Gurnah por Gurnah: la odisea del forastero que ganó el Nobel
Nacido en Tanzania con raíces árabes, Abdulrazak Gurnah (1948) se vio forzado a migrar a Gran Bretaña a los 18 años, cuando la revolución de Zanzíbar derrocó al gobierno del último sultán de su país y desató una oleada de violencia contra diferentes etnias. Desde entonces, su literatura se dirigió siempre al corazón del desarraigo y el trauma del exilio, latiendo en las sociedades multiculturales y el imperialismo, cara y cruz de la misma moneda. Profesor de literatura postcolonial en la Universidad de Kent hasta su jubilación, en 2021 el Premio Nobel de Literatura lo puso en el centro de la escena. A pesar de ser el primer africano negro en ganarlo en treinta años, a continuación él mismo minimiza el hecho («¿y cuántos ganadores recientes son chinos o japoneses?») y ofrece una mirada sobre su obra, evocadora y a la vez actual, erigida entre la memoria e la imaginación, con el recuerdo como motor y cerco, una reivindicación del poder catártico y empático de la literatura.

Londres. 6 de diciembre de 2021. El novelista Abdulrazak Gurnah posa con su diploma Nobel durante una ceremonia celebrada en la residencia del embajador de Suecia en Londres. El encuentro tuvo lugar en la capital británica, y no en Estocolmo como es habitual, por culpa de la pandemia de coronavirus. Crédito: Getty Images.
El desarraigo no tiene distancia
«El desarraigo es un sentimiento universal; pueden sentirlo incluso quienes están a diez kilómetros de su casa. El que a mí me interesa es el que surge de los grandes éxodos, cuando la gente deja su país para escapar de la guerra, de la violencia o de coyunturas difíciles. Es algo que también forma parte de mi propia experiencia y que he tenido presente a lo largo de toda mi existencia como adulto: he vivido como un extranjero en un país que no era el mío. Pero hay millones de personas en esa misma situación, tanto en Europa como en América, Australia o África. La migración es un fenómeno global, no algo delimitado y específico. La humanidad lleva muchos años haciéndolo. Ahora los movimientos migratorios se producen del sur al norte del mundo, lo que está creando problemas relativamente nuevos en Europa».
Migración en familia: de la niñez y la vejez
«Cuando una familia se ve forzada a abandonar su país, el trauma lo viven todos sus miembros, y probablemente pase de una generación a otra. Cuando llegué a Gran Bretaña con mi familia tenía 18 años. Habría sido diferente si hubiera sido un niño de 12. A los 18 uno ya tiene una vida detrás que es muy difícil olvidar. Quizá adaptarse a un país nuevo sea más fácil con 12 años, pero también puede ser más difícil, por la confusión que se deriva de ello. En el caso de Paraíso, decidí que el protagonista sería un niño porque cuando volví a Zanzíbar en los 80, después de muchos años sin pisar mi tierra, mi padre ya era bastante mayor. Lo miré mientras caminaba desde su casa a la mezquita y me pareció viejo y débil. Entonces pensé: "Nació sobre 1905, así que era un niño cuando el colonialismo se asentó aquí". Y me pregunté cómo habría vivido esa transformación, esa conquista extranjera, cuando unos extraños llegaron y dijeron: "Ahora mandamos nosotros". En A orillas del mar, el protagonista es un hombre viejo en el Afganistán de 1999, cuando los soviéticos aún estaban en el país, antes de que empezara la Segunda Guerra del Golfo. Lo concebí así a raíz de un suceso que leí en esa época en la prensa: el secuestro de un avión durante un vuelo nacional en Afganistán. Los secuestradores obligaron al piloto a aterrizar en un aeropuerto de Londres y los agentes de seguridad les convencieron para que se entregaran y liberaran a los pasajeros. El vuelo estaba lleno de afganos que volaban de Kabul a otros lugares de su país para ver a sus familias: había mujeres, niños y un hombre mayor con una barba muy larga. Al día siguiente todos los pasajeros pidieron asilo en Gran Bretaña. Y me pregunté: "¿Qué hace ese señor? Renunciar a su país y a su vida, por buena o mala que sea. ¿Por qué quiere que le den asilo en Londres?". La cuestión es que no sé nada sobre él, si tiene razones para decir: "Odio esta vida. Esta es mi oportunidad para emprender una nueva". De ahí nació el personaje de Saleh. ¿Acaso era la aceptación de la derrota? ¿Se estaba resignando? Todas esas incógnitas alimentaron la creación del personaje».
