Agradecimientos
Durante este trayecto de nueve meses, contamos con la inestimable colaboración de muchas personas que nos tendieron la mano para ayudarnos y animarnos a seguir nuestro camino. Por ello queremos agradecer el apoyo incondicional de excelentes profesionales y amigos.
Nuestro agradecimiento eterno a los ginecólogos que durante nuestros embarazos cuidaron de que todo transcurriera plácidamente, sin problemas, nos dieron seguridad y asistieron nuestros partos, los doctores Antoni Llauradó y Enric Grífols Roura. También a las comadronas Silvia Luquín y Esther Grau, por estar a nuestro lado cuando más las necesitamos.
Gracias a los ginecólogos del Hospital del Mar de Barcelona, doctores Maite Castillo, Antonio Payá, M. A. Checa, Maite Rovira, Arturo Garrido, Domènec Figueras, Marga Gómez, Mar Vernet, Carme Ollé, Josep Sales, Pere Fusté, Ricardo Rubio, Sílvia Planas, Cristina Mariné, Carol Rueda, Maria Prat, Ricard Peiró, Elisabet del Amo, Manuel Mariño y Ramon Carreras, por su entusiasmo. Mil gracias también al doctor Raúl Villanueva, ginecólogo y ecografista, por tantas aclaraciones sobre ecografías. Y al eficiente equipo de comadronas de este hospital.
Gracias a la dietista Anna Villanueva por sus consejos, sus observaciones y aportaciones sobre las propiedades de los alimentos, pero sobre todo por su forma de ser y de hacer tan motivadora.
A la doctora Montserrat Andreu, digestóloga, y al doctor Albert Goday, endocrinólogo del Hospital del Mar de Barcelona por estar ahí cuando los hemos necesitado.
Y a las pediatras, doctora Maria Àngels López Vílchez del Hospital del Mar y doctora Eulalia Escudé, del Centro de Atención Primaria Sant Joan, por refrescarnos la memoria sobre el cuidado del recién nacido.
Gracias a los doctores Agustí Serés, genetista de Prenatal Genetics, por sus didácticas lecciones de genética y a Josep Roura, otorrino, por sus aportaciones sobre el oído del bebé. Al doctor Fernando Merelo de Barberá, responsable del Área de Medicina Aeronáutica de Iberia, por la información que nos proporcionó sobre embarazo y la posibilidad de viajar en avión. A la comadrona Rosa Fargas, que nos «presentó» a Frédérick Leboyer.
A la doctora Alba Vilas, por su atención constante y sus acertados comentarios. Y a Eva Vela Martínez, comadrona de ASSIR (Atenció a la Salut Sexual i Reproductiva de Roquetes), por darnos indicaciones precisas sobre la donación de sangre del cordón umbilical.
Gracias a Carles Roy y Víctor Clua, osteópatas y terapeutas manuales, por aliviar mareos y otras incomodidades con sus expertas manos.
¿Y qué hubiéramos hecho sin la estupenda comadrona y amiga Imma Capella? Gracias a ella, además de contagiarnos su alegría, pudimos reunir a futuras mamás, a punto de dar a luz, que nos contaron cómo se sentían y cómo estaban viviendo la gestación de su primer hijo. Y compusimos la canastilla más completa y práctica del mundo.
Gracias a los papás y mamás Doris Buj, Sílvia Ortiz, Eulalia Pérez-Lucía, Inés Mateu, Sílvia Manzanal y Esteve Pedrola, por compartir con nosotras algunas inquietudes, un montón de anécdotas y sobre todo muchas risas, con galletas y zumos de fruta. Y a otras mamás que nos aportaron mucho, quizá sin darse cuenta, al regalarnos su tiempo y sus historias, a Muntsa Rius, Marta Batlle, Clara Figueras, Carme Comellas, Gemma Figueras, Magdalena Oliver y Montse Guallar.
Gracias al doctor Carlos Navales y a la doctora M. Àngels Mateu, por compartir tantos momentos y experiencias.
Un agradecimiento a Noemí Suriol Puigvert, directora del Método Lenoarmi, por enseñarnos a nadar con los bebés. Y a Noemí Gallardo, por sus observaciones acertadas y por la magnífica traducción.
