Legado 68

Antonio Velasco Piña

Fragmento

Legado 68

Un conocido proverbio de Confucio afirma: “Lo único permanente es el cambio”. La causa de esta incesante transformación es que todo cuanto existe en el universo tiene una conciencia que está inmersa en un proceso de ampliación, el cual no transcurre en forma lineal, sino en ciclos que incluyen etapas de avance y de retroceso, pero que van conformando una espiral ascendente que marca la evolución de la conciencia, lo mismo de las partículas del átomo que de las grandes galaxias o de la especie humana.

Pretender un análisis de los diferentes ciclos que atañen al proceso de la evolución de la conciencia de la humanidad rebasa los propósitos de la presente obra, por lo que nos concretaremos a mencionar tan sólo algunas consideraciones de carácter general, lo que nos permitirá comprender cuáles eran los antecedentes que habían llevado a la situación prevaleciente en el mundo y en México en 1967.

Los ritmos de los ciclos a través de los cuales la humanidad ha venido transformando su conciencia son básicamente tres. El primero es el ritmo del ciclo de las Edades de Predominio de la Inteligencia racional, del Predominio de la Intuición emotiva y del Equilibrio entre la razón y la intuición. El segundo es el ritmo de las cuatro etapas relativas al surgimiento, crecimiento, decadencia y muerte de cualquier cultura. El tercero es el ritmo en que se suceden las Eras Astrológicas.

Atendiendo a diversos testimonios contenidos en los textos de historia sagrada de algunas religiones, así como en el Diálogo sobre la Atlántida de Platón, existió una época muy remota en que los seres humanos alcanzaron profundos conocimientos que ahora calificaríamos de científicos, señal evidente del predominio de la Inteligencia racional para la obtención de dichos conocimientos. Al parecer el final de esta edad histórica sobrevino —hará unos doce mil años— como consecuencia de una catástrofe ocasionada por el mal uso de las poderosas energías que se habían logrado desarrollar.

Tras de un largo periodo de retroceso en el transcurso del desarrollo de la conciencia de la humanidad, se reinició el avance, utilizando ahora la Intuición emotiva como el principal instrumento para la obtención de conocimientos. Egipto, el Cercano y el Medio Oriente, México, la Región Andina, China y la India fueron los chakras del planeta donde surgieron y florecieron durante varios milenios elevadas culturas.

Para completar este triple ciclo, antes de que las culturas sustentadas en el desarrollo de la Intuición emotiva iniciaran su decadencia, surgió en Grecia una cultura basada en el Equilibrio de la razón y la intuición. Igual camino siguieron las otras tres culturas que la precedieron: Bizantina, Árabe, y Occidental.

El segundo ritmo, que es necesario tomar en cuenta para comprender los actuales acontecimientos, es el relativo a las cuatro etapas por las que atraviesa cualquier cultura. En varias tradiciones sagradas se utilizan los términos de Oro, Plata, Bronce y Hierro para designar a dichas etapas. Otros autores prefieren utilizar las denominaciones de Sagrada, Heroica, Humana y de Rebaño.

Etapa Sagrada es aquella en la que la mayor parte de los integrantes de una cultura tienen como principal misión en la vida elevar su espiritualidad, para lo cual no sólo participan en frecuentes y solemnes rituales, sino que tratan de sacralizar todas sus actividades cotidianas como sembrar, preparar e ingerir alimentos o construir una casa. Los personajes más representativos de esta etapa son los altos iniciados, santos o como quiera que se designe a los seres humanos que han logrado ya una ampliación de conciencia que les permite trascender el plano material y actuar permanentemente en una dimensión sagrada, pudiendo así realizar actos que son calificados de milagrosos, como curar a los enfermos con la simple imposición de sus manos, calmar la furia de una tempestad con unas cuantas palabras o poder dialogar con los seres que moran en los planos invisibles.

Etapa Heroica es aquella en que la mayor parte de los integrantes de una cultura tienen como principal misión establecer un orden, tanto personal como colectivo, que esté armonizado y acorde con el orden cósmico. Los personajes más representativos de esta etapa son los héroes, guerreros sagrados, o como quiera que se designe a los seres humanos que, tras de alcanzar el dominio de sí mismos mediante una gran disciplina, actúan para que las sociedades funcionen ajustadas al orden cósmico y para lograr esto utilizan diversos medios como marchas rituales, danzas y música sagrada. En ciertas ocasiones se ven obligados a tener que combatir, lo que hace que los encuentros en los que participan y en los cuales pueden perder la vida se conviertan en combates rituales, cuyas consecuencias son muy diferentes a las resultantes de un convencional conflicto armado.

Etapa Humana es aquella en la que la mayor parte de los integrantes de una cultura intentan llevar una existencia basada en una elevada escala de valores, pero sólo lo consiguen en cierta medida, pues quienes están a cargo de implementar su aplicación no saben ya cómo lograr la correcta armonización entre la acción humana y la divina. Los personajes más representativos de esta etapa son los filósofos, los intelectuales y en general los directivos de las principales actividades profesionales: sacerdotes, militares, abogados, doctores, ingenieros, arquitectos, etcétera. En esta etapa es muy común la práctica de sacrificios humanos, entendiendo por éstos no sólo los efectuados por los aztecas, sino los realizados en todos los continentes por aquellos que consideran que es la voluntad de Dios exterminar a cuantos no profesan su misma percepción de lo sagrado. Son también sacrificios humanos los que realizan quienes por implantar una ideología política, que a su juicio traerá grandes beneficios, justifican dar muerte a cuantos no tengan su misma ideología. En esta etapa se da todavía muy buena producción de obras de arte.

Etapa de Rebaño es aquella donde la mayor parte de los integrantes de una cultura carecen de una escala de valores que norme su conducta y actúan teniendo como únicos móviles la satisfacción de sus instintos más elementales, la adquisición de bienes materiales y la posesión de un poder político o económico que les permita dominar y explotar a los demás. Los personajes más representativos de esta etapa son los principales dirigentes políticos, los grandes empresarios y los más destacados delincuentes. Las sociedades se degradan, corrompen y masifican, proliferando toda clase de vicios. El número de santos, héroes y filósofos se vuelve casi inexistente. Las obras artísticas son de pésima calidad. Los gobiernos fluctúan entre la tiranía y la anarquía. Se genera una destrucción del medio ambiente que adquiere proporciones de suicidio colectivo. Inesperadamente empiezan a surgir personas dotadas de una elevada espiritualidad, que laboran incansablemente por formar grupos y organizar movimientos que reviertan por completo la situación prevaleciente, mediante un retorno a lo sagrado que dé inicio a una nueva edad histórica.

Finalmente, en lo que se refiere a los ritmo

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