Un ataque de lucidez

Jill Taylor

Fragmento

Índice

Índice

Un ataque de lucidez

Introducción

1. La vida de Jill antes del ictus

2. Ciencia simple

3. Asimetrías hemisféricas

4. La mañana del ictus

5. Orquestando mi rescate

6. Mi retorno a la quietud

7. Pelada hasta el hueso

8. Cuidado neurológico intensivo

9. Segundo día: la mañana siguiente

10. Tercer día: G.G. llega a la ciudad

11. Curándome y preparándome para la operación

12. Craneotomía estereotáctica

13. Lo que más necesitaba

14. Hitos de la recuperación

15. Mi ataque de lucidez

16. Mis mentes derecha e izquierda

17. Asume tu poder

18. Células y circuitos multidimensionales

19. Cómo hallar la profunda paz interior

20. Cuidando el jardín

Recomendaciones para la recuperación

Apéndice A: Diez preguntas para situarse

Apéndice B: Las cuarenta cosas que más necesité

Sobre este libro

Sobre Jill B. Taylor

Créditos

Notas

Este libro está dedicado a G.G.

Gracias, mamá, por ayudarme a curar mi mente.

Ser hija tuya ha sido mi primera y mayor bendición.

Y a la memoria de Nia.

No hay amor como el de un cachorro.

Introducción

Introducción

De corazón a corazón, de cerebro a cerebro

Cada cerebro tiene una historia, y la que sigue a continuación es la mía. Hace diez años trabajaba en la Facultad de Medicina de Harvard como investigadora y dando clase a médicos jóvenes sobre el cerebro humano. Pero el 10 de diciembre de 1996, yo misma recibí una lección. Aquella mañana sufrí una forma rara de ictus en el hemisferio izquierdo del cerebro. Una gran hemorragia, debida a una malformación congénita no diagnosticada de los vasos sanguíneos de mi cabeza, estalló inesperadamente. En cuatro breves horas, con los ojos curiosos de una neuroatomista, vi cómo se deterioraba por completo la capacidad de procesar información de mi mente. Al final de aquella mañana ya no podía andar, hablar, leer, escribir ni recordar nada de mi vida. Enroscada en forma fetal, sentí que mi espíritu se rendía a la muerte, y desde luego nunca se me ocurrió que algún día sería capaz de contarle a nadie mi historia.

Un ataque de lucidez: Un viaje personal hacia la superación es un testimonio cronológico del viaje que emprendí hacia el abismo sin forma de una mente callada, donde la esencia de mi ser quedó envuelta en una profunda paz interior. Este libro entrelaza mi formación académica con la experiencia y la visión personales. Que yo sepa, este es el primer relato documentado de un neuroanatomista que se ha recuperado por completo de una grave hemorragia cerebral. Me emociona que estas palabras salgan por fin al mundo, y espero que puedan hacer mucho bien.

Más que nada, doy gracias por estar viva y celebro el tiempo que me queda aquí. Al principio, lo que me motivaba para soportar la agonía de la recuperación fueron las muchas personas maravillosas que me ofrecieron su amor incondicional. Con el paso de los años, he seguido fiel a este proyecto gracias a la joven que se puso en contacto conmigo, y que deseaba desesperadamente comprender por qué su madre, que murió de un ictus, no había telefoneado a urgencias. Y gracias al anciano caballero atormentado porque su esposa hubiera sufrido horriblemente mientras estaba en coma antes de morir. He seguido atada a mi ordenador (con mi fiel perra Nia en mi regazo) gracias a los muchos interesados que han llamado en busca de consejos y esperanza. He persistido en este trabajo por las setecientas mil personas de nuestra sociedad (y sus familias) que sufrirán un ictus este año. Si una sola persona gracias a leer «La mañana del ictus» (capítulo 4) reconoce los síntomas y pide ayuda cuanto antes, mis esfuerzos de la última década se verán más que recompensados.

Un ataque de lucidez se divide en cuatro partes. La primera, «La vida de Jill antes del ictus», explica quién era yo antes de que mi cerebro se desactivara. Describo por qué me hice especialista en el cerebro, unos pocos datos de mi carrera académica, mis causas sociales y mi búsqueda personal. Vivía a lo grande. Era neuróloga en Harvard, miembro de la junta nacional de la Alianza Nacional para las Enfermedades Mentales (NAMI) y recorría el país como la Científica Cantante. Después de un brevísimo paso por mi vida viene una pequeña y sencilla introducción científica, para ayudar a entender lo que ocurría biológicamente en mi cerebro la mañana del ictus.

Si alguna vez el lector se ha preguntado qué se siente al sufrir un ictus, los capítulos sobre «La mañana del ictus» están dedicados a usted. Aquí le llevo en un viaje completamente extraordinario que sigue paso a paso el deterioro de mis capacidades cognitivas, visto con los ojos de un científico. A medida que la hemorragia en mi cerebro se hacía más y más grande, relaciono los trastornos cognitivos que iba experimentando con la biología subyacente. Como neuroanatomista, debo decir que durante aquel ictus aprendí tanto sobre mi cerebro y su funcionamiento como en todos mis años de estudios. Al final de aquella mañana, mi conciencia entró en

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