Bastardos y Borbones

José María Zavala

Fragmento

La otra Eulalia

En octubre de 2008 recibí una carta que esperaba con gran interés y, por qué no decirlo, con cierto escepticismo también.

Sin necesidad de abrirla, supe ya que había llegado a mis manos: «Juzgado de Paz de Alcaudete ( Jaén)», indicaba el membrete del sobre.

Empecé a devorarla enseguida:

Estimado José María:

Adjunto tengo el placer de remitirte los certificados que me has pedido, esperando que te sean de utilidad y quedando a tu entera disposición para lo que necesites, te facilito el número de teléfono del Juzgado […] por si necesitaras llamarme en horario de oficina, así como mi email […], deseándote todo el éxito del mundo en tu nuevo libro y rogándote me tengas informado en la investigación que nos ocupa. Sin otro particular y agradeciéndote tu interés y simpatía se despide tu amigo, Sergio Burgos Pérez.

En realidad, Sergio Burgos no era mi amigo, pues ni siquiera había tenido oportunidad de conocerlo personalmente hasta entonces, sino que tan sólo había conversado con él por teléfono en tres ocasiones.

Acababa yo entonces de publicar La infanta republicana, una biografía de Eulalia de Borbón, tía abuela del rey Juan Carlos I. Enterado de ello, Sergio Burgos recurrió a mí, a través de un colega del periodismo a quien ambos conocíamos, para que le ayudara a desentrañar un misterio que le intrigaba desde hacía tiempo.

¿Cuál era aquella «investigación que nos ocupa» a la que aludía Sergio Burgos en su carta? El azar quiso que este oficial del juzgado de Alcaudete descubriese sin quererlo una insólita partida de nacimiento a nombre de… ¡Eulalia de Borbón!

Su estupor debió de ser palmario; al principio, pensó que podía tratarse de la partida de nacimiento de la mismísima infanta Eulalia. Pero, en cuanto comprobó las fechas, se convenció de que no lo era: la infanta había nacido el 12 de febrero de 1864, en el Palacio Real de Madrid, mientras que la partida que halló en el registro del juzgado acreditaba que aquella pequeña lo había hecho exactamente el mismo día y mes pero del año 1883, en Alcaudete; es decir, diecinueve años después que la infanta y en un lugar también diferente.

¿Quién era entonces aquella chiquilla, nacida el mismo día y mes que la infanta Eulalia y que, por increíble que parezca, se llamaba también igual que ella?

El escenario

Enclavada en el extremo sudoeste de la provincia de Jaén, en la comarca de la sierra sur, a escasos cuarenta kilómetros de la capital, la villa de Alcaudete conserva innumerables vestigios del pasado.

Una sola visita allí basta para convencerse de la remota historia de su núcleo urbano, adscrito en la época romana al municipio flavio de Sosontigi.

Más de doscientos asentamientos arqueológicos, inventariados desde el Paleolítico superior, atestiguan sus insondables raíces, diseminadas a lo largo de todo el término municipal de casi 240 kilómetros cuadrados.

El entorno es paradisíaco: geología, botánica y fauna se funden en el paisaje, constituyendo una sobrecogedora panorámica desde la Sierra Ahillos; por no hablar del paisaje agrario, formado por blancos cortijos rodeados de millares de olivos; o del paisaje acuático, integrado por tres formidables lagunas donde se conservan ejemplares únicos de aves acuáticas invernales —malvasías, fochas, zampullines o flamencos—, que chapotean a salvo de la extinción entre carrizos, eneas, taráis y salicornias.

Alcaudete se vendió a la Corona a finales del siglo xiv, instalada la dinastía de los Trastámara, cuyo monarca Enrique III el Doliente de Castilla había sido el primer príncipe de Asturias de la historia.

Poco después, pasó como señorío a manos de los Montemayor, una de las ramas familiares de los Fernández de Córdoba.

Durante el siglo xix, el pueblo vivió momentos de intensa agitación social y política; empezando por la sublevación de los vecinos contra el invasor francés, la batalla en sus calles entre los partidarios de Isabel II y de Carlos María Isidro, o la desamortización de bienes y propiedades eclesiásticas confiada por la Reina Gobernadora a su ministro Mendizábal.

La perspectiva de la villa, conforme uno se acerca a ella, ofrece un conjunto de casas singulares, desperdigadas por la ladera de un cerro. Una vez en el pueblo, el punto de referencia es sin duda la plaza de Santa María, desde donde emerge hacia el cielo la imponente silueta de la iglesia de Santa María la Mayor, construida a finales del siglo xv junto al castillo, que debe su estructura actual a la orden militar de Calatrava.

El interior del templo consta de una sola planta rectangular con tres naves, a modo de capillas, rematadas por bóvedas de crucería. La nave central es más ancha y elevada que las laterales, obra del arquitecto Martín de Bolívar.

Pilares góticos, arcos ojivales o las mencionadas bóvedas de crucería son señales evidentes del predominio gótico-mudéjar en pleno Renacimiento, durante el cual se amplió la capilla mayor bajo la dirección del arquitecto Francisco del Castillo.

Precisamente en esta capilla mayor, cubierta con bóveda vaída y decorada con dibujos geométricos, había sido bautizada nuestra pequeña protagonista…

Los documentos

Transcribamos ahora, fielmente, su certificación literal de nacimiento, la cual me hizo llegar muy cortésmente el propio oficial del juzgado de Alcaudete.

Archivada en el tomo 20, folio 15, de la Sección Primera del Registro Civil de Alcaudete, la partida dice textualmente así:

Ministerio de Justicia. Registros Civiles. Número 2140. Eulalia Borbón [Anotado en el margen superior izquierdo].

En la Villa de Alcaudete, a las diez de la mañana del día trece de febrero de mil ochocientos ochenta y tres, ante D. Serafín Hernández Romero, Juez municipal en ella, y D. Juan Miguel Díaz y Pino, Secretario, compareció con su cédula personal número dos mil cuatrocientos sesenta y uno, expedida en Jaén, en veinticinco de octubre último, D. Juan Manuel Panadero Giménez, soltero, natural de esta expresada villa, término municipal de la misma, provincia de Jaén, mayor de edad, de oficio encargado en la Casa Cuna, domiciliado en dicho establecimiento, calle Rafael Díaz Castillejo número treinta y ocho, presentando con objeto de que se inscriba en el Registro Civil una niña; y al efecto como Encargado manifiesta:

Que dicha niña fue expuesta en el [ilegible] del Establecimiento a las nueve de la mañana del día de hoy, nacida al parecer la noche anterior [la cursiva es mía; es decir, el día 12 de febrero].

Que es hija de padre desconocido y la exhibe cual la recibiera: envuelta en un pedazo de algodón azul, pañal de lienzo de algodón, armilla de indiana clara, gorro blanco y envuelta en un pañuelo de estambre a cuadros de colores, todas las prendas muy destrozadas. No se le nota señal ni defecto alguno, ni encontrado papel alguno.

Y que a la expresada niña se le había puesto el nombre de Eulalia y el apellido de Borbón.

Todo lo cual presenciaron como testigos Marcial Hidalgo Garrido y Alonso Serrano Sarmiento, naturales de esta villa, el primero casado y zapatero, el segundo soltero y amanuense, domiciliados en las calles Arroyo Casa sin número y Puerta de Alcalá trece.

Leída íntegramente esta acta, e invitados a leerla por sí los que la han de suscribir, se estampó en ella el sello del Juzgado municipal, y la firmaron el señor Juez, el compareciente y los testigos, de todo lo cual yo, el Secretario, certifico. Firmado Serafín Hernández,

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