1.ª edición: julio, 2017
© 2017 by Mayte Pascual
© Ediciones B, S. A., 2017
Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
ISBN DIGITAL: 978-84-9069-592-0
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Para ti, mamá.
Qué razón tenías…
Solo puedo decir
que ahora lo entiendo todo.
Una razón más
para recordarte
lo mucho que te quiero.
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Epílogo
Agradecimientos
Promoción
CAPÍTULO I
«Voy a vomitar, voy a vomitar, voy a vomitar…».
—¿Te encuentras bien, Nel?
Alejo me saca de mis ensoñaciones desquiciadas. Trago saliva e intento enfocarlo con un gesto de fingida profesionalidad.
—¿¿¿Yooo??? Perfectamente.
—Vale. Lo que tú digas.
—¿Han llegado ya?
—Aún no, pero no te preocupes. He hablado con Pedro y nos avisará cuando entren.
«¿¿Quién??».
Alejo adivina mis pensamientos.
—El guardia de seguridad, Pedro.
—Perfecto. Avísame, por favor.
En cuanto Alejo sale de mi despacho, me hundo en la silla. Estoy en un tris de meterme debajo de la mesa y no hacer acto de presencia hasta mañana, pero estoy decidida a mantener el tipo como pueda. Rebusco en el primer cajón de la mesa y encuentro las pastillas que compré el año pasado cuando tenía una gripe horrible que debería haber pasado en cama. No hay ni rastro del ibuprofeno, así que tendrán que servir. Me tomo dos con un trago de Coca-Cola helada y noto cada una de las burbujas como cristales clavándose en mi garganta.
No había otro día. No había días en la semana, en el mes, en el año. Solo podía ser el día después de la cena de Navidad de la empresa el elegido por los socios del bufete para convocarnos a una reunión de grupo y tratar los objetivos del próximo año.
—¡Ya están aquí! ¡Están en el ascensor!
Alejo entra como un loco en el despacho y estoy a punto de tirarme toda la Coca-Cola encima.
—¡¡Joderrrrr!!
—Lo siento, lo siento, lo siento… —Se acerca a mí como una moto y comienza a revisarme el jersey que, cómo no, hoy he decidido que sea blanco—. No, no hay ni gota, no te preocupes. —Me observa frunciendo el ceño—. ¿Seguro que estás bien?
—Mira, Alejo, cariño… —Intento hablar calmadamente y no perder los nervios—. Si vuelves a preguntar