Estamos en Nápoles y corre el año 1931, una época en que el fascismo en
Italia goza de sus momentos de gloria. Es invierno, y la ciudad parece
adormilada por el frío, pero el comisario Ricciardi no para de trabajar.
Hombre de pocas palabras, solitario y terco, ha heredado de su madre un
extraño poder: ve el último gesto de las víctimas de muerte violenta y
escucha sus últimas ...
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Estamos en Nápoles y corre el año 1931, una época en que el fascismo en
Italia goza de sus momentos de gloria. Es invierno, y la ciudad parece
adormilada por el frío, pero el comisario Ricciardi no para de trabajar.
Hombre de pocas palabras, solitario y terco, ha heredado de su madre un
extraño poder: ve el último gesto de las víctimas de muerte violenta y
escucha sus últimas palabras. Ese don le permite meterse de lleno en las
investigaciones, pero le obliga a compartir parte del dolor de quien ha
muerto. De ahí sus silencios y su mirada a veces extraviada.
En este primer caso vemos a Ricciardi en los camerinos del Teatro San
Carlo de Nápoles. Ahí el gran tenor Arnaldo Vezzi, artista admirado por
su talento y amigo personal de Mussolini, ha sido brutalmente asesinado
justo antes de subir al escenario para cantar I Pagliacci. Poco a poco
iremos descubriendo el verdadero carácter de Vezzi y veremos cumplirse
una vez más la ley de Ricciardi: las víctimas de un crimen, vengan de
donde vengan, hagan lo que hagan, sean pobres o ricas, acaban muriendo
por hambre o por amor.
Con este relato se inicia la larga serie de novelas dedicadas al
comisario Ricciardi, unos libros donde la intriga es importante, pero
cuenta también y sobre todo ir disfrutando de la buena literatura y de
la vida de Nápoles en la época del fascismo, un tiempo que parece
repetirse hoy sin descanso y con mucho descaro.
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