestra responsabilidad va más allá del cuidado y la educación: pasa también ineludiblemente por la aceptación y el respeto.

Es cierto, no podemos transformar a nuestros hijos en lo que no son. Como padres, no lo podemos todo, no somos la única influencia ni tenemos todo el poder. Sin embargo, seguimos siendo la variable más importante en la construcción de ese ser humano que trajimos a este mundo.

De eso que podemos hacer los padres para criar mejor a nuestros hijos es que trata este libro.

No hay en el mundo tarea más importante ni más exigente que criar hijos. Tampoco hay experiencia más enriquecedora, que nos ubique más claramente en este extraño lugar que tenemos los humanos entre la vulnerabilidad y el poder.

A pesar de su enorme relevancia, nadie nos enseña a ser padres… y quizás no sea del todo posible aprenderlo de otros, porque no hay una única manera de serl

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