Inmigrantes y refugiados
«Cuando veo abandonar su país a tres millones de ucranianos siento una profunda empatía. ¿Qué otra cosa puede sentirse ante un ataque tan cruel a tantas personas, a sus casas, a todo lo que las rodea? Es terrible que una vez más tanta gente tenga que dejar atrás su país y a sus seres queridos. Hasta cierto punto tienen la suerte de que los países vecinos les acogen y apoyan, algo que no ocurre con refugiados de otras procedencias. Acabo de estar una semana en Alemania y vi en las estaciones de tren y en las calles a mujeres, niños y unos pocos hombres que habían llegado de Ucrania. Estaban ansiosos, la mayoría no hablaban alemán y tenían problemas para comunicarse. Pero también vi señales que les indicaban lugares donde les daban techo, ropa y asesoramiento. Es impresionante ver la simpatía con la que los están recibiendo, pero no me sorprende que Europa lo haga. Son sus vecinos, muchos de ellos tienen familia en otros países europeos, como Rumanía o la propia Alemania. Y es triste, que no sorprendente, que los emigrantes afganos, sirios o iraquíes no sean recibidos con la misma hospitalidad y empatía».
Emigración, racismo y alteridad
«Paraíso se publicó en inglés en 1994 y fue bien recibido: estuvo en la lista de mejores libros del año de Booker Prize. No sé si la sociedad actual es más consciente y comprensiva con los refugiados, con quienes se ven impelidos a abandonar su hogar. Debería ser así, porque ahora los periódicos hablan con regularidad de las muertes y fechorías que padecen y de las temeridades que los emigrantes forzosos, sean refugiados o no, deben afrontar para sobrevivir. Lo cierto es que gran parte de la sociedad está a la defensiva, especialmente en Europa. Y no es el único lugar del mundo con inmigrantes. De hecho, históricamente, muchos europeos han emigrado a países de todo el mundo. Pero esa reticencia ante los extranjeros no es nada nuevo. En el caso de Europa, surge también de la lejana procedencia de sus inmigrantes, hay un alto grado de racismo ante ellos. Pero no todos los países responden de la misma forma: Alemania ha recibido de buen grado a los sirios que huían de la guerra, y en cierta medida también España y Portugal. Otros países hablan de ellos como si fueran criminales que vinieran a hacer daño a la población o a acabar con su prosperidad. Paraíso no habla estrictamente de ellos, sino de la llegada del colonialismo al país del que provengo».
Memorias de África
Literatura poscolonial
«La expresión surge para definir a un grupo de escritores que tienen en común la experiencia del colonialismo. Antes de ello, en las instituciones educativas de Gran Bretaña se estudiaban las creaciones de otros países refiriéndose a ellas por su procedencia: literatura africana, caribeña, india, del Pacífico… Y en cada una de ellas había alguien que se erigía como autoridad suprema en la materia: "Soy el mayor experto porque estoy en África", o en India, o donde fuera. Pero el colonialismo es un elemento común a todos ellos. Sus autores escribían en inglés, francés o portugués, prácticamente por una cuestión curricular. Quienes entienden los beneficios de este paradigma lo enarbolarán como una cualidad, ya que el poscolonialismo, entendido como el encuentro entre Europa y lo que no lo es, lleva siglos gestándose. La llamada literatura poscolonial no es un cubo al que tirar la basura, sino un concepto muy profundo y útil».
«Es impresionante ver la simpatía con que Europa está recibiendo a tres millones de ucranianos. Pero no me sorprende: son sus vecinos, muchos de ellos tienen familia en otros países europeos, como Rumanía o Alemania. Es triste, en cambio, que los emigrantes afganos, sirios o iraquíes no sean recibidos con la misma hospitalidad y empatía».
Literatura: entre uno y los otros
«Hay muchas razones para leer literatura: el placer que nos dan unas palabras hermosas o dar con una perspectiva que nos hace conocer más a fondo determinadas situaciones o personas. Y también nos permite entendernos mejor a nosotros mismos. Esa es la misión de la literatura y lo que la hace atractiva: que nos reconocemos en ella. Pero también nos atrae lo que no conocemos, aprender. Es un placer cuando un libro nos revela algo nuevo y nos hace pensar: "Este escritor va a contarme algo más sobre esto, y si no seré yo quien lo investigue". En la seducción de la literatura siempre hay un elemento de novedad, quizá más cuando la acción tiene lugar en otras épocas o contextos culturales. Paraíso se sitúa en el marco de la llegada del colonialismo europeo al este de África. Y no es que los historiadores no hayan escrito sobre ello, sino que no lo hacen igual que un escritor o un periodista. Como disciplina, la Historia ofrece una visión más distante de lo que ocurre, sin profundizar en las vidas de la gente. Y el conocimiento popular hereda esa distancia. La literatura, en cambio, humaniza lo que se aprende en el ámbito académico, proporcionando a la gente información más íntima y mostrando realidades que no conoce poniéndoles en la piel de los personajes».
