«El Espía del Inca», de Rafael Dumett: el poder curativo de la palabra
Todo mapa es una representación del mundo que refleja la visión de quien lo dibuja, y el Mapa de las Lenguas no tiene fronteras ni capitales: trece libros, un año y un territorio común para la literatura de veintiún países que comparten un idioma con tantas voces y lenguas como hablantes. Invitados por LENGUA, los autores de la edición de 2022 exponen su geografía literaria y explican cómo ésta encaja en esta colección panhispánica global que presenta la mejor literatura en español. Aquí, Rafael Dumett escribe sobre «El Espía del Inca».
Por Rafael Dumett
Rafael Dumett. Foto de Agnieszka Dumett.
Como se sabe, el Inca Atahualpa fue capturado por los españoles en noviembre de 1532. Estuvo en cautiverio por 8 meses, pero, a pesar de pagar un rescate de un cuarto de oro y dos de plata, fue ejecutado.
Ahora bien, no terminó de morir ese 26 de julio de 1533. Todos los años Atahualpa sigue muriendo: su muerte se sigue representando teatralmente año tras año en cientos de poblados no solo en los Andes del Perú sino también de Ecuador, Bolivia e incluso Argentina. Al parecer hay una especie de trauma no resuelto con su asesinato, que se ha convertido en neurosis, de la que no hemos podido encontrar salida.
Quizá ello se deba a la naturaleza ambigua del personaje. No es claro si la imagen que nos ha legado la conciencia colectiva es de signo positivo o negativo; si es heroico, trágico o patético. Sentimos empatía con Atahualpa en la medida en que es la primera gran víctima de nuestros pueblos originarios en la conquista del Perú.
Pero cuesta trabajo mantenerla cuando recordamos la facilidad con que fue capturado por los españoles en Cajamarca, donde se presentó con un cortejo de tres mil personas desarmadas, en una decisión que aún hoy nos deja estupefactos.
Por alguna razón esta ambivalencia hizo coto en mi corazón desde que tengo memoria. He leído desde muy joven todo texto que tuviera que ver con Atahualpa como personaje. Por motivos que me sobrepasan, en el momento de mi vida en que decidí escribir mi primera novela, la neurosis colectiva que he mencionado se volvió una neurosis personal.Creo profundamente en el poder curativo de la palabra. Estoy convencido de que las palabras apropiadas dichas de cierta manera pueden sanar a una persona, restaurar una relación. Que una historia bien contada puede ayudar a superar un trauma histórico de una colectividad. Creo además que la verdad jamás se expresa a través de una única voz. Que surge de la chispa que resulta de colisión entre varias voces pedernales que se entrechocan y logran, ojalá, encender un fuego. Este fuego al que aspiramos nos da luz y calor, nos ilumina y calienta al mismo tiempo.
Palabras que sanan
Cuando fue claro para mí que mi primera novela tendría como evento principal a un infructuoso intento de rescatar al Inca Atahualpa, fue evidente que debía ser una novela de aquellas que antes llamaban totales y ahora, de manera más realista, denominan simplemente polifónicas. Escribir ficción es para mí un ejercicio vicario de perspectiva. “El espía del Inca” es también una recreación exhaustiva del imperio incaico en movimiento y las personas que lo habitaron. Su trama es el intento infructuoso de rescatar al Inca capturado, tentativa mencionada escuetamente en varias crónicas y que me he permitido recrear con sólida documentación a mis espaldas, pero asumiendo las libertades de la ficción novelística.
He tratado de ser lo más justo posible con el Inca, pero lean el libro y saquen sus propias conclusiones.
Mapa de las Lenguas es una colección panhispánica global que presenta la mejor literatura de veintiún países que comparten el idioma. Pero es, sobre todo, un itinerario de viaje por trece de los libros que el año pasado tuvieron mayor trascendencia en su país de origen y que, a lo largo del 2022, recorrerán el resto del ámbito del español.
Adentrarse en la obra de estas trece voces es transitar un territorio físico, tangible, pero también un espacio moral, intelectual, anímico, político y sociocultural. La lectura de un autor contemporáneo de cualquier país de habla hispana es una ventana a una forma de expresarse y escribir en español, pero también un modo de tomarle la temperatura a las preocupaciones y los anhelos de cada uno de esos lugares.