El relato nacional

José Álvarez Junco
Gregorio De la Fuente

Fragmento

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Facti ergo evidentiae est potius annuendum quamquam fabulosis narrationibus attendendum.

(«Es preferible atender a las evidencias, los hechos, que prestar oídos a relatos fabulosos.»)

 

RODRIGO XIMÉNEZ DE RADA, De Rebus Hispaniae, IV, II

 

Putat rerum auctor id se tantum munus suscepisse, ut quantum possit, gentem illat evehat: non oculum ad veritatem adjicit, sed ad decus illius nationis… stulti non intelligunt hoc non esse historiam scribere, sed causam illius gentis agere, quod patroni est, non historici.

(«Cree el autor que su principal obligación consiste en exaltar cuanto pueda al pueblo que describe; no pone sus ojos en la verdad, sino en la reputación de aquella nación…; los muy necios no entienden que eso no es escribir historia, sino defender la causa de ese pueblo, que es tarea de abogado, no de historiador.»)

 

JUAN L. VIVES, De disciplinis, II, VI, 4

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PRÓLOGO

 

 

 

El propósito de estas páginas es proporcionar una especie de «historia de la historia de España»; lo cual significa recorrer, a lo largo del tiempo, el surgimiento y la evolución de las descripciones del pasado de ese territorio y ese conjunto humano al que hace referencia el vocablo «España». Pero esta declaración genérica exige inevitablemente precisiones, para empezar porque ni «España» ni «historia» son términos que tienen o han tenido a lo largo de los siglos un significado preciso y constante. «España» —o sus predecesores, «Hispania», «Spania», «Espanna»— se ha referido durante milenios a la península Ibérica en su conjunto, incluyendo por tanto a Portugal, y durante algunos siglos englobó también los territorios ultramarinos que integraban la monarquía católica o hispánica; recuérdese, sin ir más lejos, la definición de la nación española que daba la Constitución gaditana: «Reunión de todos los españoles de ambos hemisferios».

En cuanto a la «historia», tampoco puede decirse que haya significado siempre una actividad dirigida hacia el conocimiento de los hechos pretéritos, apoyada en documentos o datos contrastados y utilizando conceptos y razonamientos propios de las ciencias sociales. Como podrá comprobar el lector a poco que se adentre en las primeras páginas de este libro, gran parte del material sobre el que trabajamos no es un saber sobre el pasado, en este sentido estricto, sino que son relatos, carentes de toda credibilidad, sobre héroes remotos o personajes divinizados, cuyo único objetivo era magnificar los orígenes del pueblo o la familia gobernante. No pertenecen, pues, al género histórico, sino al de la literatura mítica.

Nadie debe creer que estos aspectos fantasiosos han desaparecido por completo en la actualidad, porque han mantenido buena parte de su vigor hasta tiempos muy recientes, y ni siquiera han sido totalmente eliminados hoy, en libros que pasan por ser de historia, en especial los de inspiración nacionalista. Los siglos XIX y XX, momento cenital de los nacionalismos europeos, coincidieron paradójicamente con la profesionalización de la escritura de la historia. Los historiadores eran investigadores escrupulosos, querían homologarse con los científicos de las disciplinas empíricas más duras, se sentían miembros de una comunidad académica internacional y eran, sin embargo, prisioneros inconscientes de los esquemas mentales de un patriotismo primario. Lo que implicaba tomar como sujeto y marco de su narración a un ente eterno y ahistórico —nación, pueblo, raza—, cuya existencia se daba por supuesta desde tiempos muy remotos, cuando no desde el origen mismo de la humanidad. Los historiadores eran, en definitiva, grandes sacerdotes de la nación, como han puesto de manifiesto Ernest Gellner, Benedict Anderson o Eric Hobsbawm, por mencionar solo a los más conocidos de la multitud de científicos sociales que en las últimas décadas del siglo XX han revolucionado los estudios del fenómeno nacional. Todo ello hace que, aun sintiendo el máximo respeto hacia su saber en materias específicas, algunas de sus afirmaciones, y sobre todo sus interpretaciones globales, resultan para los historiadores críticos actuales ingenuas y, en ocasiones, incluso altamente agresivas —algo que llama la atención en sabios tan pacíficos en su vida privada.

Ante las dudas, por consiguiente, tanto sobre el concepto «España» como sobre la «historia» como objeto de este trabajo, podríamos plantearnos si este libro realmente pertenece al género que se suele catalogar como «historia de España». Pero es que también podríamos discutir si es una «metahistoria» o «historia de la historia». Aunque nuestro enfoque y nuestra metodología sean los de los historiadores, nuestro objeto de estudio no es exactamente el contenido ni las técnicas narrativas de los relatos sobre el pasado, sino más bien la función que esos relatos cumplen al servicio de la construcción de una identidad colectiva (española o de cualquier otra de las que, en el mismo territorio, han sido complementarias o alternativas a ella). Es algo bien sabido y habitual en toda sociedad humana que las narraciones sobre su pasado, más que indagaciones guiadas por un mero interés por el conocimiento de lo que ocurrió, sean ante todo pilares básicos sobre los que se edifica la identidad colectiva. Pertenecen, por tanto, al terreno de lo sagrado, de las leyendas fundacionales: versan sobre el nacimiento de la comunidad, los padres de la patria, sus héroes y mártires, los valores perennes sobre los que se fundamenta la identidad colectiva, todo lo cual escapa a cualquier crítica historiográfica o meramente racional. No importa tanto, en realidad, conocer los acontecimientos pretéritos como predicar consignas de solidaridad grupal. Quien intente poner en duda estos relatos heredados a la luz de nuevas evidencias o nuevas técnicas interpretativas corre serios riesgos, por tanto, de ser acusado, pura y simplemente, de antipatriota. Nuestra materia, lo que vamos a estudiar en este libro, no es por tanto «historia», en sentido estricto.

¿De qué trata, pues, el volumen que el lector tiene entre las manos? Quiere ser, decimos, un ensayo sobre la evolución de la visión del pasado en relación con este territorio y grupo humano conocidos hoy como

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