Índice
2010: Odisea dos
Prólogo
Nota del autor
I. Leonov
1. Reunión en el foco
2. La casa de los delfines
3. Sal 9000
4. Perfil de la misión
5. Leonov
II. Tsien
6. Despertar
7. Tsien
8. Tránsito de Júpiter
9. El hielo del Gran Canal
10. Un grito desde Europa
11. Hielo y vacío
III. Descubrimiento
12. Cuesta abajo
13. Los mundos de Galileo
14. Doble encuentro
15. Huida del gigante
16. Línea privada
17. Grupo de abordaje
18. Rescate
19. Operación molino de viento
20. Guillotina
21. Resurrección
IV. Lagrange
22. El gran hermano
23. Cita orbital
24. Reconocimiento
25. Panorama desde LAgrange
26. Período de prueba
27. Interludio: Confesiones íntimas
28. Frustración
29. Emergencia
V. Hijo de las estrellas
30. Regreso a casa
31. Disneyville
32. La fuente de cristal
33. Betty
34. Despedida
35. Rehabilitación
36. Fuego en las profundidades
37. Separación
38. Paisaje de espuma
39. en la cala de las cápsulas
40. «Daisy, Daisy...»
41. Turno de medianoche
VI. Devorador de mundos
42. El fantasma en la máquina
43. Experimento intelectual
44. Truco de escamoteo
45. Maniobra de escape
46. Cuenta atrás
47. Inspección final
48. Sobre el lado nocturno
49. Devorador de mundos
VII. Lucifer naciente
50. Adiós a Júpiter
51. El gran juego
52. Ignición
53. Un regalo de mundos
54. Entre soles
55. Lucifer naciente
Epílogo 20.001
Agradecimientos
POsfacio De 1996
Notas
Biografía
Créditos
Dedicado, con respetuosa admiración,
a dos grandes rusos, ambos descritos aquí:
el general Alexei Leonov, cosmonauta, héroe de
la Unión Soviética, artista, y
el académico Andrei Sajarov, científico,
premio Nobel, humanista
PRÓLOGO
CUARENTA AÑOS Y CONTANDO...
2010: El panorama desde 1996
De nuevo ha llegado la hora de echar un vistazo a una empresa iniciada hace más de treinta años, antes de que toda una serie de descubrimientos científicos y revoluciones tecnológicas cambiaran nuestro mundo hasta situarlo casi más allá de todo reconocimiento. Cuando empecé a escribir 2001, una odisea espacial (en una máquina de escribir: ¿han visto ustedes alguna últimamente?), el «pequeño paso» de Neil Armstrong se hallaba aún a cinco años en el futuro, y las lunas de Júpiter eran meros puntos de luz carentes de dimensión, con sus paisajes tan desconocidos como lo era América para los cartógrafos precolombinos. Sin embargo ahora, mientras escribo estas palabras, la sonda espacial Galileo nos está mostrando detalles de su superficie de solo unos pocos metros de diámetro. Más sorprendente aún, en cualquier momento puedo verlos desde mi propio despacho con solo apretar unas pocas teclas. (Cuando, como ocurre con frecuencia, aprieto alguna tecla equivocada, oigo una voz familiar que me dice: «Lo siento, Dave, no puedo hacer eso».)
Así que no puede evitarse el hecho de que algunos elementos de una Trilogía Espacial concebida en 1964, 1982 e incluso 1987 posean ahora un peculiar encanto a lo Jane Austen. Sin embargo, no puede ni debe hacerse intento alguno por eliminarlos, del mismo modo que uno nunca debería intentar «actualizar» Los primeros hombres en la Luna de H. G. Wells.
Lo que he hecho, pues, ha sido dejar el texto existente, incluidas la varias Notas y Reconocimientos del Autor, completamente inalterado, pero he añadido un Posfacio de 1996 comentando los cambios realmente asombrosos que han tenido lugar en tecnología —y política— desde que Stanley Kubrick y yo almorzamos juntos en el Trader Vick’s el 22 de abril de 1964.
Y esto, espero, zanjará el asunto, al menos hasta 2010..., bueno, 2001...
NOTA DEL AUTOR
La novela 2001, una odisea espacial fue escrita durante los años 1964-1968, y fue publicada en julio de 1968, poco después del estreno del filme. Como he descrito en Los mundos perdidos de 2001, ambos proyectos siguieron su curso simultáneamente, con realimentación en las dos direcciones. De modo que a menudo tuve la extraña experiencia de revisar el manuscrito después de haber visionado primeras copias de escenas basadas en una versión anterior de la historia... una forma estimulante, pero más bien ardua, de escribir una novela.
Como resultado de ello, existe un paralelismo mucho más próximo entre libro y filme del que se produce normalmente, pero hay también diferencias importantes. En la novela el destino de la espacionave Descubrimiento era Iapetus (o Japeto), la más enigmática de las varias lunas de Saturno. El sistema saturnal era alcanzado vía Júpiter: la Descubrimiento realizaba una aproximación al planeta gigante utilizando su enorme campo gravita