Gracias a la doctora Sandra Hernández, por ser nuestra excelente guía en la Maternitat barcelonesa y mostrarnos las salas de parto no medicalizado y los protocolos a seguir. A la doctora Anna Goncé por presentarnos a la veterana comadrona Marina Arbuniés, que nos ofreció su complicidad y paciencia ante nuestras muchas consultas.
Gracias a Mònica Glaenzel, gran amiga y gran mamá, por compartir con nosotras su extraordinaria e íntima experiencia de tener a la preciosa Etna en casa.
Un agradecimiento en mayúsculas a Pepi Domínguez, experta comadrona de la Cooperativa Titània-Tascó y autora de la Guía de actuación de asistencia del parto en casa, una guía pionera en España dirigida a profesionales de enfermería. Nuestro respeto más absoluto por tu trabajo, Pepi. Gracias por regalarnos parte de tu tiempo, tu sabiduría y tu profesionalidad.
Gracias a Silvia Bastos, nuestra agente literaria, y a Laura Álvarez, nuestra editora, que creyeron desde un primer momento en el proyecto, por su dedicación y su amistad.
Y por último, aunque ellos saben que para nosotras son los primeros, gracias a nuestra familia, a Joan Barril y Joaquim Roy, a los hijos mayores Alba, Lluís, Carles, Joan y sobre todo a nuestros hijos pequeños Isabel Barril Basil y Adrià Roy Roca, que vivieron el embarazo del libro como si se tratara de un hermanito invisible que les robaba un ratito a sus mamás.
Prólogo
¿Por qué hemos escrito este libro?
Prácticamente todas las mujeres que esperan su primer hijo sienten una necesidad imperiosa por conocer cómo se va a desarrollar su emba razo.
Es lógico siendo primerizas. Por mucho que les hayan contado que tener un hijo es la cosa más natural del mundo, que el embarazo va a durar nueve meses y que el ginecólogo lo tendrá todo bajo control, las embarazadas necesitan sentirse acompañadas durante este largo y singular período de su vida. Para ellas es como entrar en una dimensión desconocida. Y ¿qué es lo que hacen? Adquirir libros y revistas que traten sobre su nuevo estado físico y emocional.
Eso es lo que hicimos nosotras en su día. Leímos libros muy divertidos sobre experiencias personales pero sin ningún rigor médico y otros muy documentados científicamente en los que se explicaban de manera exhaustiva y repetitiva los síntomas que se producían mes a mes, incluyendo las consecuencias más funestas que podían darse en gestaciones complicadas. Unos estaban escritos por mujeres que te contaban su embarazo y otros por expertos ginecólogos que analizaban semana a semana los cambios que toda embarazada sufre física y emocionalmente pero sin ninguna complicidad con la lectora.
Un buen día, una mamá periodista le propuso a una buena amiga que, mira tú por dónde, era una mamá ginecóloga, que escribieran las experiencias personales que vivieron estando embarazadas de su primer hijo pero sin olvidar los conocimientos médicos sobre obstetricia. Lo cierto es que entre las dos autoras sumamos seis hijos, aunque con una clara vic toria por goleada: Basil 5-Roca 1. Si la periodista ha conocido muchas historias de mujeres embarazadas, imagina las que ha vivido de cerca la ginecóloga después de treinta años asistiendo partos. Con todo este material sensible, hemos confeccionado, más que una guía del embarazo, un encuentro de amigas que entienden la situación que vive la mujer que espera su primer hijo. Porque entendemos cómo te encuentras, te hablamos de tú a tú, intentando responder con claridad y rigor, pero sin perder el humor, aquellas cuestiones propias de una gestación. Al escribirlo, nos centramos en la realidad sanitaria de nuestro país y no en la estadounidense. Y es que la mayoría de los libros que encontramos sobre embarazo están escritos por mujeres o ginecólogos estadounidenses. Tal vez os sorprenda pero, aunque el proceso de engendrar y gestar un bebé es el mismo aquí que en las antípodas, en Estados Unidos la situación sanitaria es distinta. Además vimos que en estos libros faltaba actualizar y revisar temas, recomendaciones y diversos tipos de análisis que en nuestro país o ya no se practican o, sencillamente, nunca se han practicado.
