Escribía Hannah Arendt que la banalidad del mal radica en seguir la corriente por no pararse a pensar en las dimensiones éticas de lo que hacemos, o bien para no meterse en líos. Por contra, para Nicola Lagioia la banalidad del mal radica en el azar, en la alineación fatídica de los astros, en las intersecciones remotas, en los contextos extremos y, en última instancia, en la propia naturaleza humana. Eso es lo que se desprende de su escalofriante relato «La ciudad de los vivos» (Random House), vívido ensayo (o novela) en torno a sus investigaciones sobre el cruento y perturbador asesinato, hace ahora seis años, del joven romano Luca Varani a manos de dos veinteañeros pasados de vueltas, hasta las cejas de drogas y alcohol. En el marco del Hay Festival de Segovia, Lagioia debate con Manuel Jabois sobre su abordaje de uno de los episodios más demoledores de la crónica negra italiana, las maleables fronteras entre realidad y ficción, los círculos viciosos, la retroalimentación del mal, los peligros de creernos inexpugnables y cómo los actos de relatar y de reconocer al otro contribuyen a aliviar las heridas.