El nuevo síndrome laboral Boreout

Philippe Rothlin
Peter Werder

Fragmento

Actualmente, el estrés en el puesto de trabajo entra, sencillamente, dentro de lo normal. Parece que quien no está estresado es alguien sin importancia. Por ello a menudo se sobrerrepresenta el estrés. Naturalmente, los trabajadores estresados, que son exprimidos como un limón por los empresarios, existen; pero también existe el polo opuesto: de él trata este libro. Hay que procurar, pues, no conceder una atención exagerada a las declaraciones sobre el estrés, ya que este no solo se considera de buen tono, sino que es también socialmente deseable y tiene, como tema de conversación, un valor más elevado que, por ejemplo, el aburrimiento.

El tema del estrés domina muchas conversaciones entre compañeros de trabajo. Sin embargo, cuando se sobrepasa el nivel de una simple charla superficial y la conversación se hace más profunda, de pronto resulta evidente que muchos trabajadores están muy lejos de estar estresados. Lo que ocurre es justo lo contrario. Se sienten poco exigidos, desinteresados e infinitamente aburridos; lo que hacen diariamente no les plantea ningún reto ni tiene ningún interés para ellos. Según una encuesta de Kelly Services, una empresa internacional de facilitación de personal, el promedio de trabajadores que se sienten estresados es, en toda Europa, del 27 por ciento aproximadamente.

En este libro nos interesa el 73 por ciento restante: todos esos trabajadores que se sitúan entre «presencia de estrés aceptable» e «infraexigido». No hablaremos, pues, aquí de estrés, sino de lo contrario: no trataremos del burnout sino del boreout.

Pero ¿pueden considerarse la escasa exigencia, el desinterés y el aburrimiento elementos esenciales del mundo laboral del siglo xxi? Probablemente usted se esté diciendo ahora que, en estos tiempos de globalización, eso es algo totalmente imposible. Deberíamos estar más bien sobreexigidos, en lugar de infraexigidos. ¿Quién va a experimentar hoy en día aburrimiento en el trabajo? Pero piense por un momento en su entorno profesional: ¿No tiene algún compañero de trabajo del que no sabe exactamente qué hace durante todo el día, cuáles son realmente sus tareas? ¿Un colega que quizá da incluso la impresión de estar estresado, pero que a lo mejor no lo está en absoluto? Tal vez acaben por convencerle las conclusiones de las dos encuestas siguientes:

• Una investigación de la Gallup Organization indica que, en Alemania, el 87 por ciento de los empleados se sienten poco o nada ligados a su empresa. El estudio considera que una de las causas de esta situación se halla en el hecho de que siete de cada diez encuestados no ocupan un puesto que sea realmente de su gusto.

• En el año 2005, Dan Malachowski realizó, para Salary.com y AOL, una encuesta a más de cien mil trabajadores sobre el tema del tiempo despilfarrado en el puesto de trabajo. Resultado: el 33,2 por ciento de este grupo declaró que no estaba lo bastante ocupado en su trabajo, que se sentía, pues, infraexigido.

En otras palabras: innumerables trabajadores no experimentan estrés en absoluto, por más que siempre se hable tanto de ello, sino que de hecho disponen de «tiempo libre» en el trabajo. Y este espacio de tiempo no es tan pequeño como uno podría imaginar. Para citar de nuevo la investigación de Salary.com y AOL, la encuesta muestra que los trabajadores infraexigidos dedican diariamente dos horas, en su puesto de trabajo y durante su tiempo de trabajo, a efectuar tareas privadas, tareas que no tienen nada que ver con aquello por lo que realmente les pagan: escriben un montón de e-mails privados, navegan por internet por diversión y utilizan la enorme oferta de páginas web que ayudan a pasar el tiempo de presencia obligada en el puesto de trabajo. Existen sitios con juegos en los que, por ejemplo, se dan puntos por una carrera con la silla de la oficina, donde se ofrecen sugerencias para pasar entretenido las reuniones aburridas —el Bullshit Bingo tal vez sea, en este campo, el entretenimiento más conocido— o se encuentran vídeos de rabiosa actualidad que explican cómo se puede hacer un surtidor con caramelos de menta y una botella de Coca-Cola. Algunos de estos trabajadores aburridos desarrollan incluso la idea de un negocio propio y luego planean su futura independencia durante la jornada laboral. No hace falta decir que nada de esto entra dentro de la categoría de las pausas creativas relacionadas con el puesto de trabajo.

Existen empresas de software que calculan con precisión milimétrica cuánto tiempo puede ahorrarse con programas o calculadoras más rápidos. Con quinientos empleados se llegan a alcanzar así, rápidamente, dos puestos de trabajo por año, debido a los tiempos de espera que surgen a causa de un hardware y un software demasiado lentos. Y aquí estamos hablando solo de unos cuantos segundos por día y trabajador. Una cantidad ridícula si se compara con el tiempo durante el cual muchas personas sencillamente no trabajan, a pesar de estar sentadas en la oficina. De este modo, se pierden horas diariamente debido a que los empleados hacen otras cosas en lugar de dedicarse a su verdadero trabajo.

Salary.com y AOL han calculado que el fenómeno descrito más arriba cuesta a Estados Unidos más de setecientos cincuenta mil millones de dólares, o más de cinco mil dólares por trabajador y año. Y según el estudio de Gallup, la estimación de las pérdidas para la economía alemana supera los doscientos cincuenta mil millones de euros. Así pues, aunque las cifras sean exageradas, es evidente que la infraexigencia, el desinterés y el aburrimiento son —a pesar de la globalización— elementos esenciales del mundo laboral del siglo xxi y que sus efectos representan un factor de coste de considerable importancia.

Al ver que muchos trabajadores insatisfechos prefieren dedicarse a tareas privadas en su puesto de trabajo, en lugar de elaborar su sentimiento de descontento, uno puede sentirse inclinado a desviar hacia ellos la culpa por su situación y a calificarlos de personas básicamente perezosas. Sin embargo, deberíamos evitar caer en esta tentación, porque las encuestas sobre la insatisfacción en el puesto de trabajo mencionadas también muestran que precisamente los trabajadores infraexigidos son los más descontentos. Ellos preferirían rendir más; pero o bien han aterrizado en la profesión equivocada, o bien su empresa no les permite hacerlo.

Paradójicamente, el trabajador insatisfecho emplea diferentes estrategias de conducta para parecer ocupado y evitar que le encarguen trabajo adicional. Esta conducta es paradójica porque precisamente estas estrategias consolidan el estado de insatisfacción. El trabajador actúa de este modo porque parte de la base de que hacer poco o nada en el trabajo es algo deseable. Pero la realidad es otra: una ociosidad en el trabajo que se prolonga durante mucho tiempo tiene efectos absolutamente nefastos para él. Hacer ver que uno está constantemente ocupado resulta estresante a la larga, y sobre todo es insatisfactorio. Se echan en falta los retos y el reconocimiento personal. Y, tras la jornada laboral, el trabajador se lleva consigo su insatisfacción a casa.

Con la ayuda de las siguientes preguntas podrá descubrir si usted mismo o algún conocido están afectados de boreout. Responda con un sí o un no. Marque «Sí» siempre que haga o sienta lo que se indica varias veces al mes.

1¿Realiza tareas privadas durante el trabajo?
2 ¿Se siente infraexigido o aburrido?

realidad no tiene nada que hacer?

4 Después de la jornada laboral, ¿se siente cansado o agotado, aunque no haya padecido estrés?

Si un trabajador se siente infraexigido, desinteresado e inmensamente aburrido, e intenta además —paradójicamente— mantener este estado de forma activa, indudablement

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos