Umbral

Anna Caballé

Fragmento

Nota a la presente edición

Nota a la presente edición

En esta nueva edición de la biografía de Francisco Umbral he revisado algunas afirmaciones o juicios que muy pronto me parecieron demasiado tajantes o excesivos y he corregido asimismo algunos, pocos, datos erróneos, gracias a las aportaciones de testimonios con los que no pude contar en la versión de 2004. Fundamentalmente, agradezco a José Antonio Perelétegui, Juan Manuel de Prada y Jorge Urrutia sus valiosas aportaciones, confirmando las mías de entonces. Los lectores de la primera edición descubrirán pequeños cambios que no alteran en absoluto la visión general del personaje ni la estructura de los capítulos, respetándose en todo el carácter del año en que fue publicada, cuando dispuse únicamente de la información que pude recabar por mí misma, ya que no sólo no conté con el apoyo del escritor, como se expone en el libro, sino que sigo contando con la manifiesta hostilidad de la fundación que lleva su nombre.

En todo caso, lo que quiero decir es que me es imposible incorporar a esta edición la sustantiva transformación que ha experimentado la figura de Umbral en la opinión pública, debida en buena parte a la explicación que de ella se da en El frío de una vida. Hacerlo supondría alterar, y mucho, la estructura de mi argumentación, ajena a los delirios hagiográficos. La diferencia más importante en relación a la primera edición es el añadido de un nuevo epílogo dando cuenta somera de los últimos años del escritor y del cierre de algunos interrogantes que habían quedado abiertos en 2004.

Barcelona, enero de 2022

Advertencia preliminar

Advertencia preliminar

He hablado con muchas personas que conocen bien a Francisco Umbral o bien que se han cruzado en algún momento en su camino; a todas agradezco la deferencia, la cordialidad y, en algunos casos, la amistad con que me han tratado. Sin sus comentarios y aportaciones mi trabajo hubiera sido casi inhumano. Pero debo decir que soy la única responsable de la información que se maneja a lo largo del libro, así como de la libre interpretación de los principales datos biográficos del escritor.

Este ensayo utiliza categorías psicológicas porque éstas se han convertido en categorías políticas.

HERBERT MARCUSE,

prefacio a Eros y civilización. Contribución a Freud

Somos tan superficiales, tan vanos, que casi nunca diferenciamos una conducta de una vida. ¿Qué sabemos nosotros de la vida interna de Lorca, de su metal último y más verdadero?

FRANCISCO UMBRAL,

Lorca, poeta maldito

Escribir es mi única redención, mi única realización. Es mi manera de estar en el mundo. Una especie de locura. Quisiera quemarme escribiendo y viviendo, y te aseguro que a veces duelen las quemaduras.

FRANCISCO UMBRAL,

carta a Miguel Delibes, enero de 1970

Yo no tengo escrúpulos. No me parece tampoco inmoral ni ilegítimo que digan de mí lo que quieran. Aunque creo que de mí se pueden decir pocas cosas, porque soy muy alto y muy guapo.

FRANCISCO UMBRAL,

entrevista concedida a José Miguel Ullán,

El País, 28 de junio de 1981

1. Historia de un libro

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Historia de un libro

La idea inicial de este libro arranca de un momento preciso, la noche del 12 de septiembre de 1997, cuando Francisco Umbral obtuvo el segundo Premio Fernando Lara, en Sevilla, con una novela titulada La forja de un ladrón. Era un premio nacido el año anterior a la sombra del accidente de tráfico sufrido por el hijo del fundador de Planeta y principal responsable de su dirección literaria desde la jubilación de José Manuel Lara, de modo que el fallecimiento de Fernando Lara Bosch había supuesto una seria crisis interna en la editorial. El año anterior, y primero de su convocatoria, el premio lo había obtenido Terenci Moix con su novela El amargo don de la belleza. La tarde de la concesión del galardón, Francisco Umbral estaba en Sevilla acompañado entre otros por Fernando Rodríguez Lafuente, Eduardo Haro Tecglen, Miguel García-Posada,[1] Fernando Sánchez Dragó y un largo etcétera de escritores y periodistas invitados por la editorial catalana. Umbral se hospedaba, acompañado de su mujer España, en el hotel Alfonso XIII, y el hecho de que se hubiera desplazado hasta allí, en tren, era señal inequívoca de su victoria. Aquel mismo día los titulares de diversos periódicos nacionales daban a Umbral como firme candidato al premio, aunque se hubiera presentado bajo el pseudónimo fácilmente reconocible (como veremos) de Alejandro de Miguel. El premio estaba dotado con veinte millones de pesetas (unos ciento veinte mil euros), sólo superado económicamente por los cincuenta millones del Premio Planeta de novela.[2]

No había aparentemente razón alguna para la inquietud, pero la inesperada presencia del novelista José María Gironella en Sevilla angustió a Umbral hasta el extremo de comportarse groseramente con el reconocido autor de Los cipreses creen en Dios. ¿Es que Gironella se había desplazado a Sevilla por las mismas razones que él? ¿Para quién era el Premio Fernando Lara? Se trata de un sentimiento incontrolable para Umbral que lo hace reaccionar de una forma no sólo imprudente sino chocante: «¿Qué hace ahí ese viejo?», no dejaba de comentar en voz alta sorprendiendo a quienes lo veían dominado por un momento de p

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