Distraídos

Thibaut Deleval

Fragmento

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Introducción

¿Sabes que en España hay más teléfonos móviles que personas? De media, la gente usa estos aparatos cerca de cuatro horas al día. Hoy, cualquiera con una conexión a internet tiene acceso a todos los periódicos y libros que se publican en el mundo. En cuatro clics podemos encontrar cualquier noticia. Somos las personas mejor, o por lo menos, más informadas de la historia de la humanidad. Además, jamás en la historia de España han pasado tantos ciudadanos por la universidad como en la actualidad.

No sé tú, pero yo leo todo esto y pienso: ¿de verdad vamos a necesitar inteligencia artificial con tanta inteligencia natural?

Después de este subidón de optimismo, miro a mi alrededor, ¡y en el espejo!, y descubro otras facetas de esta realidad. Veo a gente incapaz de mantener la atención más de tres minutos. Cuando hablo con alguien, al poco tiempo observo que empieza a ponerse nervioso y a toquetear su móvil. Lo va a mirar en 3, 2, 1... Cuando leo un libro, me sorprendo interrumpiendo mi lectura cada diez minutos para comprobar si tengo un mensaje en Gmail, Twitter o WhatsApp. Todos estamos muy ocupados haciendo mil cosas de escasa importancia y a la vez somos incapaces de dedicar tiempo a cosas fundamentales. ¡¿No tenemos tiempo para llamar a nuestros padres o abuelos una vez a la semana?! Sin embargo, dedicamos más de media hora al día a jugar al Candy Crush o a enterarnos de lo que pasa en la vida de tal actriz o de tal futbolista...

Pero, sobre todo, me doy cuenta de que ya no somos capaces de dialogar. Sobre cualquier tema, te encontrarás con dos bandos enfrentados. Cada bando está convencido de que tiene la razón y de que «los otros» son imbéciles, están locos, son malvados o las tres cosas a la vez. Nos dejamos seducir por caricaturas simplonas; rehuimos de los matices. Preferimos las mentiras claras de los populistas a las verdades incómodas de los expertos. Parece que ya no soportamos la complejidad y la incertidumbre que las acompañan.

Aunque escuece un poco, no puedo evitar lanzar la pregunta: ¿por qué pensamos tan poco y tan mal? Para encontrar respuestas, me he arremangado y puesto a investigar. Empecé leyendo libros sobre la distracción y la economía de la atención que me llevaron a leer otros sobre la propaganda y la evolución de los medios de comunicación. He leído libros sobre las fake news que a su vez me han llevado a leer otros sobre el relativismo, la posverdad y el bullshit. Después llegó el turno de los manuales de pensamiento crítico, que me llevaron a leer obras y estudios científicos sobre los sesgos cognitivos.

No he parado de tirar del hilo y esto me ha llevado por territorios tan variados como la psicología, la sociología, la filosofía, la pedagogía... Al final, los más de treinta libros consultados me permitieron empezar a entender la geografía y la topografía de un curioso territorio que me gusta llamar «el rincón de pensar». Y mi conclusión es que para ser personas libres, responsables y felices, cada cual debería dedicar tiempo a aprender a pensar más y mejor.

Soy una persona optimista, pero a la vez realista y me gusta creer que pragmática. Me doy perfectamente cuenta de que esta investigación que he llevado a cabo y que me ha permitido aprender mucho acerca de la crisis del pensamiento requiere un tiempo del que no todo el mundo dispone. Sé que la solución no puede pasar por invitar a la gente a leer decenas de libros.

Porque no me gusta pensar en abstracto, en lugar de pensar en «la gente», me puse a pensar en Inés y Jimena, mis dos hijas mayores que estudian en la universidad. Me pregunté: ¿qué necesitarían para aprender a pensar más y mejor?, ¿hay un buen libro que les pueda recomendar? Como los tres tenemos la inmensa suerte de poder leer en francés, en inglés y en español, busqué en estos tres idiomas. Curiosamente, no encontré ningún ejemplar (ni ningún curso online, por cierto) que trate los múltiples aspectos de esta compleja cuestión del pensamiento. Convencido de la importancia de fortalecer sus conocimientos y habilidades en esta materia, decidí escribir este libro.

Porque quiero mucho a mis hijas, he decidido hacer todos los esfuerzos para que sea un libro simpático. Tenía que escribir un libro que se leyese con facilidad, pero que a la vez no faltase a la verdad. Podía ser un libro un tanto provocador, pero nunca demagógico. La importancia del asunto en juego requería un texto riguroso, pero no por ello pedante. Soñaba con escribir un libro que llevase a los lectores a descubrir cosas que les impactasen lo suficiente como para querer comentarlas cuando quedaran con sus amigos o cenaran con su familia. Si a nadie le da vergüenza comentar abiertamente que está abonado al gimnasio para entrenar bíceps, abdominales o glúteos, ¿por qué no podemos soñar que un día sea natural comentar los esfuerzos que hacemos para pensar más y mejor? ¿No crees que ha llegado la hora de rehabilitar el rincón de pensar y de que deje de ser un lugar vergonzoso y traumatizante?

Como puedes ver, este libro que tienes entre las manos persigue dos objetivos concretos y plenamente asumidos. Por un lado, te quiero convencer de la importancia de pensar más y mejor. Por otro, me comprometo a darte las herramientas que necesitas para conseguir entrenar y fortalecer tus habilidades de pensamiento.

En la primera parte vas a descubrir cinco factores que considero que nos apartan literalmente del pensamiento. Hacen que no logremos activar nuestra inteligencia.

En la segunda parte te voy a señalar nueve fenómenos que nos impiden pensar con claridad. Hacen que pensemos mal. ¡Ojo!, no tengo ninguna intención de decirte lo que tienes que pensar. Solo pretendo ayudarte a hacerlo con más rigor y más libertad. Quiero que te atrevas a buscar la verdad y abandones las falsas seguridades que dan los prejuicios y las afiliaciones.

En la tercera parte te explicaré lo mucho que está en juego con esta cuestión del pensamiento. Verás que tiene importantes consecuencias para tu vida personal y para la vida que compartimos como sociedad.

Dedicaré la cuarta parte a las soluciones. ¿Cómo resolver la crisis del pensamiento que atravesamos? ¿Qué podemos hacer como individuos para dejar de formar parte del problema y empezar a formar parte de la solución?

Para finalizar, en una breve quinta parte aplicaremos todo lo aprendido a un caso práctico muy concreto.

Si me lo permites, me gustaría hacerte una pequeña recomendación antes de que te lances a por el primer capítulo. Por favor, busca un lápiz. Mi experiencia me ha enseñado que el pensamiento es un saber hacer que se adquiere con la práctica. Diría, incluso, que requiere un entrenamiento continuo. Esto me ha llevado a apostar por un formato algo interactivo. A lo largo del libro, te toparás con muchas preguntas. No son preguntas retóricas a las que respondo en el párrafo siguiente: son auténticas preguntas que buscan sacarte de la posición habitualmente pasiva del lector y transformarte en un verdadero actor del proceso. Sí, para aprender a pensar no hay nada mejor que activar las neuronas. Y no tiene sentido esperar al final del libro para ponerse a ello. Lo ideal es ir poco a poco y trabajar con los conceptos descubiertos para asimilarlos y transformarlos en herramientas. Te van a venir un montón de cosas a la cabeza y no se pueden perder. Las tienes que apuntar. Te lo digo tal cual: mi libro no

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