Índice
Portadilla
Índice
Dedicatoria
Cita
Prólogo y agradecimientos
Notas al Prólogo
Introducción
Primera parte. Postguerra: 1945-1953
I. El legado de la guerra
II. Justo castigo
III. La rehabilitación de Europa
IV. El acuerdo imposible
V. La llegada de la Guerra Fría
VI. En el torbellino
VII. La guerra de las culturas
Coda: El fin de la vieja Europa
Notas a la Primera parte
Segunda parte. El malestar en la prosperidad: 1953-1971
VIII. La política de la estabilidad
IX. Ilusiones perdidas
X. La era de la opulencia
Postdata: Historia de dos economías
XI. El momento de la socialdemocracia
XII. El espectro de la revolución
XIII. El fin de la cuestión
Notas a la Segunda parte
Tercera parte. Himno final: 1971-1989
XIV. Expectativas reducidas
XV. Un nuevo tono político
XVI. Una época de transición
XVII. El nuevo realismo
XVIII. El poder de los sin poder
XIX. El fin del viejo orden
Notas a la Tercera parte
Cuarta Parte. Después de la caída: 1989-2005
XX. Un continente fisible
XXI. La hora de la verdad
XXII. La vieja y la nueva Europa
XXIII. Las variedades de Europa
XXIV. Europa como forma de vida
Notas a la Cuarta parte
Epílogo
Desde la casa de los muertos. Un ensayo sobre memoria europea contemporánea
Notas al Epílogo
Créditos fotográficos
Índice onomástico
Otras ilustraciones
Sobre el autor
Créditos
Grupo Santillana
Para Jennifer
Pero el carácter antiguo de una historia, ¿no es tanto más profundo, más completo y legendario, cuanto se desarrolla más inmediatamente antes de ahora?
THOMAS MANN, La montaña mágica
PRÓLOGO Y AGRADECIMIENTOS
Europa es el más pequeño de los continentes. En realidad no es ni siquiera un continente, sino sólo un subcontinente anejo a Asia. La extensión total de Europa (sin incluir a Rusia y Turquía) es de cinco millones y medio de kilómetros cuadrados: menos de dos terceras partes de la de Brasil y apenas algo más de la mitad que la de China o Estados Unidos. Parece más empequeñecida aún al estar al lado de Rusia, que abarca diecisiete millones de kilómetros cuadrados. Pero en la intensidad de sus diferencias y contrastes internos, Europa es única. En el último recuento comprendía cuarenta y seis países. La mayoría de ellos son Estados y naciones con su propia lengua; bastantes incluyen naciones y lenguas adicionales que no constituyen Estados; todos cuentan con una historia, una política, una cultura y unos recuerdos diferenciados y al mismo tiempo entrelazados, y cada uno de ellos ha sido estudiado en profundidad. Todo lo que se ha escrito, tan sólo en lengua inglesa, acerca del breve periodo de sesenta años de la historia de Europa posterior a la Segunda Guerra Mundial (especialmente sobre este periodo más que ningún otro) resulta inabarcable.
Nadie puede por tanto aspirar a escribir una historia del todo exhaustiva o definitiva de la Europa contemporánea. En mi caso, mi propia inadecuación para la tarea se ve agravada por la proximidad: nací poco después del final de la guerra y soy contemporáneo a la mayoría de los hechos descritos en este libro, por lo que recuerdo haber conocido, observado o incluso participado en gran parte de esta historia según se ha ido desarrollando. Si este hecho facilita o dificulta mi comprensión de la historia de la Europa de la postguerra es algo que desconozco. Lo que sí sé es que a veces puede complicar bastante la tarea de encontrar el desapasionado distanciamiento del historiador.
Este libro no ambiciona tamaño objetivo de imparcialidad. Sin renunciar, espero, a la objetividad y la justicia, Postguerra presenta una interpretación claramente personal del pasado reciente europeo. Utilizando un término que inmerecidamente ha adquirido connotaciones negativas, se trata de un libro apasionado. Algunas de sus opiniones pueden resultar quizá controvertidas, otras sin duda equivocadas. Todas son falibles. Para bien y para mal, son mías, como también lo son los posibles errores que inevitablemente han de surgir en un trabajo de esta extensión y alcance. Pero si su número no es excesivo y al menos algunos de los juicios y conclusiones de este libro son perdurables, se debe en gran medida a los muchos expertos y amigos en quienes he confiado durante el proceso de su investigación y redacción.
Un libro de este tipo se apoya, en primer lugar, en los hombros de otros libros[1]. Entre las obras clásicas de la historia moderna que me han servido de inspiración y ejemplo se incluyen La era de los extremos, de Eric Hobsbawm; Europe in the Twentieth Century (Europa en el siglo XX), de George Lichtheim; Historia de Inglaterra. 1914-1945 (FCE, 1989), de A. J. P. Taylor, y el reciente El pasado de una ilusión: ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX (FCE, 1995), de François Furet. A pesar de