Sofía. Nuestra reina

Carmen Enríquez

Fragmento

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I
La reina cumple ochenta años

La reina Sofía cumple ochenta años, una edad más que respetable en la vida de una persona, y lo hace llena de energía, con una salud envidiable, según cuenta el equipo médico que se encarga de velar por su bienestar, con decenas de planes solidarios que pretende llevar a cabo en el futuro dentro de su objetivo vital de ser útil a los demás, y con el ánimo de disfrutar y estar muy cerca de su familia, especialmente de los ocho nietos que tiene de sus tres hijos.

Afronta esta nueva etapa de su existencia con la misma ilusión de siempre de mantenerse activa, de seguir adelante con la Fundación Reina Sofía, que le permite hacer realidad su voluntad de ayudar a quienes más lo necesitan, de continuar con la protección de los animales, el respeto del medio ambiente, el apoyo a la investigación del mal de Alzheimer y tantos otros proyectos que tiene entre manos siempre porque cree que esos son sus deberes como reina.

Doña Sofía ha sido, es y será siempre una persona cuya prioridad es, en primer lugar, la de servir a los españoles a través de la institución de la monarquía y, en segundo lugar, estar a disposición de su familia, especialmente en momentos tan difíciles como los que se han vivido en los últimos tiempos en el seno de la familia real.

A pesar de todas las dificultades, que se irán desgranando a lo largo de las páginas de este libro, la reina Sofía afronta el cambio de década de los setenta a los ochenta con grandes dosis de esperanza, entereza y también ilusión, esta última debida sobre todo a una circunstancia que le hace especialmente feliz: la mejoría sustancial de su relación con el rey Juan Carlos, su marido. Él está desde hace un par de años por la labor de recomponer la relación personal con la reina Sofía; los hemos visto juntos en los últimos meses en actividades oficiales que desempeñan en pareja, con gestos cordiales y amistosos evidentes entre ellos, incluso intercambiando frases que han provocado de nuevo la sonrisa e incluso la risa franca y sonora de ella. Hay numerosos testimonios gráficos que atestiguan ese acercamiento entre ambos, como por ejemplo la primera comunión de la infanta Sofía o la celebración del cumpleaños de los reyes noruegos, en la que una imagen desveló cómo él la protegía con un paraguas para evitar que se estropeara un elegante traje de noche que vestía ella en esa ocasión.

SE NORMALIZA LA RELACIÓN ENTRE DON JUAN CARLOS Y DOÑA SOFÍA

Personas cercanas a don Juan Carlos aseguran que él ha recapacitado sobre lo ocurrido en épocas anteriores —cuando se limitaban al mínimo las apariciones públicas de los dos juntos—, en las que cada uno miraba para un lado distinto y la tensión entre ellos era evidente para cualquiera. Don Juan Carlos se ha esforzado por arreglar las cosas entre los dos, por recomponer una relación si no a nivel sentimental, sí desde el punto de vista de compartir con cordialidad y en un buen ambiente su mutua responsabilidad como parte de la institución de la Corona.

Esa normalización de relaciones entre ellos no solo se produce en el ámbito de la vida oficial, sino que también se traduce en su vida privada. Fuentes particulares muy próximas a varios miembros de la familia real cuentan que desde hace unos meses don Juan Carlos cuenta con doña Sofía a la hora de aceptar la invitación a cenar de amigos suyos de hace años, a quienes pide que inviten también a la reina. Hace unos meses se publicaba una foto de ella saliendo de un establecimiento cercano a la capital madrileña, que más tarde abandonó el rey junto con otros amigos, después de compartir un almuerzo a base de setas, que a ella le gustan mucho.

Lo mejor de este acercamiento es que la reina Sofía está encantada con el esfuerzo que hace su marido por arreglar las cosas entre ellos, ve que él ahora la atiende, la escucha cuando quiere consultar algo con él, sabe que tiene abierta la puerta de su despacho particular, situado en la planta baja de su residencia del Palacio de la Zarzuela. Doña Sofía ha notado que su marido se preocupa de que esté informada de las cosas más importantes, porque a ella lo que le gusta es estar al tanto de lo que ocurre y que no se la deje al margen de los asuntos familiares.

La explicación que dan de esta reconciliación quienes conocen mejor al anterior jefe del Estado es que él también cumple ochenta años, se está haciendo mayor y se ha dado cuenta de que es mejor y más civilizado normalizar la relación con la reina, que ha estado muy sola durante muchos años porque, a diferencia de él, no ha tenido un círculo de amigos cercanos, personas que le siguen llamando y con los que mantiene la amistad de siempre.

La actitud de doña Sofía durante los años que la distancia entre ellos era abismal ha contribuido a que la aproximación de ahora sea factible, ya que hay que recordar que ella ha demostrado, durante todo ese tiempo de alejamiento, que era capaz de mantener el tipo sin que trascendiera su sufrimiento ni exteriorizara un mal gesto por algo que le hiciera padecer de él. La reina ha guardado las caras largas y sus penas para su intimidad con el fin de que nadie notara lo que pasaba por dentro de ella.

Personas que han trabajado dentro de la Casa de S. M. el Rey destacan que incluso en los momentos en que ellos apenas se hablaban y dejaron de viajar juntos al extranjero, don Juan Carlos siempre ha hablado públicamente con gran respeto hacia ella e igual admiración hacia la labor que ha desarrollado como consorte del rey. Esas mismas personas señalan que en el caso de doña Sofía, lo que la reina siempre ha puesto de manifiesto ha sido auténtica devoción por su marido. Nunca se ha cortado a la hora de expresar el amor que ha sentido siempre por don Juan Carlos, que le llevó a dejar su país, su familia y todo lo que la rodeaba para seguirle a él a un destino muy incierto del que no se sabía cómo iban a salir las cosas.

LOS ACTOS DE CELEBRACIÓN DE LOS OCHENTA AÑOS

Aunque la casa real española es poco aficionada a celebrar con grandes fastos los aniversarios señalados de cualquiera de sus miembros, esta vez se decidió a organizar unos actos que conmemoraran el doble cumpleaños de los reyes anteriores, el 5 de enero el de don Juan Carlos y el 2 de noviembre el de doña Sofía. Entre los dos, el quincuagésimo aniversario del rey Felipe, nacido el 30 de enero de 1968, si bien este no iba a tener la misma relevancia que los de sus padres. En principio, no se anunció con antelación por parte de la Casa de S. M. el Rey cómo se iba a celebrar ese triple aniversario en el que padres e hijo alcanzaban eso que se da en llamar una cifra redonda, por significar un cambio de década en su recorrido vital.

La celebración de la Pascua Militar, que cada 6 de enero se conmemora con un acto en el Palacio Real, marcó el inicio de esa serie de actos que han servido a lo largo del año para reconocer la labor de los anteriores reyes, algo que no se hizo en los meses posteriores a la abdicación de don Juan Carlos en 2014. Es decir, que lo que se ha hecho es que el ochenta cumpleaños de ambos haya servido de percha para rendir homenaje de alguna manera a la inmensa labor realizada por los padres del actual monarca a lo largo de sus casi cuarenta años de reinado. De ahí que don Juan Carlos y doña Sofía asistieran por primera vez desde la abdicación al acto de la Pascua Militar junto con los

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