«Duna», la novela de Frank Herbert, cambió en los años 60 la ciencia ficción norteamericana. Suerte de reescritura de la «Fundación» de Isaac Asimov para la era de Acuario, la cruzan temas que –de la crisis del petróleo en los 70, a la guerra del Golfo y el recrudecimiento del terrorismo islámico— se han vuelto cada vez más actuales. Elogiada por su originalidad a la hora de crear mundos, culturas y ecosistemas a una escala épica, es insoslayable y hasta sugestiva su influencia en la saga «Star Wars». Aunque los sucesivos intentos de llevarla a la pantalla resultaban infructuosos: primero se la ofrecieron a David “Lawrence de Arabia” Lean; el psicomago Alejandro Jodorowski desarrolló un proyecto monumental y “alterador de la conciencia” que incluía a Dalí, Mick Jagger y Orson Welles; David Lynch hizo lo que pudo con las restricciones que le impusieron sus productores y algunas ideas propias que no fueron las mejores. Hoy, tras cincuenta años de búsquedas y derrocando la leyenda de “infilmable”, la versión del canadiense Denis Villeneuve parece haber conseguido, en su combinación de fidelidad, libertad e imágenes espectaculares, lo imposible.