Escribir este libro ha sido como un parto: su gestación ha durado nueve intensos meses en los que contamos con la complicidad de nuestras parejas, que leían con sincero interés páginas y más páginas, y gracias a sus comentarios y propuestas, entendimos cómo se sienten ellos ante el embarazo, y por ello, desde el primer capítulo, reivindicamos su condición de padres. Cuando veas que el texto cambia de color es que nos dirijimos básicamente al padre. Lo escribimos con nuestros hijos reclamando constantemente nuestra atención a través de llamadas continuas al móvil, jugando bajo la mesa del ordenador o revoloteando a nuestro alrededor, para que dejáramos de teclear de una vez por todas.
Creemos que todo ello ha valido la pena. La elaboración de este libro ha sido una fiesta y una asignatura más para aprender a ser madres. Si compaginar la vida en pareja, la dedicación a los hijos, la organización doméstica y el trabajo fuera de casa es algo que vas aprendiendo en el curso acelerado de la vida, esta nueva materia, escribir un libro, ha resultado ser una experiencia intensa y gratificante.
El resultado lo tenéis en vuestras manos. Si lo deseáis, os acompañaremos para vivir juntas la maravillosa experiencia de ser madres.
1. Introducción
Estoy esperando un bebé
Si en este preciso instante, mientras lees estas líneas, ya sabes que estás embarazada, ¡enhorabuena! Y sé bienvenida al club de las futuras mamás. Disfruta de estos nueve meses y de las nuevas sensaciones que vas a vivir. Tu cuerpo va a cambiar, tu relación de pareja va a cambiar; de hecho, tu vida va a cambiar. No te asustes, con todo saldrás ganando. Pero ahora te harás muchas preguntas. Este libro que tienes en tus manos es una herramienta útil que pretende responderlas. Con rigor, claridad, humor y experiencia, trataremos a fondo esas dudas, temores e inseguridades que se producen inevitablemente y que, con mayor o menor intensidad, toda mujer siente en su primer embarazo. Con el segundo… es otra historia.
¡Quiero tener un hijo!
Si cuando leas estas líneas no estás esperando un bebé, aunque ésta sea tu intención, el primer capítulo está dedicado especialmente a ti. Hay muchas preguntas sobre el embarazo que surgen justamente cuando una pareja se plantea tener su primer hijo; otros interrogantes aparecen cuando la concepción no se consigue con tanta facilidad como se esperaba. También tenemos respuestas para ti. Pero ante todo, ten paciencia, hay que tomarse las cosas con calma. Y lee a fondo el segundo capítulo del libro.
Cómo funciona el libro que tienes en tus manos
Está claro que quieres tener un hijo o que ya estás embarazada. Una de las características de la futura mamá es preguntar no sólo a su médico, también a su madre, a su hermana, a la portera de su casa o a las amigas con niños. Y a veces se hace más caso de las recomendaciones de las amigas que de las del médico. Es más, a menudo hay interrogantes que ni se los plantearás al ginecólogo. Son aquellos que tienen que ver con la irritabilidad o los cambios de humor, por ejemplo, o con algunos otros que la embarazada cree que son sentimientos confusos y piensa que su ginecólogo no entenderá. Totalmente falso, claro. Los entiende y te dará respuestas para cada uno de ellos. No creas que se va a reír de tus sensaciones y va a restar importancia a tus miedos. En este libro, no dejaremos de lado estos aspectos y también te explicaremos a qué son debidos ya que pueden parecerte más propios de un análisis psicológico que ginecológico y no es así. Te adelantamos que se producen en mayor o menor medida por tu nuevo estado. Ya lo comprobarás.
Basándonos en la experiencia como madres que somos y en los conocimientos de obstetricia, verás que la estructura del libro está organizada en torno a todas aquellas preguntas que una mujer se hace antes, durante y después del embarazo, en el posparto, hasta llegar a casa con uno más en la familia. Piensa que no todo lo que aparezca en cada capítulo tiene por qué ocurrirte. Hay mujeres que hasta los cinco meses de embarazo no se les aprecia a simple vista su estado de buena esperanza. Otras, desde el primer mes, sienten mareos y náuseas y sus cuerpos evidencian que están esperando un bebé. Cada embarazo es distinto, aunque existen síntomas comunes con los que sin duda te identificarás. Es normal que cuando visites al ginecólogo saques una lista con distintas cuestiones que has ido anotando para resolver dudas. Esta lista irá aumentando como tu barriga. Aquí encontrarás las respuestas.
