Grandes dinastías

Canal Historia

Fragmento

La perseverancia, el ingenio, el liderazgo y la firme determinación han sido las cualidades imprescindibles para que las estirpes familiares, con sus exorbitantes riquezas, hayan dominado el poder económico durante los dos últimos siglos. Un tercio de las compañías del índice Fortune 500 son empresas familiares que gobiernan, con frecuencia, con bastante pasión y numerosas tragedias los sectores financiero e industrial en el mundo occidental. Y entre las historias que contienen la mezcla exacta de poder, parentesco, dinero y dedicación al éxito destaca la del insigne apellido de los Agnelli.

A medida que las carreteras se llenaban de Fiat, los Agnelli fueron creando una dinastía familiar de un poder sin igual, con influencias en todos los sectores de la economía italiana. Gianni Agnelli, «Il Avvocato», el magnate que dirigió la compañía durante treinta y siete años, era el rey no coronado de una Italia republicana, pero tal poder tiene su precio. Los dueños de Fiat, del equipo de fútbol Juventus, del club automovilístico Ferrari, de los vinos franceses Château Margaux, de los diarios Corriere della Sera y La Stampa y de otras muchas sociedades, a medida que han ido ganando dinero también han sufrido terribles desdichas. Los fallecimientos de los viejos patriarcas Gianni y Umberto, en 2003 y 2004 respectivamente, dejaron el imperio en las inexpertas manos de dos hermanos menores de 30 años, John y Lapo Elkann, nietos del legendario Il Avvocato, quien poco antes de morir estaba convencido de que su imperio automovilístico acabaría en manos de General Motors. Seis años después, la historia dio la vuelta. Lo que tampoco podía haberse imaginado el admirado Gianni era que las disputas por su herencia entre su esposa y su hija llevarían a la familia a recorrer los juzgados de Italia.

CÓMO SE FORJÓ LA EMPRESA MÁS IMPORTANTE DE ITALIA

El 10 de octubre de 2005, Lapo Elkann, de 28 años, que trabajaba como responsable de la promoción de Fiat en todo el mundo, permanecía en estado grave en la unidad de cuidados intensivos del hospital Mauriziano de Turín unido a un aparato de respiración asistida. Fue ingresado a las nueve de la mañana, por una sobredosis de cocaína. Lapo era bien conocido para la prensa. Alto y guapo, el soltero de oro salía con la famosa actriz Martina Stella. Era el nieto que más se parecía al mítico Gianni Agnelli en el físico, en el gusto por la buena vida, en la simpatía y en la audacia. Un joven entusiasta al que le encantaba ser el centro de atención. Como director de comercialización de Fiat, acababa de dirigir una exitosa campaña para mejorar la imagen de la empresa. Sus ideas de marketing fueron parte importante de una inesperada resurrección de la empresa automovilística.

Tanto el padre de Lapo, el escritor y periodista Alain Elkann, como la madre, Margherita Agnelli, y su hermano John, vicepresidente de Fiat, acudieron al hospital en cuanto se conoció la noticia. La familia había mantenido en secreto su internamiento en el centro, pero pronto se supo que Lapo había pasado la noche en compañía de una joven y había consumido un cóctel de cocaína, heroína, opio y fármacos. Sin embargo, no fueron las drogas lo que causó más revuelo, sino dónde y con quién fue encontrado. «Las primeras informaciones hablaban del apartamento de una mujer. Todo el mundo pensó que se trataba de Martina Stella, su novia, pero resultó ser la casa de Donato Brocco, más conocido como Patrizia, una prostituta travestida que al parecer le salvó la vida porque llamó rápidamente a una ambulancia», explica el periodista Mark Seal.

Tres días después, Lapo despertó. Los italianos respiraron aliviados, pero no dejaron de preguntarse si la actual generación de Agnelli llegaría a estar a la altura del formidable fundador de Fiat. No en vano, durante más de un siglo la familia ha sido una fuerza industrial dinástica en Turín, en el norte de Italia y al pie de los Alpes. «La monarquía de los Saboya fue reemplazada por la monarquía de los Agnelli. Ése es el problema de Turín», afirma el periodista Salvatore Tropea.

El imperio fue creado en 1899 por un militar de 32 años llamado Giovanni Agnelli (1866-1945). Pertenecía a una familia de terratenientes del pequeño municipio piamontés de Villar Perosa, cerca de Turín. Giovanni nació el 3 de noviembre de 1866, entre las paredes de la casa que había comprado su abuelo. Los Agnelli se movían con una sólida situación financiera. Giovanni estudió en la Academia Militar, donde alcanzó el grado de oficial de caballería. Se fue a vivir a Verona, y allí se casó con Clara Boselli (1869-1946). Cuando se cansó de la vida militar, decidió embarcarse en la aventura de la industria automovilística y junto a un pequeño grupo de inversores crearon una fábrica de coches cuatro años antes de que Henry Ford montara la suya. Así nació la Fabbrica Italiana di Automobili Torino: FIAT.

Agnelli se convirtió en el director y socio principal de la compañía. Desde el principio, Fiat creció rápidamente, beneficiándose de su amistad con Giovanni Giolitti, primer ministro de Italia en cuatro ocasiones, cuya política apoyaba el desarrollo industrial del país. Frente a la mayoría de sus colegas de la época, interesados sólo en la fabricación de modelos especiales muy rápidos para ganar carreras, consiguió imponer su idea de fabricar coches en serie a gran escala. En 1908 comenzó la producción del Fiat 1 Fiacre, primer automóvil destinado a la función de taxi, modelo que exportaron a ciudades como París, Londres o Nueva York. En los años posteriores, la compañía aumentó sus actividades en el extranjero y comenzó la producción en serie del Fiat Zero, del cual se fabricaron aproximadamente dos mil unidades, ya equipadas con instalación eléctrica. En quince años, Fiat pasó de ciento cincuenta trabajadores en sus inicios a cuatro mil a comienzos de la Primera Guerra Mundial.

Como ha sido frecuente entre las grandes fortunas nacidas en el siglo pasado, el conflicto mundial supuso el verdadero despliegue de lo que llegó a ser, años más tarde, un imperio económico. Cuando Italia entró en guerra, el gobierno dio a Fiat un cheque en blanco. «Fiat empieza a ser no sólo una fábrica de coches, sino también de material militar, de componentes de ferrocarril y acabará convirtiéndose en el grupo industrial más grande de Italia», señala Marco Ferrante, autor de La casa de los Agnelli. Y a medida que la empresa crecía, «Fiat transformó Turín de una pequeña capital de provincia a una enorme ciudad industrial, quizá la mayor de Italia», indica Vittorio Zucconi, editor del periódico La Repubblica.

En 1916, Agnelli rompió moldes con la construcción de una factoría en Lingotto, entonces a las afueras de Turín, con una futurista pista de pruebas de dos kilómetros y medio, ubicada sobre su techo, a seis pisos de altura. Giovanni Agnelli visitó la fábrica de Henry Ford en Highland Park, Detroit, donde el norteamericano había creado la primera línea de producción móvil del mundo en 1913, reduciendo el tiempo de ensamblaje del chasis de doce horas y media

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