Dedicatoria
A los tigres de agua en su tai sui (año celestial) Fernán Quirós Claudia Pandolfo Cecilia Herdener Ana Tarántola Juan Namuncurá Pablo César Wendy Arenas Miguel Guichandut Facundo Sáenz Antonio Laje Paula Grandio Alfredo Cornejo Ruth Ferrarese |
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A los tigres de madera Cristina Alvarado Julio Cortázar Javier Castellanos Gustavo Vidal Guillermo Pomilio Juan Ignacio Boido |
A los tigres de tierra José Argüelles Sofía Nilsen Rocío Lacasia Mosquera Carmen Pérez Cerrato Chile Mateo Salvatto |
A los tigres de fuego Dalmiro Sáenz Adrián Romeo, el Querubín Eliseo Ceballos |
A los tigres de metal Miguel Ángel Solá Diego Guelar Miguel Ángel Pichetto Alba Luz Oscar Mulet Tita Jara |
PRÓLOGO DEL AÑO
DEL TIGRE
Ni siquiera el destino,
ni acaso algún disfraz,
y ni aun la esperanza
lograron que traiciones
durante mucho tiempo
tu amor por esa luz,
por esa etérea luz
que perdura en las cuevas
donde vocabularios en el olvido yacen.
Han Shan
Humanidad autodidacta
Sin libros, maestros, oportunidades para admirar y seguir ejemplos.
Somos huérfanos de un mundo que se evapora y otro que está naciendo sin partera.
Absortos, vivimos sin saber por qué hay que permanecer en una ola que se acrecienta de situaciones límite, en donde estamos incómodos, fuera de eje, apesadumbrados, fulminados, de-sesperados por encontrarnos en una cita que no llega; la presión de lo suscitativo trae temor y temblor.
Hay que hacer ofrendas y ceremonias a los antepasados para apaciguar la ira de los que están vivos y olvidan los sacrificios de los ancestros.
La conmoción del último tiempo nos sacude sin centrifugar los sentimientos que quedaron a la deriva.
La desconexión, con el alma devorada, de los deseos que nunca llegan de tanto imaginarlos nos transportaron a la placenta del parto sin reencuentro con la madre, su calor, amor y ganas de explorar el mundo. Este mundo extraño y despiadado que nos eyecta a la intemperie y que no tiene leyes terrenales ni justicia.
Es un laboratorio con un nuevo genoma, donde la pandemia arrasó a los débiles de espíritu y desamparados del sistema desde el origen.
la prevención, como se practica en algunos países de Oriente, ayudó a que la catástrofe no fuera igual que en Occidente.
Pero finalmente nos globalizaron en el planeta, con más o menos recursos, médicos, enfermeros, asistentes sociales y de la salud, y la OMS demostró ser el virus de tratados con laboratorios y las potencias de turno, con las cuales se alió en sus
73 años de existencia.
es cronos dentro de kairós.
No hice la gira de promoción del libro del búfalo; no viajé a ningún lugar del planeta.
No sé si tomaré algún avión otra vez. No lo deseo.
Es otra gira dentro del mundo que gira. Sin planes, con la intuición como el timón de esta frágil flor de cactus de la Puna.
Domingo porteño. Preparé el mate con el termo de Frida y la vela del día Aqabal 5 en el tzolkin. Escucho las señales del día.
Hoy es un día de transformación con decisiones profundas.
Me preparo para recibir Diksha, ritual hindú para liberar lo tóxico y dejar que entre el sol.
Tiempo de despertar con el tercer ojo para equilibrar la entrada y salida de prana (energía, ki, chi), a las plantas, animales, reinos ocultos e invisibles, y en lo posible a nosotros mismos.
A quienes esperan nuestra mano, caricia, mirada para acompañar su ciclo en un cuerpo que sufre y espera despegar.
Mi ángel de la guarda está contento. Eleva su clarín de madera para que otros reciban su mensaje tocando el laúd en el cielo anterior.
Se conjuga el palo santo con la brisa suave de la mañana. Momento para intuir el devenir. Escucho Summertime, por ella fitzgerald, cuando en el hemisferio sur se despedirá el verano dentro de diez días.
Nostalgia del futuro.
El cambio de luz comienza a notarse; la propia es de farol de noche.
Hace poco despedí a gipsy, mi amiga perra desde los veinte años hasta estos katunes; no hubo pausas en el vínculo, en el estar visible o invisible, dejando nuestros cuerpos en la arena, riéndonos con dolor de panza, mirando las estrellas en Traslasierra mientras nos confesábamos los amores reales e inventados, con gracia e imaginación. Mutua admiración; actriz de raza, cantante excepcional, show-woman no captada en estas tierras.
Cumplí la voluntad de mi padre antes de morir, hace medio siglo: que sus cenizas descansen en la serranía; mitad en un cementerio en San Luis, San José del Morro, y otra en el campo fundacional.
Ayer, en el Día Internacional de la Mujer, busqué la urna, simple, de madera terciada, en el Cementerio de la Chacarita, en un día de sol en el que descubrí a alfonsina storni musitándome
un poema, a osvaldo pugliese tocando Los mareados y a luis sandrini silbando entre dalias y margaritas.
qué vivos sentí a los muertos ayer, vida mía.
Hoby, entre arisco y conmovido, me acompañó en el ritual.
Transito marzo, mes que espero para comer los choclos de la pacha serrana, espiar a las liebres que salen de madrugada, guiñándonos sus ojos aunque no vean.
Esa luz tenue, que sale y se pone dando reflejos iridiscentes.
La temperatura templada, rumbo al doyo, me deja darme algunos chapuzones en el tanque australiano.
Recolecto en mi canasta de mimbre ideas, presentimientos, ceremonias, rituales, conversaciones que soñé o imaginé con los grandes ausentes de mi vida.
Me desvelé a las 4 am, después de sentir que Catman entraba en la cama y me abrazaba.
¿¿Ubicuidad??
Y sigo absorta por el fuego que sigue exterminando vida de todos los reinos de la creación: vegetal, animal, humano.
Fuegos intencionales para hacer negocios en lugares donde aparecerán carreteras espaciales, ciudades construidas en un mes por los chinos, sin árboles, ni bosque nativo, ni ecosistema que eviten que a muy corto plazo la vida se extinga.
Porque quien extinga intencionalmente o como mercenario el lugar donde habitamos, tampoco respirará aire puro, ni tendrá agua potable que nazca de deshielos,