Respuestas a tu ansiedad

Gio Zararri

Fragmento

Prólogo

PRÓLOGO

Tengo el honor y el gran placer de escribir el prólogo de esta tercera entrega de una trilogía increíble, que sin duda alguna puede suponer el camino hacia el fin de tu ansiedad y hacia la reconciliación con tus miedos y tu verdadero ser.

Comenzaré por honrar al autor, ya que puedo sostener como profesional que, cuando uno habla desde la propia experiencia y el autoconocimiento, la sabiduría es inmensa, y que las enseñanzas que Sergio nos trae a partir de su camino de descubrimiento, de sufrimiento, de dolor, de superación y de comprensión de la ansiedad han propiciado la creación de bellas obras de arte. En ellas podemos mirar a los ojos a la temida ansiedad y comprender su función, así como determinar cuál es nuestro camino personal en la recuperación.

Todas las personas pasamos por malos momentos y dificultades, así es la vida, la condición humana. Y una de esas grandes dificultades vitales se llama ansiedad y es experimentada por casi todo el mundo, en mayor o menor medida, a lo largo de su vida. Por eso merece mucho la pena arrojar luz sobre ella, darle visibilidad y normalizar el tratamiento de una vivencia que nos resta mucha vida, para conseguir así comprenderla y perderle el miedo.

Ya lo dijo María Curie: «No hay nada que temer, sino mucho que aprender». En la mayoría de las ocasiones, cuando nos encontramos mal o cuando empezamos a sentir desazón, comenzamos a experimentar sensaciones de miedo, angustia y ansiedad y llega el sufrimiento. En otras ocasiones esta ansiedad viene sin que nos demos cuenta y nos pilla por sorpresa. Cuántas preguntas nos hacemos entonces, tratando de resolver lo que nos está pasando.

Estas preguntas a menudo no tienen respuesta, o en los momento en que nos las hacemos no podemos encontrarla fácilmente. Se trata de preguntas muy humanas, del tipo «¿qué me sucede?», «¿por qué a mí?», «¿me estaré volviendo loco?»… Preguntas que, sin la ayuda de un profesional, de un libro o de los recursos necesarios, a veces pueden aumentar nuestro malestar y generarnos un mayor sufrimiento. Y aquí es donde entra en juego el miedo, pero no ese miedo sano que nos protege y avisa, sino el miedo al miedo, el miedo anticipatorio, el miedo irracional, el miedo que nos paraliza frente a situaciones que, paradójicamente, cuando las analizamos, nos parecen aún más contradictorias. Preguntas como por qué le tengo tanto temor a un perro, por qué me da miedo subir a un ascensor, o por qué me genera pánico un concierto o conducir, si nunca me ha pasado nada en esas situaciones que puede que incluso me agradasen antes de temerlas de manera tan irracional.

Estas preguntas que todos podemos llegar a hacernos van alimentando nuestro temor, alimentando ese miedo al miedo que nos hace sentir y creer que algo muy peligroso nos sucederá en cualquiera de esos contextos. Es la manera que tenemos de intentar protegernos de ellos, generando todas las respuestas vitales de defensa o huida. Pero el gran objetivo es convertir esto que nos sucede en un mensaje que tenga sentido para nosotros, para nuestra vida, cómo entender lo que esa ansiedad quiere decirnos sobre nuestro cuerpo y nuestro ser. Estas son las grandes cuestiones centrales para comenzar a abordar existencialmente y de una manera sana a la ansiedad.

Por tanto, qué importante es que nos hagamos preguntas para poder avanzar y crecer, claro que sí, pero qué importante es también poder responderlas o al menos centrarnos tan solo en las interrogantes que nos ayuden a encontrar la dirección oportuna en nuestro camino de autoayuda.

En el caso de la ansiedad, cuando uno aún no sabe reconocerla adecuadamente, cuando uno la vive como un castigo, o cuando uno cree que ha enloquecido, el hecho de encontrar en un libro, en una persona, en una historia o en un profesional las respuestas o la ayuda necesaria —la claridad que le falta— puede suponer uno de los mejores regalos de vida.

Considero muy importante poder dar un sentido existencial a la ansiedad, encontrar un camino de autocuidado o de atención amorosa hacia uno mismo, incluso de cara a la toma de determinadas decisiones vitales. Pero hay un trabajo previo, el de aprender también a sumergirnos en ese miedo y conocer las herramientas de afrontamiento de lo que nos genera ansiedad, para lo cual a veces hay que transitar y comprender el miedo, la angustia y el pánico. Así es cómo resulta posible comprobar que nada de lo que ocupa nuestra cabeza es más grave que las sensaciones que experimentamos de miedo extremo.

En ocasiones las sensaciones de miedo y angustia se forjan cuando las vivimos en repetidas ocasiones y a menudo se agrandan por el intento de evitar esa determinada circunstancia, porque en ese intento vamos reduciendo progresivamente nuestro mundo y nuestras capacidades. Esto no solo nos daña emocionalmente, sino que también reduce nuestra sensación de capacidad y afecta a nuestra autoestima. Por eso es importante saber que se trata de estados momentáneos derivados del miedo y de las sensaciones de incapacidad generadas por la ansiedad, y tener claro que de ahí también se sale, que únicamente es necesario tomar una decisión y ponerse a ello.

Como profesional considero que, antes de iniciar un proceso de intervención, al tiempo que se ofrecen unas pautas de recomendación, es importante comprender el momento vital en el que está la persona, para así poder valorar si el camino es de afrontamiento inmediato con terapia, si es el momento de comenzar y aprender a cuidarse y fortalecerse, si ha llegado la hora de empezar a comprender.

Está claro que libros como los de Gio acercan a todas estas variables y nos servirán de apoyo para que podamos comenzar a saber y a autoconocernos, para desde ahí encontrar esas respuestas con las que los primeros síntomas de miedo se irán apaciguando, simplemente porque habremos aclarado nuestra visión de lo que nos sucede. Es importante determinar el tipo de caso y en qué momento se está del proceso, pero lo que sí es común a todas las vivencias es que la ansiedad no gestionada genera sufrimiento, y que el autocuidado es uno de los grandes aliados para superarla. Si además disponemos de un manual que sea nuestro compañero y nos ayude a responder a las preguntas que nos vayamos haciendo, ese volumen se convertirá en una gran herramienta que puede suponer el fin real de la ansiedad. Así aprenderemos a convivir con ella, a concederle unas vacaciones y un respiro al sufrimiento.

Siempre que alguien acude a mi consulta con este malestar, que ya se ha convertido en sufrimiento, lo hace porque esa ansiedad —experimentada por más del 90% de las personas en la actualidad— le resulta muy limitante. Es también muy habitual la falta de orientación y de recursos para poder tratarla, abordarla y conocerla, lo cual revierte en un mayor sufrimiento y en que la persona se sienta aún más enferma.

Por esto sé lo importante que es poder conocer de cerca la ansiedad, que es lo que se propone y consigue nuestro autor, para aliviar parte de ese dolor con las respuestas adecuad

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