Emociones en sintonía

Jessie Cervantes

Fragmento

Emociones en sintonía

VIENTO DE CAMBIO

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The future's in the air, I can feel it everywhere
blowing with the wind of change…

KLAUS MEINE (SCORPIONS)

LUCIANO ESTÁ EMPEZANDO A PROBAR SU CAFÉ Y A HOJEAR EL PERIÓDICO cuando el timbre del teléfono comienza a resonar en la oficina. Entonces oprime el botón del speaker y no tarda en salir una voz de la bocina del aparato:

—¿Licenciado?

—Dime, Rosa —le responde Luciano, acercándose a su escritorio.

—Lo busca el licenciado Valencia. Está esperándolo aquí afuera.

—¿Tan temprano…? Bien, hazlo pasar, por favor.

—En seguida, licenciado.

Un instante después, tres golpeteos se escuchan sobre la puerta.

—¡Adelante! —grita Luciano.

La puerta se abre y de pronto aparece la figura de un hombre joven. Viste una camisa blanca, desfajada sobre los jeans, y encima lleva un saco de tono claro con un pañuelo colorido que sobresale de la bolsa frontal. Un par de mocasines de gamuza café culminan el atuendo, cubriendo los pies desnudos.

—Adelante, por favor —le reitera al joven que sonríe despreocupadamente desde la puerta, quien entra y avanza hasta el escritorio—. Tome asiento, licenciado Valencia —añade, luego de darle un apretón de manos.

—Por favor, Luciano, nada de “licenciado” —dice el joven, mientras se sienta sobre una de las sillas que están frente al escritorio—. Mi abuelo era el licenciado Valencia. A mí llámame “Ariel”. No soy gran aficionado a las formalidades.

—Lo siento, licenciado… —de inmediato, los ojos de Ariel se le clavan encima, al tiempo que Luciano también toma asiento— Quiero decir, Ariel. Lo siento, Ariel…, es la costumbre de tratar así a los dueños de esta compañía y tú eres uno de ellos.

—No te preocupes, Luciano, que para eso estoy aquí, para romper con esas formalidades y protocolos innecesarios.

—Bueno y…, ahora que hemos tocado el tema de tu abuelo, sé que te lo dije hace un mes en el funeral, pero, de nueva cuenta, siento en verdad su fallecimiento. Tu abuelo fue un gran hombre, y en especial para mí, un mentor y un extraordinario amigo. Lo siento mucho, de verdad.

Cualquiera esperaría ver un rostro todavía en duelo por parte del joven, pero no ocurre de tal manera.

—Bueno…, tú sabes, mi abuelo ya estaba muy viejo, y bastante enfermo, debo decirlo. Desde luego, todos sentimos su partida, pero al mismo tiempo creo que ha sido un respiro para cada uno. Él ya está mejor y nosotros también.

Luciano se queda helado ante la indiferencia del nieto de don Alonso Valencia, a quien él guardaba especial cariño y respeto, pero entiende que no le corresponde hacer declaración alguna que contradiga las palabras del muchacho; al fin y al cabo, cada quien es dueño de sus propios sentimientos.

—Y bien… —habla de nuevo Luciano, tratando de omitir el último comentario—. ¿En qué te puedo servir, Ariel…? ¿Y a tan temprana hora de la mañana? Por lo regular, a esta hora la estación se encuentra más muerta que un cementerio.

Ariel ríe entre dientes.

—Ah, Luciano, Luciano… Sé que piensas que no soy más que un junior adinerado con intenciones de llegar al medio día a la oficina y salir antes de las cinco, para vanagloriarme y brindar por los éxitos de la jornada que no me corresponden. Pero ten por seguro que te equivocas.

”La razón por la que estoy aquí es muy distinta. Con la partida del viejo, es decir, de mi abuelo, he quedado a cargo de esta compañía. Mi padre odia la radio, y ha decidido hacerse a un lado y encargarse de los otros negocios. Por lo tanto, como la lógica lo indica, el siguiente en la línea soy yo, pues el viejo no tenía hermanos ni más hijos que mi padre. Y aquí me tienes.

La soberbia y la sonrisa exagerada en el rostro del joven dejan trabado a Luciano, enfrentando gran dificultad para hallar las palabras adecuadas.

—Ariel, si me permites decirlo, no guardo ningún prejuicio o pensamiento alguno sobre tu persona. Para eso tendría que conocerte mucho mejor, y no es el caso, al menos no aún.

”En lo que a mí respecta, me alegra que ya estés aquí, creo que la energía de un joven como tú es necesaria en el negocio. Tu presencia, sin lugar a dudas, presagia buenas cosas para la estación.

—Me alegra que así lo pienses, Luciano.

—Ahora bien… —Luciano muestra su faceta más cortés y política—… regresando al punto, ¿qué puedo hacer por ti, Ariel?

—Con mi llegada a la empresa, me temo que se avecinan grandes cambios. Personalmente, ya no creo más en este medio.

—¿Qué quieres decir?

—A mi entender, la radio, como la conocemos, se está muriendo. Ha sido un proceso lento, pero real.

—Disculpa que no comparta tu idea, pero en mi opinión la radio sigue estando tan viva y radiante como siempre. Ya antes se ha profetizado su muerte, y no ocurrió así.

—Bien, esa es tu opinión, Luciano, y es tan válida como la de cualquier otra persona, pero yo no lo veo así. He decidido transformar esta estación y evolucionar como lo está haciendo todo el mundo.

—¿Y eso sería…? —lo cuestiona Luciano.

—En un ambiente digital. Emigraremos al entorno online al cien por ciento.

—Pero… ¿por qué ser tan radicales? No veo el punto en ello. A lo mucho, considero que sería mejor desarrollarnos como una multiplataforma, es decir, un híbrido analógico y digital, debemos usar el internet y a las redes sociales como herramientas para llevar audiencia a la radio y no dejar que nos estorben, trabajaríamos para otros.

—No, Luciano. Mi decisión está tomada. Nos transformaremos completamente al universo digital.

”La oferta de la radio debe ser más rica e innovadora. El futuro ya se avecina. Se escuchará radio online en los automóviles, y por supuesto en los teléfonos móviles. Los oyentes cambiarán también su rol, y serán ahora generadores de contenidos. Todo eso ya está ocurriendo y cuando la cobertura de internet cubra el país entero la manera de trabajar será diferente, hay que adelantarse, ganarle la batalla al presente.

—Ariel, debes entender que no estoy en contra de la evolución ni de movernos con ella, pero, al ser tan tajantes, sobre todo pensando en que se cambiará el canal de distribución de golpe, ¿no perderá la radio, y en este caso la estación, su credibilidad?

—Por supuesto que no. Compréndelo, Luciano, la radio siempre ha sido un camaleón que sabe adaptarse a su entorno, y esta vez no será la excepción, ya pasó con la llegada de la televisión según me contó mi abuelo, también decían que la radio moriría y mira, se trasformó.

Luciano no se muestra del todo conforme, pensando mil cosas, pero sin saber cómo expresarlas.

—De acuerdo —es todo lo que logra decir—. Si la decisión está tomada, que así sea.

—Y así será.

”Ahora bien, aquí viene la parte crítica.

El tono en sus palabras despierta más inquietudes en las sensaciones de Luciano.

—Con esta transformación

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