La niña que bailaba bajo la lluvia

Paloma San Basilio

Fragmento

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Índice

Portadilla

Agradecimientos

Prólogo, por Ivana Bavin-Gómez San Basilio

Nota de la autora

Introducción

I. INFANCIA: MADRID-SEVILLA-GALICIA

II. ADOLESCENCIA. YA NADA ES IGUAL

III. JUVENTUD. LOS VERANOS

IV. LA FASCINACIÓN POR EL ARTE: PRIMEROS PASOS

V. LA CHICA DE LA TELE

VI. A MÍ LO QUE ME GUSTA ES CANTAR

VII. LO IMPOSIBLE

VIII. MIL NOVECIENTOS OCHENTA

IX. SUPERVENTAS. LA CONSAGRACIÓN

X. MÁS TRIUNFOS, REGALOS INESPERADOS Y TAMBIÉN DOLOR

XI. MÁS ANIVERSARIOS Y MÁS SUEÑOS CUMPLIDOS

XII. DULCINEA DE LA MANCHA

XIII. UNA NUEVA FORMA DE AMOR

XIV. CHÚPATE ESA

XV. NUEVAS ILUSIONES Y ALGÚN QUE OTRO ERROR DE CÁLCULO

XVI. PREMIOS. HONORES

XVII. ¿QUIÉN DIJO MIEDO?

XVIII. CAMBIO DE AIRES. AIRES DE CAMBIO

XIX. EL COLOR DE LA LUZ

XX. HASTA SIEMPRE

Epílogo. Otra vez por qué

Cuadernillo de fotos

Sobre la autora

Créditos

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Agradecimientos

«Gracias a la vida que me ha dado tanto...». Así empieza una preciosa canción de Violeta Parra. Este libro es un largo y disfrazado acto de agradecimiento. A todos y a todo. No caben en estas páginas los nombres de las personas y cosas a las que debo agradecer el haber llegado hasta aquí. Muchos aparecerán desperdigados a lo largo de esta historia.

El principio ineludiblemente está en mis padres, que me criaron libre, y mi familia en pleno, que me dio y me sigue dando tanto amor. En lo que respecta a cómo y por qué he empezado a escribir tendría que hacer culpables a varias personas.

En primer lugar a Ivana y a Capi, que llevan años diciéndome que escriba, les he hecho caso. A mi gran amigo Santi Arriazu, que cuando le mandaba algunos artículos me decía textualmente: «Escribes mejor que muchos que se dedican a ello» para eso están los amigos, para darte moral. Por supuesto, a mi amigo Daniel Mejías, que me obligaba de vez en cuando a escribir para algún periódico y ha sido mi enlace con Montse en Abc para abrir mi espacio Ciento volando. También quiero dar las gracias a Pablo Álvarez, por creerme capaz de contar mi vida sin traicionarme e ilusionarse con el proyecto. A Ana Lozano, por su tiempo, su paciencia e inmensa ayuda a la hora de poner un poco de orden en mis recuerdos y en mis textos.

Y finalmente gracias a todos los que habéis decidido compartir esta historia conmigo.

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Prólogo

Qué puedo decir. Una vida rica, bella, llena de emociones, vivencias de película, situaciones inusitadas y también a veces de un dolor intenso que intenta diluirse en el mar infinito. Mi madre, la diva, el ser humano y cercano, la niña que sueña eternamente; un corazón siempre lleno y generoso.

Comenzó desde pequeña a soñar despierta rodeada de amor y de apoyo. Y pronto, como nos pasa a la mayoría, la realidad llamó a su puerta con buenas y malas noticias. Pero el secreto es no dejar de soñar, no dejar de creer, tener siempre el espíritu inocente de un niño. Inocencia por elección y no por ignorancia.

Y entonces el universo le dio alas y la oportunidad, que pocos tienen, de surcar el firmamento y tocar los corazones de millones de personas. Años maravillosos llenos de novedad, glamour y música.

Para mí fue, como para vosotros, una vida que observas a través del cristal, un mundo al que yo no pertenecía. Mi madre se desdoblaba en dos personajes: uno, el ser humano; otro, la famosa, y yo realmente no lo entendía desde la ingenuidad de mi niñez. Me preguntaba por qué ella no podía ser mía, mi madre, por qué tenía que compartirla con el mundo entero, o tal vez debiera decir entregársela al mundo entero. Y eso me llenó de tristeza por un tiempo hasta que comprendí con los años que si era así, debía de tener sentido. Ese era su camino y tenía que llenar los corazones y los hogares de la gente con su voz, su imagen y su música.

La música que nunca te abandona, la música que se apega al alma sin querer o queriendo, la música que te inspira y te da el valor necesario para sentir, llorar, reír, experimentar traición o alegría. La música es espíritu y alimenta nuestro ser más profundo.

Y entonces ocurrió algo precioso. Que un padre o una madre crezcan y crezcan sin fin, que se conviertan con sus vivencias y experiencias en las personas más maravillosas que uno jamás imaginó. Y en este caso la realidad superó a la ficción.

La música, el eslabón perdido, la conexión entre el hombre, la naturaleza y el espíritu. La música, la banda sonora de nuestras vivencias, llenó siempre los rincones de mi niñez. Y siendo mi medio natural lo elegí como profesión. Es curiosa la vida, cómo los círculos se cierran. Nunca pensé de pequeña que acabaría dando clases de voz a mi madre y haciéndole un disco de música electrónica, pero así fue. Y aunque hubo alguna fricción entre madre e hija, esos momentos fueron de los más bellos que compartimos juntas.

Y de nuevo he de hablar de la humanidad de las personas, de la humildad como cualidad primordial. Mi madre, famosa cantante con una carrera de éxito de más de treinta años, tuvo la humildad de dejarme enseñarle a cantar de nuevo cuando su voz intentaba traicionarla después de años de giras interminables. Y acto seguido me pidió que la llevase de la mano a mis mundos de la electrónica, porque quería compartirlos conmigo y con su público y se lanzó a una aventura maravillosa. Una artista que nunca deja de crecer, de crear, de buscar nuevos territorios que conquistar con su genio. La música, la pintura, la literatura y sobre todo la vida.

Al

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