Rejuvenecer y vivir más

Deepak Chopra
David Simon

Fragmento

amaras_la_noche-2

CAPÍTULO 1

Ya no sé la cantidad de lágrimas que he podido derramar en estos días y si sirve para algo. Pero está claro que no sirve de nada, bueno de algo sí, para desahogarme. Hace días que no sé nada de él. Supongo que ese era el trato, aunque parece que a él le está costando mucho menos que a mí.

Tengo a mis amigas metidas en mi casa todo el día. Parece que no entienden que, en estos momentos, lo que más me apetece es estar sola. No necesito cuidadoras. Y sí, reconozco que de vez en cuando poder desahogarse está bien, pero también necesito estar sola e intentar que todo vuelva a la normalidad.

Una mañana alguien llama al timbre, miro la hora. ¡Son las ocho! ¿Quién llama a estas horas? ¿Sergio? Me levanto corriendo de la cama. Tropiezo con todo lo que pillo por el camino. Abro la puerta corriendo. Pero cuando abro, no es lo que yo esperaba.

—Buenos días. ¿No era quién esperabas verdad?

—¿Qué haces aquí, Fanny?

—Tenemos que hablar.

—¿Otra vez, Fanny? ¿No hemos hablado suficiente ya?

—Yo creo que no. ¡Invítame a pasar y hazme café! Lo que tengo que contarte sé que te va a gustar.

—Pasa. No sé qué estarás tramando esta vez.

La dejo pasar y hago café. ¿Qué estará tramando ahora? Me siento con ella en el sofá.

—Siento que te hayas decepcionado con mi presencia. ¿Puedo saber a quién esperabas?

—¡Fanny! No esperaba a nadie.

—¿Segura? Yo diría que esperabas a míster paquetón.

—¡Fanny!

—Fanny, Fanny. ¿Por qué no eres sincera? No voy a juzgarte.

—Vale, sí. Por la hora pensé que podía ser él. Pero porque no lo pensé demasiado. ¿Qué pinta él aquí?

—¿Y por qué no?

—No lo sé.

—Escucha. ¿Tú quieres recuperarlo?

—Eso no va a suceder.

—No te he preguntado si va a suceder. Solo te he preguntado si quieres recuperarlo.

—Sí. Claro que quiero recuperarlo.

—Bien. Entonces tengo un plan genial, pero tienes que seguirlo al pie de la letra, porque, si no, no servirá para nada, nena.

—¿Qué estás tramando, Fanny?

—Estoy tratando de que seas feliz. Y está claro que eso solo es posible al lado de míster paquetón.

—Miedo me das.

—Calla y escucha. Se supone que él te ha dejado porque tiene que volver a trabajar, ¿no?

—Sí.

—¿Y qué pasaría si tú te dedicaras a lo mismo que él?

—¿De qué estás hablando?

—De ponerlo entre las cuerdas. Tú trabajando de lo mismo que él.

—¿Quieres que me prostituya?

—¡No hace falta llegar a eso! Quiero que le demuestres que para él puede ser igual de doloroso verte bailar, mientras que otros babean por ti. Y si ya le das a entender que juegas a lo mismo que él por dinero…

—¿Quieres que le haga entender que me acuesto con hombres por dinero?

—Sí. Creo que es una buena manera para que entienda como lo pasas tú y que se pueden buscar otras soluciones.

—No quiero hacerle daño.

—¿Y él a ti si puede hacértelo? ¡Abre los ojos, Carol! Tiene que ver que la solución que ha tomado no es la correcta.

—Bien. Imagina que acepto tu descabellada idea. ¿Cómo lo hago para trabajar? ¿Qué hago cuándo tenga que estar de noche?

—Eso tendrás que gestionarlo tú. Pero tienes que ponerte manos a la obra. No es tan fácil como crees.

—Yo no voy a ser capaz de hacerlo. ¿Cómo voy a soportar que me miren los hombres mientras que estoy medio desnuda?

—¡Ay querida! Eso es una prueba de amor. Si de verdad lo quieres, estarás dispuesta a todo eso y más.

—Estás loca. Lo sabes, ¿verdad?

—Y tú enamorada perdida.

—No puedo negarlo. ¿Crees que saldrá bien?

—¿Dudas de mis planes? Sabes que siempre salen bien. Solo hay que hacerlo bien.

—¿Y dónde se supone que voy a bailar para que él me vea? —Fanny se ríe.

—En su local. Esa será nuestra gran venganza, que tenga que verte todas las noches. Al final, él mismo decidirá que no puede seguir con eso.

—¿Cómo voy a bailar en su local si es solo de chicos?

—Eso ya está solucionado. No tienes que preocuparte.

—¿Qué has hecho?

—Arreglar el asunto. Empiezas el viernes. Lo que quiere decir que tienes… cinco días exactamente para prepararte.

—¡Estás loca!

—Si no lo estoy, me volveré de tantas veces que me lo dices.

—¿Crees que puedo prepararme en cinco días?

—Claro que puedes. Además, te he apuntado a clases.

—¿Clases?

—¿Puede dejar de repetir todo lo que digo? Sí, Carol, clases. Para que puedas aprender a bailar, y no quedes en ridículo.

—Esto es una locura.

—Sí. Pero admite que es una locura muy divertida.

—¿No te han puesto ninguna pega en el local?

—¿Pega? El jefe de míster paquetón estaba encantado. Dice que eso le dará más vida a su negocio.

—No lo entiendo. Se supone que esos locales solo son para que vayan chicas.

—¡Qué antigua eres, hija! Hay que modernizarse. Todo cambia. Me ha dicho que le gustaría ver cómo funciona.

—¿Y no tiene que hacerme una prueba?

—No. La prueba la llevaba yo conmigo.

—¿Cuál?

—Una foto tuya. Con eso ha sido suficiente.

—¿Le has enseñado una foto mía?

—¿Y qué querías? Tenía que verte. No creo que quisieras ir a que te descubriera el señorito gigoló, ¿no?

—Supongo que tienes razón.

—Siempre la tengo. Vístete que nos vamos.

—¿Qué nos vamos? ¿A dónde?

—A tus clases. Para que el plan salga bien, todo tiene que ser perfecto.

—Yo me pregunto por qué te haré caso de verdad.

—Porque sabes que mis planes siempre funcionan. Te espero aquí. No tardes.

Me voy a duchar pensando donde me he metido. Es una locura. Solo espero que Fanny tenga razón y esto funcione.

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