Aviso para el futuro papá
A partir de ahora, tú también deberás vivir el embarazo de forma activa. Ni se te ocurra pensar que esto es sólo cosa de mujeres y que el padre de la criatura no puede hacer nada hasta que el bebé nazca. Así que, por primera vez en un libro sobre el embarazo, el futuro papá también es protagonista desde las primeras páginas.
No debes sentirte, en todo este maravilloso proceso, como un capítulo aparte o como alguien que ni siente ni padece en estos meses. Naturalmente tú no te marearás, ni crecerá tu vientre, ni notarás pataditas dentro de ti, ni romperás aguas. Pero de lo que no vas a librarte es de ciertas sensaciones nuevas, momentos de euforia mezclados con otros de inseguridad, de algún que otro ataque de responsabilidad ante lo inminente, y tal vez sentirás vértigo al comprobar que definitivamente la pareja, el dúo, va a transformarse en un trío, o quizá ¡en un cuarteto! Estas situaciones están contempladas en este libro. Así que te animamos a que lo leas de cabo a rabo.
Para empezar, es importante que vivas cada etapa del embarazo con ella y adaptarte a la situación como lo hará tu pareja. Es vuestra primera experiencia como futuros padres y la experiencia será irrepetible. Si os animáis a tener un segundo bebé… no lo dudes, será otro libro.
Advertencia de las autoras
Por pura economía de género, cuando escribamos «ginecólogo» será como decir «ginecóloga».
Por lo tanto, si tu médico es mujer, estupendo, pero no distinguiremos en cada momento si es hombre o mujer y deberás entender por «médico» o «ginecólogo» cualquiera de los dos sexos. Al igual que cuando leas «tu hijo», no nos referiremos a si es niño o niña y sólo especificaremos el sexo masculino o femenino cuando sea necesario.
De todas maneras, debes saber que, en la actualidad, en las facultades de medicina se licencian más mujeres que hombres. Y, por otro lado, no debes sorprenderte si tu comadrona resulta ser un hombre. Hay pocos, pero los hay.
2. La gran decisión
Habéis decidido ser padres. Lo estáis intentando y puede que lo consigáis al primer intento o puede que no. En el segundo caso, hay que tomarse las cosas con calma y no empezar a verlo todo desde el lado oscuro.
Para empezar, este primer capítulo tratará de resolver las cuestiones que se plantea una pareja antes de que ella se quede embarazada.
La visita preconcepcional
No es frecuente que una mujer sana acuda al ginecólogo para explicarle sus planes. De todas maneras la visita preconcepcional tiene sus ventajas ya que el profesional puede resolver cualquier duda o temor que te plantees de antemano. Es posible que te proponga realizar alguna prueba, por lo general un simple análisis de sangre, que corrobore tu buen estado de salud. Seguramente te aconsejará que tomes ácido fólico, lo que contribuirá al buen desarrollo del sistema nervioso del futuro embrión, que es lo primero que se formará.
Además te recomendaríamos que antes de quedarte embarazada visites a tu dentista. El odontólogo te hará una limpieza dental y observará si hay alguna caries o si hay que sacar una muela. La anestesia necesaria en una extracción no es demasiado conveniente para el feto. Si tus dientes están sanos, durante el embarazo difícilmente aparecerá una caries de tal magnitud que obligue a que te despidas de uno de tus dientes.
Pero si no has ido al dentista y, ya estando embarazada, descubrieras que tienes una caries, él controlará que el anestésico no suponga ningún riesgo para el pequeño. Haznos caso; si estás a tiempo, es mejor una buena puesta a punto de tu boca.
¡Atención si eres diabética! En tu caso sí que deberías acudir al ginecólogo o al endocrinólogo antes de concebir ya que es muy importante que tu nivel de azúcar en la sangre esté absolutamente controlado en el momento de quedarte embarazada.
La elección del ginecólogo
Si tu ginecólogo habitual te merece toda la confianza del mundo y estás a gusto con él, no cambies de médico. Además de la profesionalidad intachable de tu médico, lo más importante es que confíes en él, que exista una buena química entre los dos. Piensa que la relación será muy estrecha durante nueve meses. Debes encontrar a alguien asequible, al que puedas llamar, sin atosigarle, si tienes alguna duda o algún problema fuera de las horas de consulta.
Sobre la conveniencia de elegir entre un médico o una médico depende de ti. Tú decides.
Si no tienes ginecólogo o si tu ginecólogo habitual no atiende partos, entonces deberás empezar la búsqueda. Además de confiar en la orientación que pueda darte tu médico sobre otro colega que sí asiste partos, pregunta a tus amigas que ya han tenido un bebé, a tu madre, a tu hermana o a tu intuición hojeando la lista de especialistas de tu seguro médico.
Recuerda que la Seguridad Social no admite elección alguna: te toca quien te toca. Según el hospital al que acudas, el ginecólogo que siga tu embarazo no será necesariamente el que te asista en el parto. Infórmate antes.
Una mirada al interior de nuestro cuerpo
De la misma manera que para conducir no hace falta conocer todas las piezas de la mecánica de un coche, tampoco para vivir hace falta conocer todo lo que sucede en el interior de nuestro cuerpo. Pero te dispones a hacer uso de algunos órganos de los que hasta ahora sólo habías oído hablar pero que, a partir de tu maternidad, van a ser determinantes. Bueno es que hagamos un pequeño tour para conocerte un poco mejor. Si la Naturaleza es sabia, ¿por qué no intentar saber cosas de tu propia naturaleza?
El aparato reproductor femenino
El aparato reproductor femenino está formado por los ovarios, las trompas de Falopio y el útero. En la siguiente página encontrarás un dibujo para orientarte mejor.
El ciclo menstrual se inicia en el ovario. Es allí donde madura un folículo que liberará un óvulo. Eso es la ovulación.
Te preguntarás ¿y qué es un folículo? Síguenos en este curioso viaje al fondo de tus ovarios. Imagínate que el interior del ovario es un campo de tierra fértil donde se encuentran miles de semillas. Esas semillas, para entendernos, son los folículos. A lo largo de tu vida las semillas, es decir, los folículos, están contados. Has nacido con ellos y hay suficientes para que puedas tener familia numerosa y te sobren algunos miles.

En ese campo fértil bajo cuya tierra están los folículos se dispara un aspersor de riego, como los que hay en los prados. Pero de ese aspersor no sale agua, sino una hormona de las muchas que fabrica esa prodigiosa glándula que tenemos en el centro del cerebro llamada hipófisis. Esa hormona, que permitirá la ovulación, se llama Follicle-Stimulating Hormone o FSH (unas siglas que en inglés definen a la hormona estimulante del folículo).
Esa hormona, como el agua en el campo, va a permitir el crecimiento de las semillas. Pero lo curioso es que la FSH sólo va a provocar el crecimiento de un único folículo. Continúa imaginándote, pues, este campo de tierra fértil donde un invisible jardinero va regando con la hormona estimulante del folículo el interior del ovario hasta que uno de esos folículos empieza a crecer, a desarrollarse y a producir un óvulo que va a desprenderse del ovario. Esto ocurre cada mes y es la ovulación.
El óvulo se despide del ovario y empieza su camino. Es como si saliera de casa y se fuera a ligar con el mejor de los espermatozoides que va a encontrar en su breve trayecto. El óvulo es captado por la trompa de Falopio, una especie de embudo cuyo nombre se debe a su descubridor. La trompa, con pequeños movimientos, va impulsando al óvulo hasta el útero. Si en estos momentos has tenido relaciones, cabe suponer que en dirección contraria están llegando millones de espermatozoides con ganas de encontrar el óvulo de su vida. Cuando este encuentro se produzca, y sin que tú te des cuenta, te habrás quedado embarazada.
Pero eso podría no suceder. El óvulo continúa su marcha a través de las trompas y, si no hay entrada de espermatozoides, es decir, si no has tenido relaciones o te has protegido con un preservativo, el óvulo llegará a su lugar natural: el útero. Piensa que el útero siempre está a punto para servir de nido al óvulo fecundado. En el caso de que el óvulo llegue al útero sin estar fecundado, el endometrio, es decir, el tejido que recubre la parte interna del útero, se da cuenta de que lo que le acaba de llegar de las trompas es un óvulo sin ningún interés para su función protectora. «Aquí no hay nada que proteger», piensa el útero. Y en aquel momento el endometrio del útero se va destruyendo y se descama, dando lugar a una hemorragia. Sí señora: así se hace la regla. Por eso, a la menstruación se la ha dado en llamar de forma poética «el llanto del útero vacío», que ya son ganas de ponerse cursi con ese fenómeno tan latoso que es la regla.
Recordemos lo que decíamos al principio. Cuando nace una niña todos los folículos ya están en su sitio, es decir, todas las semillas ya están sembradas. A partir de la pubertad, cuando empiece todo el funcionamiento hormonal, se producirá la maduración del primer folículo, la primera ovulación y, cabe esperar también que la primera regla. Es la menarquia. A partir de entonces, cada mes, el ovario recibirá su preceptivo riego de hormona estimulante del folículo (nuestra amiga FSH, vaya). Y una advertencia, si eres aficionada a la ruleta, ya sabes: rojo o negro, par o impar, olvídate. La estimulación de los ovarios no se basa en ninguna alternancia del tipo «ahora el derecho, ahora el izquierdo». La FSH actúa de forma aleatoria. Y, en el caso de que una mujer, por las causas que sea, carezca de uno de los dos ovarios, sus posibilidades de quedar embarazada son idénticas a las de una mujer con los dos.
Lo dicho: muchos folículos para toda la vida. Hay de sobra, pero ni uno más.
Por el contrario el niño, cuando empiece a ser un hombre, deberá producir durante toda su vida miles de millones de espermatozoides nuevos.
Las pastillas anticonceptivas
Una vez comprendido el funcionamiento del ciclo menstrual, se hace mucho más sencillo entender cómo actúan las pastillas anticonceptivas.
Repasemos. El primer día del ciclo es el primer día de la regla, eso lo sabes perfectamente. Ya hemos dicho que la regla es el resultado de un óvulo no fecundado. Pues bien, justo en el primer día del ciclo, la hormona hipofisaria, que nunca se da por vencida, empieza a estimular la maduración de otro nuevo folículo en el ovario. El folículo que va a madurar también segrega otra hormona: el estrógeno. Cuando el folículo está maduro, a punto de convertirse en óvulo, el estrógeno ha llegado a su máximo nivel, lo que provoca que se libere una nueva hormona por parte de la hipófisis que es la llamada LH (hormona luteinizante) que, para entendernos, es la hormona que va a amarillear lo que quede del folículo en el interior del ovario.
Pues ahí está el proceso. Sobre la tierra fértil del interior del ovario hemos asistido a un riego de FSH. El folículo ha empezado a liberar estrógeno y, como respuesta, la hipófisis —sabia jardinera— ha decidido precipitar la ovulación con la LH. Efectivamente, la LH actúa sobre el folículo para que se rompa y dé lugar a un óvulo nuevo que va a seguir el mismo camino que sus antecesores.
Una vez el óvulo se ha puesto en camino, los restos del folículo quedan en el ovario, de la misma manera que en el campo queda la planta de la alcachofa aunque el hortelano se haya llevado la alcachofa. Y son esos restos del folículo los que dan la alarma de que un óvulo se ha escapado. En el ovario se forma el llamado cuerpo amarillo o cuerpo lúteo con los restos del folículo que, a su vez, empieza a segregar progesterona. Con niveles tan altos de estrógenos y de progesterona, la hipófisis se da cuenta de que su función ha terminado hasta nueva orden —es decir, hasta el próximo ciclo— y el riego de FSH y de LH se interrumpe. No sólo eso: los niveles de estrógeno y de progesterona habían advertido al útero de que algo bueno estaba bajando por las trompas. Y el útero, entendiendo el mensaje, había preparado su endometrio para acoger un posible óvulo fecundado.
