Crisis

Patricia Armendáriz

Fragmento

Crisis

Introducción

En México hay casi 5 millones de empresas.1 El 90% de ellas contratan a menos de 10 personas y, en conjunto, absorben el 50% del empleo empresarial; es decir, 13 millones de trabajadores. El otro 10% está representado por compañías medianas y grandes que contribuyen con el otro 50% del empleo empresarial.

Si a estos negocios pequeños les añadimos los empleos del sector informal —definido de manera muy general como el que no inscribe a sus dependientes en el sistema de seguridad social—, que son 24 millones de trabajadores adicionales, nos encontramos con la agrupación a la que yo llamo micropymes, la cual comprende desde el autoempleo hasta las compañías que cuentan con 10 empleados. Estos 37 millones de trabajadores conforman nada más y nada menos que el 66% del total de personal ocupado del país, que según estadísticas oficiales es de 56 millones de personas.

Dedico este libro a dicho sector, el cual abarca la mayoría de las empresas del país y ocupa casi el 70% de nuestros trabajadores. De ninguna manera desestimo al otro motor de la economía, las medianas y grandes empresas, más bien reconozco que éstas tienen recursos mayores para sortear la crisis que estamos atravesando. Sus métodos de sobrevivencia son mucho más complejos y van más allá del alcance de este libro, el cual tiene un enfoque social para el apoyo a las micropymes que tienen menos acceso a recursos e información para tomar decisiones.

Cuando divido el ingreso neto —es decir, le quito a las ventas de las micropymes sus costos de las mismas y los salarios que pagan a su personal remunerado—, me encuentro con que los microempresarios ganan mensualmente en promedio 10 mil pesos, que es lo mismo que ganan en promedio los empleados remunerados del país. Acéptenme entonces, queridas lectoras y queridos lectores, que emprender un negocio pequeño o el autoempleo en el sector informal es la oportunidad de ganar lo que en promedio gana un empleado remunerado, sin las prestaciones sociales que te da el sector formal.

Esta realidad coincide con la conclusión de mi tesis doctoral, Empirical Evidence on Urban Labor Markets sobre el empleo formal e informal, en la cual comprobé que el mercado estaba segmentado. Ahí pude constatar que un trabajador X con las mismas características de un trabajador Y en términos de educación, sexo y edad ganaba más en el sector formal por las prestaciones. Con esto es fácil deducir que los que están en el sector micropyme en su mayoría no lo hacen por elección.

Ahora bien, si multiplicamos los 10 mil pesos de ingreso promedio mensual por el número de trabajadores del sector, nos encontramos con un ingreso total anual de 4.4 millones de millones de pesos anuales; o sea, 18% del producto interno bruto (PIB) del país. ¡Nada más! ¡Constituimos el 66% del país en empleo y nos toca sólo el 18% de ingresos! Esto se explica por varios factores: la abismal disparidad en el ingreso per cápita de México, la baja productividad del trabajo en los sectores que alojan a la mayoría de los empleos de las micropymes o el crecimiento de la productividad en estos sectores por arriba del crecimiento de sus salarios reales. Por ejemplo, según los censos económicos del INEGI (2019), la productividad del trabajo en las micropymes, medida por el ingreso total generado entre número de empleados, es de 280 mil pesos anuales por trabajador, mientras que en el sector de medianas y grandes empresas es de 440 mil. Para el sector informal la situación es aún peor: cada trabajador produce 220 mil anuales.

En cuanto a distinciones por género las mujeres en la fuerza laboral en promedio tenemos un año más de escolaridad que los hombres, pero las jefas de familia ocupadas estudiamos un año menos que los jefes varones. A la semana las mujeres permanecemos ocupadas en actividades remuneradas y no remuneradas un promedio de 10 horas más que los hombres. Si somos jefas o si trabajamos por nuestra cuenta, nos ocupamos 14 horas más que ellos. No obstante, dedicamos ocho horas menos que los varones a actividades económicamente activas.

Respecto al promedio de remuneración por horas trabajadas la diferencia por género es relativamente poca. No así en el nivel de trabajo donde los profesionistas y técnicos ganan 15% más que las mujeres en este tipo de empleos. Son pocas las áreas en que las mujeres somos mejor remuneradas que los hombres. Notablemente esto sucede en los sectores de agricultura, ganadería y transporte.

Estamos más concentradas en actividades menos calificadas, en los sectores de comercio y servicios. La brecha puede también explicarse porque, según la UNESCO, en México solamente el 35% de las posiciones en carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) son ocupadas por mujeres.

Sin embargo, aparte de la disparidad en el sector profesional, que no es el tema de este libro, no encuentro diferencias significativas por género en el sector de las micropymes, de acuerdo con las diferentes bases de datos del INEGI. Por ello, a lo largo del libro me referiré a ambos géneros indistintamente.

Quiero aclarar, antes de seguir, que estos datos son promedios. Puede ser que tú te encuentres en alguno de los extremos; es decir, que ganas mucho más o que tus ingresos son mucho menores. Tal vez sí sea tu caso encontrarte en el sector micropyme porque no tuviste elección. O, posiblemente, elegiste emprender porque querías ganar más de lo que te correspondía en el sector formal, aunque con mayor riesgo —en el sector empresarial, a más posibilidad de ingreso, mayor riesgo—. De todas maneras, trataré que los conceptos aquí vertidos apliquen a todos.

En este libro le hablo a los dos tipos de emprendedores de las micropymes: a los que no tuvieron de otra porque no encontraron empleo en el sector formal y a los que prefirieron la aventura de emprender para incrementar sus ingresos. A todos ustedes los llamo emprendedores de México, ese sector tan importante que, sin distinción de género, emplea a la mayoría de nuestro país y que merece ganar más por el riesgo que toma todos los días.

En esta crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia del covid-19 yo sé que vas a sobrevivir porque NO TE QUEDA DE OTRA, porque tus ingresos son casi apenas los necesarios para vivir. Vives al día. Quizá por ello has estado exponiéndote al riesgo de contagio. Salgo a las calles de mi pueblo en mi aislamiento y te veo trabajando. Tus productos en su mayoría son de subsistencia básica para el país y tu mercado muy posiblemente está entre los consumidores de tu mismo sector. El tianguis de mi pueblo no está vacío; quienes venden carne, fruta y tortillas siguen en sus puestos. Y la gente está comprando. En cierta manera es un apoyo entre todos.

En realidad me motiva escribir este libro porque tú, microempresario, eres el futuro de México y no puedes quebrarte en estos momentos. Tu sector ocupa a la mayoría de los mexicanos y no sólo eso, sino que por ello mereces crecer tus ingresos a la altura de tu participación en el empleo. Eres la base del motor de nuestro país, y

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