El yin y el yang
«La naturaleza humana es dual: podemos ser generosos, pero también extremadamente crueles. Cuando encontramos la capacidad para la bondad y la justicia tenemos que aferrarnos a ella, exaltarla y ponerla como ejemplo para los demás y para nosotros mismos. La concordia es algo a lo que todos deberíamos llegar. No es difícil aprender de la propia experiencia, del crecimiento, de la madurez, que la generosidad es preferible a la crueldad. La generosidad flota en el aire, es palpable, y deberíamos tomarla cada vez que la encontremos».
Esclavitud(es)
«El término "esclavo" se acuñó para referirse a los trabajadores forzosos de las plantaciones transatlánticas hasta bien entrado el siglo XIX, personas que fueron secuestradas en sus países de origen y sus descendientes. Si nos atenemos a esa definición, el Khalil de Paraíso no hace un uso adecuado de esta palabra cuando dice que él y Yusuf lo son. La suya es una servidumbre distinta: ambos son trabajadores domésticos, no propiedad legal del mercader. No pueden comprarse y venderse en el mercado. Incluso hoy en día hay gente retenida trabajando en condiciones cercanas a la esclavitud en muchos lugares del mundo, y hay asociaciones que investigan esos abusos. Pero no se trata del mismo tipo de esclavitud que gran parte de la población negra vivió en las plantaciones. Las palabras son flexibles, y por eso hay que contextualizar para saber qué significan realmente. Cuando puse esa palabra en boca de Khalil era más para mostrar su frustración ante su propia condición y para hacer ver a Yusuf la realidad a la que se enfrenta».

Abdulrazak Gurnah. Crédito: Getty Images.
De la lectura a la acción
«No se puede parar un tanque con un libro. La literatura no puede impedir las tiranías. Lo que sí puede hacer, quizás, es arrojar luz sobre distintos asuntos. Y a partir de ahí es el lector quien debe actuar si así lo desea. Es difícil que el líder de un régimen autoritario se ponga a leer y exclame: "¡Está bien, ya no bombardeo más!". Lo que los escritores pueden hacer es informar al pueblo, no a los tiranos, y mostrarnos por qué no deberíamos dejar que abusen de nosotros».
Premio Nobel: el antes como el después
«Un premio Nobel es todo un acontecimiento. Es un gran honor y me siento muy feliz por sumarme a una lista de escritores a quienes admiro y que siempre he visto como personas de una órbita diferente. Es maravilloso que tanta gente quiera leer mis libros. Mis editores me dicen que los traducirán a muchos otros idiomas, que es lo que desearía cualquier escritor. También hay otros cambios: la gente quiere hablar contigo, preguntarte cosas, invitarte a participar en sus proyectos, y atender esas demandas me llevará algún tiempo. Pero antes o después volveré a ponerme a escribir. Y para mí es imposible hacerlo de modo diferente al que siempre lo he hecho. Jamás he trabajado por encargo: siempre he presentado mis novelas una vez terminadas. Y ahora hay menos motivo que nunca para dejar de hacerlo. Me gusta la libertad de decidir sobre qué escribir y organizar mi tiempo como quiera: viajar, cuidar mi jardín, cocinar… Cuando quiero escribir, escribo. Y no paro hasta que estoy lo suficientemente satisfecho como para presentar el texto a mi editor».
«Cuando me dicen que soy el primer escritor africano de raza negra que gana el Nobel de Literatura en 30 años, me pregunto: ¿cuántos escritores indios lo han ganado? ¿Cuántos eran chinos o japoneses? En la historia de este premio casi todos los ganadores son europeos».
Europa y los premios
«Cuando me dicen que soy el primer escritor africano de raza negra que gana el Nobel de Literatura en 30 años, me pregunto: ¿cuántos escritores indios lo han ganado? ¿Cuántos eran chinos o japoneses? En la historia de este premio casi todos los ganadores son europeos, lo que expresa el escaso valor que se atribuye a la literatura de otros lugares del mundo. La cosa es así y no hay marcha atrás, no se puede cambiar el pasado, que es fruto de una cierta estrechez de miras de la Academia sueca. Pero si miramos adelante quizá llegue a reconocerse el valor de escritores de otras procedencias. Hasta cierto punto ya está pasando. Ya veremos».
El papel y las pantallas
«Durante el confinamiento pandémico se han vendido muchos más libros de lo habitual, al menos en Gran Bretaña. Todos ellos podían leerse en formato electrónico, pero la gente quería un libro físico, no una pantalla. No comparto esa preocupación sobre la posible desaparición de los libros en papel a raíz del e-book. Los libros son libros, los leas como los leas. El libro digital no genera ningún daño y ofrece muchas ventajas; por ejemplo, abarata los precios para los estudiantes con pocos ingresos. Ambos soportes tienen las suyas y cada lector puede elegir el que más le guste. Debemos aprovechar los recursos que tenemos. Así que soy optimista acerca del futuro de los libros».
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