Sencillamente mindfulness

Irene Visedo

Fragmento

Mindfulness-3.xhtml

Coger las riendas

Resulta una tarea compleja la de ganarse el título de humano, ¿no te parece? En general nos aterra abrirnos a lo que la vida nos propone, que es un redescubrimiento de uno mismo a cada instante, presenciando el gran acontecimiento de estar vivos, sin más.

Vivir en el sentido de dejarse vivir y guiar por la propia vida de uno, de escucharse tanto como para eso. Por eso hacemos lo imposible para no estar presentes en el AHORA, porque implica ponernos a prueba en una danza del vacío que produce vértigo y que verdaderamente es puro misterio.

Sin embargo, una vez que nos rendimos, es precisamente el MOMENTO A MOMENTO el que nos aporta estabilidad y cordura, y salirse de él supone entrar en un mundo neurótico y chiflado reinado por la mente.

Sentir paz es lo que deseamos todos, eso nos da firmeza, esa es nuestra estructura vital, nos alinea con el momento presente, donde todo es posible. Solo entonces conseguimos materializar los sueños porque estamos plenamente enfocados y sin interferencias.

Una de las ventajas de vivir con toda nuestra ATENCIÓN PLENA en el PRESENTE es que tienes acceso directo a la posibilidad de sentir felicidad, ya que no se puede sentir felicidad en el pasado ni en el futuro, porque solo podemos sentir mientras sentimos. Sentir es presente, es ahora, es aquí. Y si quieres ser feliz, no queda otra que estar presente con todos nuestros sentidos despiertos.

Bien es sabido que el cambio comienza por uno mismo y que a veces poco más podemos hacer, aunque quizá con eso sea suficiente.

Si empezásemos a hacernos responsables de lo que pensamos y sentimos de lo que vemos que ocurre fuera y dejásemos de echarle la culpa a los demás de lo que nos ocurre dentro, podríamos alcanzar la LIBERTAD. ¡Cuánto miedo a tomar la total responsabilidad de nuestra vida y a ejercer nuestro derecho de CONCIENCIA!

Aunque ahora te puede parecer difícil, si ya hay muchos humanos tomando la propia responsabilidad y alguno que otro que se siente libre, tú también puedes hacerlo. Solo tienes que querer aprenderlo y estar abierto dedicando toda tu ATENCIÓN CONSCIENTE e ir disfrutando de cómo tu vida puede cambiar a mejor.

Quiero decirte que no he recibido educación religiosa y que para mí la espiritualidad, tal y como me la enseñaron, no está arriba ni abajo, ni a la derecha ni a la izquierda, sino dentro de uno mismo.

Es decir, que no hay nada más espiritual que el cuerpo y que todo se soluciona con un buen pedo, vómito o eructo. Hacer buena caca es fundamental. Digerir lo que nos pasa, las emociones negativas, el miedo, la ansiedad y la preocupación para así no crear enfermedad es esencial. Creo que pocas cosas nos producen más vulnerabilidad que no ir bien al baño, ¿cierto? Por algo será.

Lamento si molesto cuando llamo a las cosas por su nombre porque no es mi intención, pero siento que es necesario coger las riendas de nuestros estreñimientos y diarreas mentales y emocionales, que se reflejan más tarde en nuestro cuerpo como un piloto rojo que se enciende y nos señala que hace tiempo que no prestamos atención a alguna necesidad porque nos hemos desconectado de nosotros mismos y hemos derivado nuestra atención completamente al exterior.

La mayoría sentimos miedo de entrar dentro y ver profundamente nuestro interior porque nos produce vértigo descubrir el abismo que existe entre lo que somos y lo que creemos ser y proyectamos al mundo para tratar de encajar en él. Pero... ¿por qué ese empeño tan grande por encajar en una sociedad que no encaja en sí misma? ¿No sería más rentable tratar de encajar en uno mismo y sentirse bien ahí? ¿De verdad piensas que si todo el mundo estuviese a gusto y en equilibrio en su propia piel sería posible el conflicto? Si existe conflicto fuera es porque hay algo dentro que no..., que no marcha bien.

La solución pasa por entrar dentro de uno, aunque eso signifique enfrentarte a tu mayor miedo, que es verte tal cual eres, y cambiar tus conceptos, ideas, opiniones y percepciones. En nuestra cultura hay una canción infantil que tiene como función recordárnoslo: «¿Dónde están las llaves, matarile-rile-rile? En el fondo del mar, matarile-rile-ron, chimpón». Pues eso: chimpón. Pa’dentro. No queda otra.

¿Te lo vas a perder?

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos