Justicia auxiliar (Imperial Radch 1)

Ann Leckie

Fragmento

Creditos

Título original: Ancillary Justice

Traducción: Victoria Morera

1.ª edición: abril 2015

© Ediciones B, S. A., 2013

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

Depósito Legal: B 9785-2015

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-097-0

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

Contents
Contenido
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Conozca a la autora
Entrevista con Ann Leckie
justicia

Presentación

En los años veinte del pasado siglo, el sociólogo estadounidense William Fielding Ogburn (1886-1959) ya expresó su clásica visión del llamado determinismo tecnológico. La idea central era que la tecnología venía a ser el principal motor del progreso humano y Ogburn estudió como la tecnociencia cambiaba nuestras vidas con gran facilidad y rapidez.

Más tarde, en 1970, fue el ensayista, también estadounidense, Alvin Toffler quien popularizó el concepto en su famoso y popular libro El shock del futuro (Future Shock, 1970). La idea seguía siendo sencilla: por efecto de la ciencia y la tecnología, el futuro que nos aguarda ya no va a ser como ha sido el pasado y ni siquiera como es el presente. El cambio preside nuestras vidas de una manera incluso «chocante» por la sorpresa que nos puede causar vivir de manera distinta de como lo hemos hecho hasta un determinado momento.

No me negarán que los ordenadores, los teléfonos móviles inteligentes y su intervención en las redes sociales son un buen ejemplo de todo ello. Como también lo son las ecografías, las resonancias magnéticas, los TAC como herramientas de diagnóstico médico o los nuevos sistemas de intervención quirúrgica no invasivos. Por poner solo algunos ejemplos.

En este sentido, la ciencia ficción, que Isaac Asimov consideraba como «la literatura que trata de la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología», parecía haber quedado sumamente afectada por esta consciencia, hoy general, de que la tecnociencia es capaz de cambiar con suma rapidez el mundo y, con él, nuestra manera de vivir.

Pero, al mismo tiempo, esa potencia transformadora de la ciencia y la tecnología ha llevado (y me he quejado muchas veces de ello en los últimos años) a que la ciencia ficción reduzca en demasía su ámbito especulativo. Temiendo los cambios que pueden deparar la ciencia y la tecnología en nuestra manera de vivir en el futuro, muchos autores recientes de ciencia ficción, para no quedar en ridículo con el paso del tiempo, se han limitado a especulaciones en el llamado futuro cercano (near future), al no saber lo que nos puede deparar la tecnociencia en las próximas décadas. En este sentido, muchas de las novelas de ciencia ficción de los últimos años se confunden con el thriller tecnológico basado sobre todo en nuevos desarrollos (inventados o incluso sumamente predecibles) de las biotecnologías o las infotecnologías.

Sin embargo, para mi satisfacción (y, tal vez, para llevarme un poco la contraria...) hay algunas sorpresas que también «chocan» con esas expectativas respecto de la ciencia ficción de nuestros días. Algunas novelas vuelven al sentido original de la mejor ciencia ficción de la historia y se atreven con especulaciones brillantes, no centradas en el futuro cercano. Y esa es una noticia a celebrar.

En este caso se trata de una novela impresionante, Justicia auxiliar, de la debutante Ann Leckie, que, como era de esperar, ha batido todos los récords. Publicada en 2013, hasta el presente ya se ha hecho con todos los premios mayores de la ciencia ficción mundial en justo reconocimiento a su valía. Primero obtuvo el premio Nebula, después fue considerada por los lectores de la influyente revista Locus como la mejor primera novela del año. Con ese bagaje no es extraño que obtuviera también el premio Hugo y, por el momento, también el premio Arthur C. Clarke y el premio BSFA de la ciencia ficción británica. Y les aseguro que no serán los únicos. La novela es tan buena, y sugiere tantas cosas, que va a merecer muchos más. Hugo, Nebula, Locus, Arthur C. Clarke y BSFA componen un bagaje inicial impresionante. Y lo más importante: sumamente merecido.

Y las primeras preguntas que vienen a la mente resultan evidentes: ¿quién es Ann Leckie? Y ¿qué tiene Justicia auxiliar para merecer todo este despliegue de premios?

Vayamos por partes.

Cuando leí la novela no tenía la menor idea de quién era Ann Leckie. Pero eso también me ocurrió con el autor de El marciano, Andy Weir. Señal que los tiempos están cambiando y que todavía existe la posibilidad de maravillosas y gratas sorpresas en la ciencia ficción. Casi siempre de la mano de autores nuevos. El género sigue vivo pese a sus muchos enterradores...

Ahora, tras intentar averiguar algo sobre Leckie, me he enterado de que ha escrito y publicado algunos relatos cortos y, sobre todo, que ha asistido al taller de trabajo literario Clarion West Writers Workshop. Y eso ya me sitúa un poco más.

El Clarion es el curso más famoso y de mayor prestigio de entre los varios que enseñan a escribir ciencia ficción y/o ficción especulativa. Nació en 1968 en el Clarion College de la

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