Pero ese óvulo que circula por las trompas puede no encontrarse con ningún espermatozoide o, si lo encuentra, puede que no sea un espermatozoide con ganas de juerga. ¿Qué sucede entonces? Pues que, si el óvulo no es fecundado, al cabo de catorce días el cuerpo lúteo deja de funcionar causando un descenso brusco de progesterona y de estrógeno.
¿Quiénes son el señor Estrógeno y la señora Progesterona? Esas dos hormonas habían actuado como una agencia de viajes que reserva una habitación de hotel para sus viajeros. Pero, al no quedar fecundado el óvulo, la agencia de viajes interrumpe sus llamadas, y el Gran Hotel Útero, harto de esperar, decide cambiar el decorado de su habitación. El endometrio se descama, se destruye y ya tenemos una nueva hemorragia menstrual.
Las píldoras anticonceptivas son, en realidad, dosis continuadas de estrógeno y de progesterona. Es decir, impiden que la hipófisis riegue el ovario con FSH. Al no llegar FSH al interior del ovario, el folículo no madura. Y al no madurar, la ovulación no tiene lugar.
En este proceso de engaño por parte de las píldoras hay algo a tener en cuenta: el ciclo menstrual, lo que va de regla a regla, dura veintiocho días. Pero la ingesta de píldoras es sólo de veintiún días a partir del primer día del ciclo. Eso quiere decir que en los últimos siete días del ciclo las dosis de progesterona y de estrógenos que llevaban las píldoras se interrumpen.
Volvamos, pues, al Gran Hotel Útero. Avisado por el estrógeno y la progesterona de las píldoras, el útero se había preparado para el acontecimiento y el endometrio se había adornado con sus mejores galas. Pero de pronto, en la última semana, suceden dos cosas. La primera: una sospechosa retirada de la progesterona y del estrógeno al dejar de ingerir las píldoras. Y la segunda: que el óvulo prometido por esas hormonas engañosas no llega nunca. Al no llegar óvulo, el útero se ve estafado y decide desprenderse de unos preparativos —la jugosa y confortable pared del endometrio— que ya no son necesarios. Una vez más, ahí está la regla. En esta ocasión debida a unas pastillas anticonceptivas que sirven para engañar a la hipófisis para que no segregue FSH haciéndole creer que ya se ha ovulado cuando en reali dad no es así.
Tomo pastillas anticonceptivas desde muy joven. ¿Me costará quedarme embarazada?
No necesariamente. El único problema que puedes tener es que al ovario le cueste volver a ponerse en funcionamiento. En este caso, pasados tres o cuatro meses aproximadamente, el ovario vuelve a recuperar su ritmo normal, sin la píldora.
Ya has visto que cuando tomas anticonceptivos no ovulas, por lo que el ovario permanece en reposo. La regla que tienes es debida a la falta de hormona al dejar de tomar las pastillas durante los siete días de descanso.
No obstante, la mayoría de las mujeres, después de un largo período tomando pastillas anticonceptivas, al dejarlas pueden quedarse embarazadas enseguida. Por ello, en su día, se desaconsejó tomarse un mes de descanso ya que no aportaba ningún beneficio y provocaba, sin embargo, un alto riesgo de embarazo no deseado.
¿Cómo puedo saber que el ovario está ya en funcionamiento?
El síntoma evidente de que tu ovario funciona de nuevo es la aparición de la primera menstruación que tengas un mes después de haber dejado las pastillas anticonceptivas, o un test de embarazo positivo.
Planificar el embarazo
Quiero quedarme embarazada en junio y tener el bebé en febrero o marzo para evitar estar muy barriguda los meses más calurosos. ¿Es difícil planificar el embarazo?
Sí. Evitar el embarazo es muy fácil ya que existen métodos seguros y fiables. Pero planificar el mes que más te conviene para el embarazo es más complicado ya que no somos una máquina de hacer bebés. No puedes programarte como un electrodoméstico. Ya hemos dicho que hay mujeres que concebirán más rápidamente que otras. Inténtalo. Tal vez seas como un reloj, exacta y puntual, y lo consigas.
Seguramente has visto en tu farmacia el llamado Test de ovulación. Con este test conocerás los días fértiles del mes.
