Poder terrenal

Michael Burleigh

Fragmento

Agradecimientos

AGRADECIMIENTOS

En 1999, cuando estaba terminando un extenso libro, los campos en que se encuentran la política y la religión parecían brindar a la imaginación retos más frescos y más sutiles que la insistencia en los atroces acontecimientos de Alemania 60 años atrás. Los historiadores, como los políticos, no somos inmunes a lo que el primer ministro Harold MacMillan se refirió en una frase memorable como «los acontecimientos, mi querido amigo, los acontecimientos». Los asesinatos en masa del 11 de septiembre de 2001, y las matanzas subsiguientes de Bali, Madrid y Beslan, prestaron a este nuevo libro una notoriedad imprevista, aunque nunca se concibiese como una aportación al género de lo que el filósofo Michael Oakeshott llamó «pasados prácticos».

Se trata básicamente de una investigación de la política de la religión y de la religión de la política en Europa, con un análisis a grandes rasgos, desde la Ilustración hasta la Gran Guerra, aunque un segundo volumen rastreará estos temas hasta la Guerra Fría y más allá. Un proyecto de este género es por necesidad sumamente selectivo. Trata de lo que se llaman religiones «políticas», «laicas» y «civiles», y de cómo se relacionaron con el cristianismo durante un periodo de esporádica secularización. No analiza el islam ni el judaísmo, sobre los que hay tantos libros excelentes (sobre todo The West and the Rest de Roger Scruton y A People Apart de David Vital) que parece superfluo otro. Este libro trata de las mayorías cristianas y no de las minorías y no pido ninguna disculpa por ello. El enfoque se sitúa a caballo entre la historia de la política y de las ideologías modernas, de la secularización europea y también de la historia de las confesiones cristianas importantes, aunque el autor no sea en ningún sentido un historiador eclesiástico ni un teólogo, ni esto sea una historia más del cristianismo en la época moderna.

He procurado tratar los diversos credos y tradiciones, incluidos los de los laicos militantes, con comprensión imaginativa, pues se trata de una historia y no de una polémica. Dado que en la historia del laicismo europeo hay periodos oscuros, incluido un genocidio cometido en nombre de la Razón, quizá las personas religiosas deberían mostrarse menos a la defensiva de lo que suelen frente a los ataques de racionalistas académicos áridos y vulgares. Como la mayoría de las obras de historia, contiene ésta unos cuantos mensajes para el presente, pero se han dejado cifrados, porque sobre algunos de los temas, como el de si son deseables o no las religiones civiles en las sociedades secularizadas, fragmentadas y atomizadas que el novelista francés Michel Houellebecq evoca tan bien en Las partículas elementales, el autor está casi igual de confuso que la mayoría de los lectores, que no le necesitan para aclarar su pensamiento.

* * *

Tim Duggan, de Nueva York, y Michael Fishwick, de Londres, ambos de Harper Collins, son los mejores editores que uno podría esperar, y en cuanto a Peter James es un príncipe entre ellos.

Gracias a la Wylie Agency, inmensamente profesional, en especial el propio Andrew Wylie y Michal Shavit, de Londres, pude hacer lo que más me gusta. A John McDade SJ y a Lawrence Hemming, de Heythrop College, les debo el estímulo inicial para ordenar mis ideas por enrolarme en las Cardinal Basil Hume Memorial Lectures en 2002.

Los contactos entre historiadores son hoy internacionales, lo que probablemente sea además lo que debe ser. El Departamento de Historia de Stanford University proporcionó condiciones ideales para leer y escribir en el invierno de 2003. Bob y Liddie Conquest y Joseph y Marguerite Frank hicieron agradables las noches. Quiero dar las gracias a los profesores Gerhard Besier, Karl Dietrich Bracher, Klaus Hildebrand, Hans Maier, Horst Möller y Heinrich-August Winkler de Alemania por sus consejos, su solidaridad y su apoyo, y a Tzvetan Todorov por un diálogo ininterrumpido en las proximidades del Jardin des Plantes, a pesar de que acordásemos estar en desacuerdo sobre Irak.

El doctor John Nicholls de la London City Mission de Bermondsey me permitió estudiar el notable archivo de actividad misionera de la institución en el Londres decimonónico. El magnífico personal de la London Library me proporcionó acceso a un extraordinario número de libros relacionados con el tema y fueron para mí una ayuda segura y constante. El profesor Alwin Jackson asesoró a un novicio sobre lecturas básicas de historia irlandesa, mientras que Max Likin y Cedric Meletta ayudaron a fotocopiar materiales sobre el clero francés de provincias. Nuestros amigos Adolf y Dawn Wood, Desmond King, Bruce Mauleverer, Sophie Blum y Harvey Starte ayudaron en un libro cuyos temas les intrigaban. Mi querida esposa Linden Burleigh ha pasado también de nuevo con cordialidad (la mayoría de las veces) por la prueba de estar casada con un escritor y ha ayudado a resolver gran número de problemas prácticos. Pero esta vez el libro está dedicado a un buen amigo que me aportó excelente conversación, ideas frescas y oportunidades en la prensa, por lo que le estoy eternamente agradecido, sobre todo porque esto coincidió con un periodo difícil de la vida que incluyó doce meses de ruido ininterrumpido y no deseado.

Michael Burleigh
Londres, noviembre de 2004

Introducción

INTRODUCCIÓN

La forma más simple de explicar los objetivos de este libro es describir cómo se concibió originalmente, y revelar así algo de la arquitectura que sostuvo inicialmente su superficie. La intención original era analizar algunas «religiones políticas» notorias, sobre todo los cultos cívicos de los jacobinos durante la Revolución Francesa y las festividades y espectáculos no menos extraños de los bolcheviques, los fascistas y los nacionalsocialistas. La finalidad que perseguían era la de forjar una comunidad sentimental (en la que la resonancia emotiva era la norma) reorganizando espacio y tiempo para envolver a las masas en una ideología dominante. Esto entrañaba extender el análisis de los proyectos utópicos relacionados, basados en la creación de un «hombre nuevo» o una «mujer nueva» a partir del viejo Adán, un ejercicio que presuponía que la personalidad humana es tan maleable como la arcilla.

Parte de esa estructura inicial se ha conservado, siendo ése el motivo de que el libro empiece con la Ilustración, cuando muchos de estos proyectos asumieron atuendos seculares, ya que es indudable qu

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