Un extraño en casa. Tiembla... llegó la adolescencia

Rocío Ramos-Paúl
Luis Torres
DR. D. ELIA

Fragmento

Indice

Índice

Portadilla

Dedicatoria

Índice

Prólogo

Capítulo 1. Un extraño en casa

Capítulo 2. «A mí no me hablas así», o la noria de las hormonas

Capítulo 3. ¡Quiere maquillarse!

Capítulo 4. Todo le sale mal

Capítulo 5. No me gustan sus amigos

Capítulo 6. Las notas y las broncas

Capítulo 7. ¡Vaya pinta tiene!

Capítulo 8. Es un maleducado

Capítulo 9. Quiere ir a la fiesta de fin de año y por Reyes un móvil

Capítulo 10. Es gay

Capítulo 11. Tiene novio

Capítulo 12. Solo piensa en salir

Capítulo 13. Llega bebido

Capítulo 14. No sabe cómo dejar a su novio

Capítulo 15. Quiere ser mayor

Capítulo 16. Todo el día enfadada

Capítulo 17. Fuma porros

Capítulo 18. Le acosan

Capítulo 19. Quiere que su novio duerma en casa

Capítulo 20. Cae mal a sus amigos

Capítulo 21. Horas on-line

Capítulo 22. Se ve horroroso

Capítulo 23. No tiene amigos

Capítulo 24. Vuelve de madrugada y no sé dónde va

Epílogo. Carta de un adolescente a sus padres

Nota

Sobre los autores

Créditos

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A Lorenzo y Auxi, Inés y Kiko:
gracias por temblar con nuestra adolescencia
y convertirnos en los adultos que somos hoy.

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Prólogo

«Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado
de obedecer a sus padres
y todo el mundo escribe libros».

 

MARCO TULIO CICERÓN

(106 a.C. – 43 a.C.)

 

 

Esta frase pone de manifiesto que hay temas tan antiguos y recurrentes como la misma historia del mundo. Los conflictos entre padres e hijos durante la adolescencia son uno de ellos.

La adolescencia tiene entidad propia. Todos los que ahora leéis este libro lo sabéis porque habéis sido adolescentes. Es necesario para pasar de la infancia a la edad adulta e implica un conflicto no solo interno también con el mundo. En este último se incluye a los padres, que en demasiadas ocasiones se ven desbordados por las situaciones que genera tener un hijo en esta etapa.

¿Por qué un extraño en casa? Tienes un hijo que cumple 14 y de repente aparecen facetas de él que desconocías «Mi hijo es un extraño para mí», nos dijo una madre sentada en el despacho de la consulta, «No lo entiendo, es como si lo hubieran abducido los extraterrestres», continuó. «No es nada anormal, tienes un adolescente en casa», comentamos nosotros. «Pues ya estoy temblando con lo que se me viene encima», terminó ella y con este último comentario nos arrancó una sonrisa.

Es imposible tocar todos los temas y situaciones en las que un adolescente pone a sus padres. Hemos elegido aquellas que más se repiten cuando trabajamos con las familias en el despacho y que tienen que ver con la vida cotidiana. Así lo hemos decidido porque creemos que es representativo de lo que ocurre en las casas cuando los hijos se convierten en ese extraño a quien no reconocemos: en un adolescente.

Está claro que todos hemos pasado por esta fase antes de convertirnos en adultos. Habría que hacer por tanto un esfuerzo: recordar cómo nos sentíamos y lo que hacíamos mientras sean nuestros hijos quienes estén en esta etapa. Tener un hijo adolescente es sinónimo de problemas en casa pero también de risas, de espontaneidad, de conversaciones sobre la vida. No nos cansamos de recordar que no son adultos sino un ensayo continuo de lo que serán. Por eso se usa tanto la frase de «se están definiendo».

Os animamos a que disfrutéis de esta etapa y a que no os perdáis ni uno solo de sus procesos, de sus «ensayos».

 

 

COMO LA GRIPE

 

Muchas veces contamos a los padres que la adolescencia es como la gripe, se pasa y uno sale fortalecido si se ha puesto remedio a los síntomas. Y es que el conflicto es el síntoma de esta gripe y la negociación el remedio que la cura. A los padres les cuesta entenderlo porque implica ceder. Ellos hablan de «dar su brazo a torcer» de «dejar que su hijo se salga con la suya». Creednos, cuando os contamos que vemos muchas familias en conflicto y tras aprender a negociar se crea entre ellos una nueva forma de relación. Los padres porque sientan las bases para tratar a sus hijos como los adultos en los que se están convirtiendo. Los hijos porque sienten que sus padres han sabido adaptarse a las nuevas situaciones y entenderlos en esta etapa. No en pocas ocasiones, nos encontramos padres que han sido muy eficaces resolviendo las dificultades de la infancia de sus hijos y se vuelven ineficaces cuando sus hijos entran en la adolescencia.

Las expectativas hacia los hijos requieren cambios en esta etapa. En la adolescencia la forma de vestir, de actuar, los estudios, las novias o las decisiones que van tomando no se ajustan a lo previsto. Y entonces aparece la decepción en los padres que genera conflictos y problemas en la relación con sus adolescentes: «Siento no ser el hijo que querías que fuera. A mí también me gustaría que mis padres fueran de otra manera. Pero es lo que hay y prefiero disfrutar de ello», le dijo un adolescente a su padre dándole una lección de realidad que les llevó a abrazarse antes de reconocer lo mucho que se querían.

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