«La bajamar», de Aroa Moreno Durán: un lugar llamado novela
Todo mapa es una representación del mundo que refleja la visión de quien lo dibuja, y el Mapa de las Lenguas no tiene fronteras ni capitales: once libros, un año y un territorio común para la literatura de veintiún países que comparten un idioma con tantas voces y lenguas como hablantes. Invitados por LENGUA, los autores de la edición de 2023 exponen su geografía literaria y explican cómo ésta encaja en esta colección panhispánica global que presenta la mejor literatura en español. Aquí, Aroa Moreno Durán escribe sobre «La bajamar».
Aroa Moreno Durán. Crédito: Jairo Vargas.
Decía Juan Goytisolo que la literatura es el territorio de la duda. No lo he podido saber hasta después de escribir dos novelas y alejarme de ellas y su escritura. Hasta que me he preguntado a mí misma por qué, de todas las respuestas que una tiene que darse mientras escribe, había elegido dos territorios tensados históricamente que no comprendía de antemano. Por qué había insertado a mis personajes en un lugar que los convertía en seres inevitablemente frágiles, vapuleados íntimamente por la geografía y la historia, habitantes todos de un lugar líquido y complicado como son las fronteras.
Arranqué La hija del comunista después de visitar Berlín en enero del año 2014. Y no fue otra cosa que esa atmósfera conservada de Este extinguido la que hizo que yo buscara una manera de darme voz para contarla y encontré que podía ser una familia de comunistas españoles exiliados los que me lo permitieran. Quise recorrer la ciudad dividida. El espacio histórico más extremo. Aquel muro que dividió el mundo y sus sistemas. Allá donde las coordenadas iban a intentar con toda la fuerza de los estados definir las biografías: la educación, la familia, la propiedad privada, la vida cotidiana, el amor.
Y escribí La bajamar porque no conseguía entender Euskadi paseándolo, con mi hijo Pablo en el carro, allá por los años 2018 y 2019. Necesitaba comprender esta vez qué me concernía, incluso diseccionando mi identidad inevitable como mujer española, de su paisaje violentado por todo un siglo de guerra, dictadura, represión y conflicto armado. Situé a los personajes en la última de sus rías antes de la frontera: una lengua de agua que dividía al propio pueblo en varios distritos diferenciados. Toda violencia tiene una raíz y quise escarbarla para mirarla de cerca de la única forma que sabía: escribiéndola.
Las heridas de la memoria
No puedo obviar que, además, en las dos novelas está escrito el exilio. Que yo me había ensañado con Katia, con su padre comunista, con Ruth y su hermana, y había trasladado a mis personajes a otro lugar, antinatural para sí mismos, desubicándolos no solamente durante el tiempo de su exilio, sino de por vida. Creo que esos personajes habitan en un eterno no-lugar.
Es extraña la relación que nace con un territorio sobre el que has escrito. Te conectas de una forma de pisada y de olfato, de familia. Lo guardas absolutamente todo. Lo juntas como una colección de minerales que luego observas cuando regresas a casa: sus estratos, su temperatura. Si golpearon o fueron golpeados. De qué centro partieron hasta tu mano.
Finalmente, ahí se quedan, dentro de los libros. No son mapas fiables de ninguna parte. Y una huye de ellos como de la propia casa. Como si realmente hubiera desistido en comprenderlos. O como si ya formara parte de su paisaje y solo queda el lector que quiera descifrarlos: qué hace ahí una mujer que escribe y por qué lo escribe y desde dónde.
Mapa de las Lenguas es una colección panhispánica global que presenta la mejor literatura de veintiún países que comparten el idioma. Pero es, sobre todo, un itinerario de viaje por once de los libros que el año pasado tuvieron mayor trascendencia en su país de origen y que, a lo largo de 2023, recorrerán el resto del ámbito del español.
Adentrarse en la obra de estas once voces es transitar un territorio físico, tangible, pero también un espacio moral, intelectual, anímico, político y sociocultural. La lectura de un autor contemporáneo de cualquier país de habla hispana es una ventana a una forma de expresarse y escribir en español, pero también un modo de tomarle la temperatura a las preocupaciones y los anhelos de cada uno de esos lugares.