Expedientes X Colombia

Esteban Cruz Niño

Fragmento

Existen momentos en la vida en los que nuestra visión del mundo cambia, como cuando algún ser querido muere, nos rompen el corazón o sufrimos una penosa enfermedad; se trata de momentos en los que nos damos cuenta de que existen vínculos y situaciones que subvaloramos, como el amor, el cariño o la salud, que se funden en nuestra rutina y que emergen como si se tratase de sentimientos provenientes de un mundo invisible y distante.

Es un mundo que tal vez no advertimos en nuestra cotidianidad y en cuyo interior, tal vez, residan las respuestas a los misterios de la existencia, misterios que han deslumbrado a la humanidad desde milenios, cuando los antiguos chamanes intentaron explorar el cosmos mediante complejos ritos que mezclaban la magia y el conocimiento de plantas, animales y cosas.

Sobre estas creencias y sabidurías se erigieron los templos y otras construcciones que les permitieron a las primeras civilizaciones controlar el tiempo y el espacio, y así determinar el momento para cultivar, sembrar y cosechar. A veces sólo perduran ruinas, que encontramos en todos los continentes, y a las que no encuentran explicación los estudiosos ni los científicos. Entre estas se pueden mencionar Stonehenge, en Inglaterra, cuya existencia ha hecho que se baraje la idea de que se trataba de un cementerio o de un lugar sagrado en el que antiguos sacerdotes se conectaban con las estrellas.

Son construcciones y zonas que atraen la atención del público desde hace milenios y que, aunque existen en Colombia, pues nuestro país es rico en este tipo de espacios, son pocos quienes han dedicado su tiempo a darlos a conocer. Uno de estos lugares es El Infiernito, ubicado a cinco kilómetros del área urbana de Villa de Leyva, Boyacá, y que está compuesto por más de treinta monolitos de piedra alineados milimétricamente, en cuya base son visibles las huellas de sus constructores. Estos monolitos apuntan al firmamento y entrañan docenas de enigmas, pues no está claro todavía su uso, y su construcción tiene una antigüedad mayor a dos mil años, es decir, es anterior al desarrollo de la civilización muisca.

Es acerca de este tipo de misterios que nos ocuparemos en este libro, realidades palpables o que fueron registradas por militares, arqueólogos, funcionarios públicos o escritores en documentos clasificados, y que nos hablan de pirámides en la mitad de ciudades, apariciones de objetos voladores no identificados sobre buques de la Armada colombiana, experimentos paranormales realizados por el Gobierno de Estados Unidos en el archipiélago de San Andrés y extraños crímenes sin resolver.

Todos estos casos están basados en informes oficiales, que pudieron haber retratado la realidad y que son presentados en las siguientes páginas con rigor periodístico, lejos de la gran cantidad de brujos y estafadores que pululan en las emisoras de radio y programas de televisión y que se hacen llamar parapsicólogos, que lo único que hacen es estafar creando falsas esperanzas y ofreciendo consultas en las que realizan “limpias” y sacan guacas.

Se trata de cleptómanos cuya exigua creatividad los ha llevado a montar falsas academias de garaje en las que reúnen a desorientados para abusar de ellos, económica y emocionalmente, utilizando aparatos de juguete para comunicarse con fantasmas inexistentes y haciendo shows en medios de comunicación. Pese a que estas situaciones resultan atractivas, son producto de la frivolidad y el fanatismo y se aprovechan de la ignorancia del público. Por esto le aconsejo, amigo lector, que se aleje de este tipo de iluminados, brujos y adivinos, y se acerque más a las bibliotecas y universidades, pues aprenderá más y evitará que lo estafen.

Por esto debo dejar claro que en Colombia no hay parapsicólogos sino estafadores, y que este libro no trata de falsedades sino de documentos reales, cuyos contenidos pueden ser discutidos y criticados a la luz de las ciencias humanas o exactas, mostrándonos una cara de la historia de Colombia en la que los enigmas han estado presentes en los acontecimientos más importantes. Son textos encontrados en bibliotecas, archivos históricos o bancos de datos de Gobiernos alrededor del mundo, que permiten entender los nefastos sucesos y las conspiraciones que rodearon la muerte de Jorge Eliécer Gaitán y Rafael Uribe Uribe, documentos que estuvieron prohibidos y clasificados y que solamente salieron al público entrado el segundo milenio.

Traemos a colación folios que contienen datos sorprendentes y que nos llevan a reflexionar sobre la consistencia del cosmos y nos transportan a otro universo, que tal vez sólo exista en nuestra mente o simplemente se aleje de nuestra comprensión, pero que emerge en cada renglón de los archivos que usted está a punto de conocer, los verdaderos Expedientes X de Colombia.

La noche parecía tranquila; era 1959 y el calendario marcaba 19 de octubre. Pequeñas olas estallaban contra el buque y el capitán descansaba en su hamaca. El océano se veía calmado y una brisa tropical envolvía a los marineros que esperaban desembarcar en Cartagena. La noche estaba abierta y rematada por una luna radiante que despedazaba las negruras del infinito. Serenidad que estalló en mil pedazos, luego de que un sonido metálico y docenas de gritos perturbaran el ambiente. Era como si las puertas del infierno se hubiesen abierto para tragarse al universo. El comandante se levantó con afán y atravesó las posiciones de media docena de marinos hasta que uno de los más jóvenes le señaló hacia el cielo. Sobre su cabeza, dos objetos luminosos se elevaban de forma amenazante.

Tuvieron que pasar algunos segundos para que el capitán comprendiera que se enfrentaba a lo imposible, y para que se dirigiera a la base naval de Bocagrande a reportar el incidente. Este informe fue interceptado por el servicio de inteligencia de los Esta

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