El control de los ciclos menstruales se ha realizado siempre combinando, entre otros, métodos de calendario y temperatura basal para predecir los días fértiles; hoy existe una herramienta adicional que aporta precisión a esa información que tanto buscamos: ¿cuál es el momento de tener relaciones sexuales para quedarme embarazada? Porque tener relaciones en los días clave y los próximos a éstos multiplica sustancialmente las posibilidades de concepción exitosa.
Los tests de ovulación funcionan en su mayoría mediante la detección en la orina de la hormona luteinizante (LH), cuya presencia se dispara antes de la ovulación. De esta forma los tests son capaces de predecir con precisión los días más fértiles de nuestro ciclo menstrual ayudándonos así a quedarnos embarazadas.
El uso práctico de los tests es muy similar al de las pruebas de embarazo, aunque conviene seguir las instrucciones que los acompañan porque existen diferencias importantes entre cada fabricante. Diferencias que también se dan en el precio, lo que puede hacer fluctuar bastante el coste de los tests de ovulación. También es cierto que hay distintas calidades y prestaciones: mientras unos detectan con más precisión cantidades más pequeñas, otros requieren una mayor presencia de la hormona para dar un resultado positivo. Por otra parte, los hay que incorporan una moderna pantalla digital en la que se muestran los mensajes mientras que otros apenas incluyen la tira reactiva que cambia de color según el resultado. También hay diferencia en tests que tienen un dispositivo válido para un número determinado de análisis a los que sólo hay que cambiarles las tiras reactivas que se renuevan en cada prueba mientras que otros tests de ovulación son completamente desechables.
Si los resultados son positivos, se debe tener relaciones sexuales desde el día de aumento de la hormona hasta los 2 o 3 días posteriores, para elevar las probabilidades de lograr un embarazo.
Estos tests puedes encontrarlos en la farmacia, incluso on-line.
Problemas y dudas sobre la concepción
Llevamos seis meses intentándolo y no logro quedarme embarazada. ¿Debo preocuparme?
Seis meses no es preocupante. A partir de un año te aconsejamos que acudas a tu ginecólogo para que analice posibles problemas. Eso no quiere decir que seáis una pareja estéril.
De todas maneras, si alguno de los dos habéis padecido cualquier enfermedad que os haga sospechar que pueda impediros tener un hijo (por ejemplo, unas paperas en el hombre o una enfermedad pélvica inflamatoria en la mujer), entonces deberéis acudir a la consulta para que el médico determine si ésta es la causante del problema.
Al ginecólogo, ¿debo acudir sola o con mi pareja?
Siempre con tu pareja. A priori, no sabemos a quién se debe la imposibilidad de conseguir el deseado embarazo, si al hombre o a la mujer. Los estudios para determinar qué ocurre se efectuarán simultáneamente.
Éstos son los porcentajes de las causas de esterilidad:
• El 40 % es debido al factor femenino, ya sea por problemas en la ovulación (20 %), o bien por patologías en pelvis y trompas (20 %).
• El 35 % de las causas de esterilidad se deben al factor masculino, por distintos problemas con el semen.
• El 15 % es por causas desconocidas, es decir, no le deis más vueltas: las pruebas de ambos son normales pero no se consigue un embarazo.
• El 10 % se debe a problemas poco frecuentes.
¿En qué consiste el estudio de esterilidad?
El estudio de esterilidad empieza con un análisis de semen, un estudio de la temperatura basal de la mujer y un estudio hormonal para ver si se produce la ovulación.
Si con estos estudios no se obtienen resultados, a partir de aquí, no vamos a marearos con todas las demás pruebas a las que pueden someteros.
Dependiendo del problema, hay recursos para lograr el embarazo. Se puede inducir la ovulación y realizar coitos dirigidos o recurrir a la inseminación artificial, con el propio semen de tu pareja (IAC, inseminación artificial conyugal) o con el de un donante (IAD, inseminación artificial de donante), y a la fecundación in vitro (FIV).
Hace unos años me practicaron una ligadura de trompas. Ahora con mi actual pareja nos planteamos tener un hijo. ¿Es reversible la ligadura de trompas? ¿Tendré dificultades?
Debes saber que tanto una ligadura de trompas como una vasectomía, en el caso del hombre, son dos operaciones irreversibles. Con
