Marte y Venus en el dormitorio

John Gray

Fragmento

Agradecimientos

Agradecimientos

Quiero agradecer a mi esposa, Bonnie, una vez más, el que haya compartido conmigo la aventura de crear un nuevo libro. Le agradezco su permanente paciencia y su apoyo creativo a la hora de ayudarme a tener éxito como amante enamorado. También le agradezco que me haya permitido compartir nuestras historias, y especialmente por ensanchar mi capacidad de comprensión y la habilidad para hacerle honor a la perspectiva femenina. Sus penetrantes sugerencias y comentarios han supuesto un equilibrio importante y necesario.

Agradezco a mi agente, Patti Breitman, su ayuda, su brillante creatividad y su entusiasmo, los cuales han guiado este libro desde su concepción hasta su finalización. Patti es un ángel muy especial en mi vida. Le doy las gracias, asimismo, a Carole Bidnick, quien nos puso en contacto a Patti y a mí para nuestro primer proyecto editorial: Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus.

Agradezco a Nancy Peske su permanente experiencia editorial y su creatividad a lo largo de todo el proceso. A Jack McKeown, su interés y su compromiso con este proyecto desde el principio y por la ayuda de la Dirección de HarperCollins por su receptividad respecto a mis necesidades.

Quiero agradecerles, a Michael Najarian y a su esposa, Susan, la exitosa organización de tantos seminarios. A Michael le agradezco las muchas horas extra de planificación creativa, y el importante y penetrante aporte de información que me ha proporcionado para desarrollar esta materia. Quiero agradecerles, a los distintos promotores y organizadores, los seminarios que, con tanto entusiasmo, organizaron para que yo enseñara y desarrollara el material de este libro: Elly e Ian Coren en Santa Cruz; Ellis y Consuelo Goldfrit en Santa Cruz; Sandee Mac en Houston; Richi y Debra Mudd en Honolulú; Garry Francell en Honolulú; Bill y Judy Elbring de Life Partners en San Francisco; David Farlow y Julie Ricksacker en San Diego; David y Marci Obstfeld en Detroit; Fred Kleiner y Mary Wright en Washington; Clark y Dotti Bartells en Seattle; Earlene y Jim Carillo en Las Vegas; Bart y Merril Berens en Los Ángeles; y Grace Merrick, de la Iglesia de la Unidad de Dallas.

Agradezco a John Vestman, de Trianon Studios, las expertas grabaciones que realizó de mis seminarios. Y también a Dave Morton y a la Dirección de Cassete Express su interés por este material y por la calidad de sus servicios.

Le agradezco a Ramy El-Batrawi y a su esposa, Ronda, de Genesis-Nuborn Productions, la competente campaña de publicidad sobre la disponibilidad audiovisual de mis seminarios.

Y a mis secretarias, Ariana Husband y Susie Harris, su duro trabajo, su devoción y la eficiente organización de mi agenda y del despacho.

Le doy las gracias a mi quiromasajista, Terry Safford, por el increíble apoyo que me brindó, dos veces por semana, durante los seis meses intensivos que trabajé en este proyecto. Asimismo, le agradezco a Raymond Himmel sus muchas sesiones de acupuntura al acabar este proyecto, sesiones que tuvieron la virtud de sanarme del aturdimiento y del agotamiento. También le agradezco a mi amiga Renee Swisko sus sorprendentes y poderosas sesiones curativas tanto conmigo como con el resto de mi familia.

Agradezco a mis amigos y asociados su honestidad al compartir ideas y conocimientos conmigo: Clifford McGuire, Jim Kennedy y Ann Everest, John y Bonnie Grey, Reggie y Andrea Henkart, Lee y Joyee Shapiro, Gabriel Grunfeld, Harold Bloomfield y Sirah Vittese, Jordan Paul, Lenny Eiger, Charles Wood, Jacques Early, Chris Johns, Mike Bosch y Doug Aarons.

Le agradezco a Oprah su calor humano y la oportunidad de tratar libremente acerca de mis ideas en su show, ante más de treinta millones de espectadores.

Quiero agradecerles a miles y miles de participantes en mis seminarios el que compartieran conmigo sus historias personales y me animaran a escribir este libro. Su ayuda positiva y cariñosa, junto con las miles de llamadas y cartas de apoyo que he recibido, continúan sirviéndome de acicate para desarrollar y conformar los principios sostenidos en este libro.

En particular, merced al éxito de mis libros anteriores, quiero agradecer a millones de lectores no solo que hayan compartido mis libros con otros, sino que las ideas en ellos contenidas sigan siéndoles útiles en sus vidas y sus relaciones.

Quiero, finalmente, agradecerle a Dios la oportunidad de hacer algo diferente en este mundo y la sencilla pero eficaz sabiduría que me ha sido concedida y que yo ofrezco en este libro.

Introducción

Introducción

Él quiere sexo. Ella, amor. A veces parece como si nuestras parejas fueran de planetas diferentes; como si él fuera de Marte y ella de Venus. En el dormitorio es obvio que hombres y mujeres son diferentes, pero puede que no nos demos cuenta de lo diferentes que en realidad somos. Solo a través de la comprensión y aceptación de nuestras diferencias, las obvias y las no tan obvias, podemos conseguir una intimidad verdadera y una sexualidad satisfactoria.

POR QUÉ EL SEXO ES TAN IMPORTANTE

Todos sabemos que el sexo suele ser más importante para los hombres, mientras que el enamoramiento lo es para las mujeres; pero generalmente no sabemos por qué, a qué se debe ese fenómeno. Sin una profunda comprensión de esa diferencia fundamental, las mujeres suelen subestimar la importancia del sexo para los hombres y muy a menudo los juzgan superficiales por desear solo una cosa.

Los juicios de una mujer se hacen más benévolos cuando descubre las razones reales por las que algunos hombres parece que solo deseen el sexo. Con una comprensión más profunda de nuestras diferencias sexuales, basada en el desarrollo histórico y en los condicionamientos sociales, la mujer puede empezar a entender por qué, para muchos hombres, la excitación sexual es la clave que les ayuda a sentirse más unidos a sus parejas y a vivir plenamente sus sentimientos amorosos.

Para muchos hombres, la excitación sexual es la clave que les ayuda a sentirse más unidos a sus parejas y a realizar sus sentimientos amorosos.

A través del sexo se abre el corazón de un hombre, permitiéndole experimentar tanto sus sentimientos amorosos como su hambre amorosa. Irónicamente, es el sexo lo que le permite a un hombre sentir su necesidad de amor, mientras que el ser amada es

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