De becario a ciudadano (El Jurista Enloquecido)

Abel Gende
Adrián Fernández

Fragmento

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PIRÁMIDE ALIMENTICIA

De becario

a ciudadano

La base de la pirámide la ocupan los ESTUDIANTES. Son los más ambiciosos de los que componen la pirámide alimenticia jurídica… o los más ingenuos, según como se mire. Aspiran a ir escalando poco a poco en la estructura sin ponerse límites, porque tienen un pie dentro y otro fuera de esta, y aún no saben lo que se les viene encima.

Las frases más comunes de estos desgraciados suelen ser del estilo de: «Yo seré magistrado del Tribunal Supremo» y «Yo seré el dueño de una firma internacional de abogados».

Cuentan con sus propios depredadores fuera de la pirámide (como, por ejemplo, los profesores) y, si son asignados a un negrero o caen en las redes de una de las tratas de esclavos, fácilmente pueden convertirse en becarios.

Pertenecen a la escala social más baja de la pirámide y, junto con los becarios, constituyen el subgrupo de NO REMUNERADOS (en el caso de los estudiantes, según apuntan varios expertos sobre el tema, constituyen un eslabón peor que el estamento becario, puesto que pagan para cursar sus asignaturas).

Por último, hay que destacar que, puesto que son postulantes a esclavos pero aún no pertenecen a ningún negrero, tienen la oportunidad de escapar y priorizar su felicidad sobre el ascenso piramidal hacia la desgracia.

El siguiente estamento está protagonizado por los BECARIOS. Se trata de estudiantes encubiertos, por ello también pertenecen al subgrupo de los NO REMUNERADOS.

Ofrecen trabajo a cambio de experiencia o conocimiento, nutrientes indispensables para su alimentación (por lo tanto, son, junto con los estudiantes, los únicos seres herbívoros de la pirámide). A veces se conforman con ofrecer su fuerza de trabajo por el mero hecho de trabajar, sin pedir nada a cambio ni adquirir experiencia ni conocimiento (aunque, en este punto, los expertos no se ponen de acuerdo; en mi opinión, la explicación a estas prácticas la podemos encontrar, tal vez, en tendencias masoquistas).

Su depredador natural son los abogados por cuenta propia o ajena, pero, en ocasiones, pueden llegar a ser presa de cualquier funcionario resentido.

Los becarios están considerados esclavos, puesto que no gozan de libertad como todos los demás integrantes de la pirámide (incluidos, como vimos, los estudiantes, que aún no pertenecen a nadie y están a tiempo de correr sin mirar atrás). Están asignados a un negrero que los alimenta de experiencia a cambio de trabajo.

Entramos ahora en las clases sociales remuneradas y con cierta libertad. Los que se encuadran en este estamento de la pirámide comparten estatus pero se subdividen, a su vez, en dos subgrupos muy diferenciados: por un lado, nos encontramos con los ABOGADOS POR CUENTA AJENA, que son los depredadores naturales del becario y, a su vez, presas de abogados autónomos jerárquicamente por encima de ellos o de algún funcionario del que dependan en un momento puntual. Además, en ciertas ocasiones, sufren a un depredador encubierto: los clientes. Y, por otro lado, el 90 % DE LOS FUNCIONARIOS, presa de otros funcionarios que jerárquicamente tienen por encima y depredadores naturales de cualquiera que tenga la desgracia de depender de ellos para algo. Incluso a aquellos funcionarios que tienen la desgracia de estar de cara al público los acecha un depredador encubierto: LOS CIUDADANOS.

Tanto unos como otros se consideran libertos: antiguos esclavos que ascendieron en la pirámide adquiriendo remuneración y cierta libertad a base de adoptar una dieta carnívora. Sin embargo, su condición no es de plena libertad porque tienen depredadores naturales.

Así pues, tanto de aquellos que están subordinados a otros abogados como de los que tienen por encima a otros funcionarios podría decirse que gozan de una libertad encubierta que, bien llevada, puede incluso compensar y ser mucho más ventajosa que la del estamento más alto.

Constituyen la clase media jurídica.

Y llegamos a los ABOGADOS AUTÓNOMOS y a los ALTOS FUNCIONARIOS. Se trata de ciudadanos de Roma de pleno derecho y libertad. Teóricamente, no tienen ningún depredador natural y el resto de los miembros de la pirámide constituye la ingesta diaria recomendada de su dieta.

Obviamente están remunerados, y los abogados autónomos incluso van un paso más allá y buscan su propia retribución.

Para honrar a la verdad, no es oro todo lo que reluce, y en la práctica se enfrentan:

• con otros de su misma condición,

• entre los subgrupos (abogados autónomos contra altos funcionarios y viceversa), y

• con otros estamentos de la pirámide cuando las circunstancias concretas del destino los hace confrontarse en igualdad de condiciones (por poner un ejemplo: cuando los abogados dependen de un funcionario de un nivel inferior para que les dé un papel, de un abogado por cuenta ajena para llegar a un acuerdo, etc.).

Pero los verdaderos depredadores encubiertos de esta —en apariencia— clase alta son los clientes, en el caso de los abogados autónomos, y los ciudadanos, en el de los funcionarios, tal y como ocurría en el anterior estamento. Sin embargo, aquí la novedad es que como son el estamento más alto no tienen a quien echarle la culpa ni en quien delegar la responsabilidad de lo que esté mal hecho.

Cuanto más alto se esté en la pirámide, mayor remuneración, pero menor tranquilidad. Menos depredadores y más presas, pero menos vida social. Y después están los clientes o ciudadanos, depredadores encubiertos de los estamentos remunerados, más peligrosos de lo que se pueda imaginar.

¿El mejor estamento social en mi opinión?

Correr y no mirar atrás.

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LA ENTREVISTA

De cuando Ticio descubrió a qué se referían

en realidad con «experiencia»

Por aquel entonces, Ticio ya contaba con todas las características propias de un móvil de gama alta: carrera integrada, varios GB de espacio ocupados con másteres, un sistema operativo jurídico forjado a base de prácticas no remuneradas… Así que, creyendo que su oferta de calidad-precio era insuperable, acudió a aquella mal llamada entrevista con cierta confianza.

—Veo que cuenta con los estudios —le dijo el entrevistador—. Tiene cámara y grabadora y, sí, es un avance tecnológico muy grande. A nadie se le escapa que es muy difícil crear un artilugio que lleve implementada una cámara, una grabadora, una carrera o un máster, pero ahora todos tenemos un trasto de estas características en el bolsillo, así que necesitamos algo más… Con tener las prestaciones que posee todo el mundo, no basta. ¿Tiene algo más que ofrecer?

—Mmm… ¿Talento y potencial?

—Entiendo, pero ¿cómo se mide el talento o el potencial? No podemos mesurar un intangible. Lo que nosotros buscamos es un móvil que cuente con una mínima trayectoria de ventas en los mercados y que demuestre que contará con una considerable demanda por parte de los consumi

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