Créditos UVA

Mariano Otálora

Fragmento

Introducción

Créditos UVA: ¿milagro o pesadilla a futuro?

El argentino normalmente le tiene pánico a dos cosas: comprometerse en sagrado matrimonio y comprometerse a firmar un crédito a largo plazo. Sabe que el amor, como la economía, son disciplinas volátiles. Como no somos consejeros sentimentales —un área harto más compleja que la economía—, en este libro nos dedicaremos al segundo de los miedos.

En la mayoría de los casos, el temor es una reacción biológica y animal. Nos da miedo lo que en el pasado nos hizo daño, y también lo desconocido. Si uno decidiera sacar un crédito hipotecario a veinte años, debería sortear cinco períodos presidenciales distintos, y a treinta años, siete. En un país tan cíclico y resbaladizo como la Argentina, comprometerse a plazos semejantes es una odisea que comprensiblemente nos pone los pelos de punta.

La realidad indica que en la Argentina, durante los últimos años, fueron pocos los que pudieron emprender el sueño de la casa propia, crédito mediante. Las cosas, en lugar de mejorar, empeoraron. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en 2003, el 24% de los hogares estaba conformados por inquilinos. Para 2017, ese valor había alcanzado el 31%. A nivel país, la foto del déficit habitacional es incluso más terrible: se calcula que 3.500.000 familias sufren la falta de vivienda y quedaron ya consolidadas como inquilinos perpetuos. A esto hay que sumarle una disparada en los precios de los inmuebles. En los últimos veinte años, las propiedades crecieron 120% en dólares. Para dar un ejemplo: en 1998, para comprar un departamento de dos ambientes de 50 m2 en la Ciudad de Buenos Aires, se necesitaban 44 mil dólares. Hoy en día, se deberían desembolsar 100 mil dólares. La ecuación es cada vez más restrictiva.

Sin crédito no hay sueño; sin una economía estable y predecible, tampoco. Nuestro país, en ese sube y baja permanente, cada tanto beneficia a algunos y perjudica a otros. No hay un equilibrio, es a todo o nada: un sistema injusto que premia azarosamente.

Como correlato, los precios de las propiedades crecieron por encima del salario y las tasas de interés de los créditos cada vez más elevadas impidieron que las familias pudieran acceder… Todo esto, resultado de vivir en una de las economías con mayores niveles de inflación del mundo: 29% anual en los últimos cinco años, solo por debajo de países como Venezuela o Sudán del Sur.

El gran mal de la economía argentina es la inestabilidad. O, en otras palabras, el fantasma de las crisis que se repiten con una frecuencia que no tiene precedentes en ninguna otra región del planeta.

De tanto en tanto, los asesores financieros debemos dar respuesta a fenómenos y medidas nuevas que prometen un gran cambio y que no siempre cumplen. El caso de los créditos UVA, replicados del modelo de las UF de Chile (Unidades de Fomento), se presenta como una alternativa para acceder a los créditos hipotecarios aptos para todo público. Para aquellos hogares que, hasta ahora, no encontraban un modo de acceder al crédito, allí están los UVA

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