Desde el futurismo radical de la omnipresente Virginia Woolf hasta el misterio intacto que sobrevive al suicidio de Alfonsina Storni. El amor por Chile, con la grafía exaltada de la oda a Gabriela Mistral, a Pedro Lemebel, a Raúl Zurita. Como él, María Moreno atestigua: "Yo vi a las mejores mentes de mi generación...". Ricardo Piglia, Fogwill y Horacio González, algunas de ellas: la etiqueta periodística reserva a las amistades o a las obcecaciones la redacción del obituario. Pero aun así reúne una década de intervenciones críticas dispersas, publicadas en distintos medios, y las ponencias, discursos y presentaciones de libros leídas en voz alta tiempo atrás. María Moreno ha reescrito cada uno de estos microensayos que, en un solo volumen, reafirman su fenomenal erudición, su indispensable insolencia intelectual, su indómita vigencia.
La crítica dijo:
«Somos muchos los que consideramos a María Moreno la mejor cronista argentina de todos los tiempos y una de las voces documentales más lúcidas de la lengua, entre otras hipérboles razonables».
Jorge Carrión, The New York Times
«Sus análisis desgarran el texto sobre el que se posa su mirada. La elaborada ingeniería crítica elude la solemnidad que suelen ostentar los aparatos críticos académicos ortodoxos. No porque la autora los desconozca; tan solo por elección de tono y configuración».
Andrés Tejada Gómez, Otra Parte
«El cruce permanente, la sorna y la mirada al detalle literario y extraliterario imprevisto hacen también a la particularidad de su escritura».
Natalí Schejtman, Radar
«...una poética de la lectura y una política de la crítica que, en vez de justificarse en la arrogancia del Juicio, se compromete en la reinvención de sus objetos. Su táctica es metódica y eficaz».
Revista Ñ
«Lo que parece repetición se revela otra cosa. Leer será, incesantemente, el arte de ese desvío».
Gabriel Giorgi, Bazar Americano
«Al aproximarse a los distintos objetos, alguien como Moreno no puede sino dejar la indeleble marca de su observación, concretamente, de su trabajosa escritura. Del mismo modo en que, de acuerdo con la autora, Toni Morrison no escribe sobre los negros, sino con y desde ellos, "aspirando a integrar el archivo de la raza", el fraseo dilatado, la heterogeneidad y ductilidad léxicas de Moreno replican (...) un modo menor (un modo feminista) de ser en la lengua; un modo que se aleja de toda sedimentación semántica inmediata, de todo significado instituido, en última instancia, por un diccionario paternalista. Se trataría, probablemente, de un maridaje entre Virginia Woolf y Joyce: un jugar con los límites de la lengua para producir un (leve) estallido.»
Tomás Villegas, el diletante
«El recorrido virtuoso que en términos teóricos y prácticos despliega Moreno para desmarcarse del tan mentado "giro autobiográfico" merece repetidas lecturas por la audacia y el riesgo con que acomete eso que hoy se predica tanto, "poner el cuerpo". Su lectura es faro, no digo guía, para ese punto ciego donde pareciera que estamos encallados, o directamente callados.»
Andres Tejada Gómez, revista Otra Parte