Contigo

Ángel Gabilondo

Fragmento

03Presentacion

Contigo
Presentación

No basta con señalar genéricamente que necesitamos unos de otros. Así es, pero conviene no eludir lo que significa contar con alguien para quien singularmente seamos decisivos. No hay que suponer que eso pasa siempre y hemos de reconocer, respetar y valorar las diversas y múltiples opciones de vida. El libro, en este sentido, no propone lo que ha de hacerse y menos aún aconseja. No es la pura expresión de convicciones, también manifiesta deseos y necesidades. Es cierto que muestra más de lo que suele considerarse razonable. Tendemos a pensar que sobre ello conviene callar, pero hay cuestiones sobre las que aparentemente existe cierta reserva, aunque son un secreto a voces. En este texto se busca que esas voces sean palabra, no la que se dice en lugar de otros, sino la que siendo más propia es a la par muy común. Desde ese punto de vista, no cuenta las peripecias individuales de nadie, ni de quien escribe, que más bien desea incorporarse y situarse en lo que es tan habitual, en lo que a tantos sucede y no siempre decimos. Sorprende tanta ostentación jubilosa de las peripecias más particulares y este pudor por compartir lo que no es tan extraordinario y es más cotidiano y general de lo que reconocemos, y sentimos y pensamos demasiado a solas.

Hay en el texto una interpelación, una invocación, quizá una declaración. Pero en eso consiste el decir y el vivir poético, que no se dedica inexorablemente a la elaboración de poemas, ni se centra necesariamente en la escritura de versos. Es una forma de vida y de pensamiento que trama palabras, que urde hechos, que produce acontecimientos y que crea una realidad sin limitarse a añorar lo ya sucedido, ni a describir lo que ya ocurre. No está claro que se consiga, pero quizá sin pretenderlo demasiado, hay, en efecto, algo de declaración poética. Torpe, pero verdadera.

Adoptar esta escritura con estilo de declaración obedece a que, en determinadas circunstancias nos pasa algo, pero en alguien, en otro, en otra. Lo que nos sucede y lo que decimos coinciden en estar como dislocados, como desplazados, por una cordialidad y un afecto concretos. Y ése es el espacio privilegiado de la palabra. Por eso es tan importante recordar que el vocablo contigo reitera el con al inicio y al final del ti. Cumtecum no subraya el deseo de que el otro sea yo, ni como yo, sino la posibilidad de que, si bien distinto y diferente, sea conmigo. Eso sólo es viable, en efecto, si es un tú, alguien otro, alguien a quien apreciar y buscar.

No hay, por tanto, voluntad de ensimismamiento, ni de descripción o de confesión de una sarta de sentimientos, pero tampoco se trata de eludirlos, ni de evitar la emoción que nos mueve y conmueve, que es la de la palabra, la de la palabra que tantas veces nos falta y no nos decimos.

Y no hay euforia. Si algo cabe celebrar es que precisamente podemos comunicárnoslo, aunque ni todo es impecable, ni en verdad todo nos va bien. La experiencia de distancia, de pérdida, de fractura ratifica la enorme dificultad de compartir afectos y la tendencia a habitar esa compleja estancia que se desplaza, esa ardua peripecia. Pero la palabra, las palabras, recorren una y otra vez ese espinoso camino y nos ofrecen aliento y sustento para la travesía.

Entre tanta dificultad, se impone el requerimiento permanente de él, de ella, la llamada insistente y la constatación de la alegría de preservar e intensificar la pasión de buscar, de perseguir, de rememorar y de conformar una nueva posibilidad, una nueva realidad. En la escritura, y sobre todo en la acción de leer, tal vez se perfile un rostro, el de alguien, que a la par podría difuminarse. La palabra nos acerca y a la vez confirma una distancia irreductible. Por eso, no basta el recuerdo como simple añoranza de lo que ya hemos vivido, necesitamos de la memoria de lo que podría llegar a ocurrir y tanto precisamos.

Los sueños y los deseos que impregnan nuestra existencia diaria, las dudas e incertidumbres, el desconcierto, la soledad corroboran una tensión de búsqueda. Tal vez a través de alguien singular e irrepetible, con todas sus fragilidades, nos llegue lo que nos hace decir y nos permite vivir. O la complicidad y la cercanía para procurarlo. Compartimos la palabra, pero nadie dirá la del otro, ni en su lugar. Es irremplazable. Y así lo deseamos.

Contigo se dirige a alguien bien concreto, a quien se considere interpelado por el afecto de las palabras, por la emoción de la experiencia, por los sentimientos, por los deseos que, en definitiva, destellan en la escritura y en quien se entrega en ella. Y, sobre todo, por tantos cuyo pensamiento y acción nos conmueven y nos ofrecen nuevas posibilidades de vida. Es difícil sustraerse a identificar este contigo con quien nos hace luchar, soñar, nos desvela y nos impulsa. Alguien a quien apreciamos incluso antes de conocer, a quien buscamos siempre, incluso después de encontrar.

04Elcansancio

El cansancio que uno da

Es evidente que estar cansado no es lo peor que a uno le puede pasar. En ocasiones, es un modo de reconocer y de constatar el propio cuerpo, la propia alma. Y, más aún, de sentir las huellas de alguna labor en el auténtico ámbito en el que reside el cansancio, que es en el espíritu. No faltan veces, sin embargo, en que más se parece a un estado constitutivo que a una fatiga pasajera o coyuntural. De una u otra forma sentimos la necesidad de procurarnos lo que, en mayor o menor medida, nos permita descansar. Pero no es tan fácil poder o saber hacerlo. Ni está claro que deseemos el descanso eterno, aunque a primeras luces, evidentemente, así resultaría duradero. Sólo cabe hablar de descanso si no es por siempre, y si se acompaña o responde a alguna tarea. De entre ellas, vivir no es la menor. Así que parecería que precisamos y queremos descansar de vivir. Pero esta voluntad también podría ser peligrosa. Entonces, quizá el cansancio no sea sino una muestra de nuestra finitud, de nuestra condición fugaz y efímera y de que vivimos. Y tal vez estemos cansados, no de vivir, sino de vivir así. Éste es ya otro cansancio, el que podría preludiar un alumbramiento, el de un modo diferente de vivir.

Al menos cabe esta inquietud, la de si estamos cansados o si cansamos. Y la de hasta qué punto tendrá una cosa que ver con la otra. Mientras tanto, el tono cansino va apoderándose de cada cual y se aloja en las comisuras resecando la mirada. Y no sólo. No es patrimonio de ninguna edad. No faltan jóvenes agotados. Nada por esperar, salvo el deseo de que en ningún caso suceda algo. Que no ocurra n

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos