Un futuro para tu hijo

Vicente Hernández

Fragmento

cap

Prólogo

El hecho de haber estado nominado al Global Teacher Prize me dió la oportunidad de viajar por toda España para hablar de educación. No obstante, soy una persona-esponja que intenta aprender de todo lo que tiene a su alrededor. Así que aproveché cada viaje para nutrirme de las ideas de todas esas personas que fui conociendo a lo largo de ese tiempo, para aprender de todas ellas y poder aplicarlo a mi profesión. Y puedo decir que ése ha sido un gran regalo, porque un maestro o una maestra han de estar siempre aprendiendo de lo que tienen cerca: nunca debemos dejar de aprender si lo que queremos es enseñar.

Otro de los grandes regalos que recibí gracias a esta nominación es que se me han hecho cientos de preguntas de todo tipo relacionadas con la educación, preguntas que cada docente debería hacerse cada cierto tiempo. Aprendí más en esos meses que en años de estudio y de trabajo, porque esas preguntas me hicieron reflexionar sobre mi trabajo, y ser crítico con mi profesión y conmigo mismo.

Y aquí me encuentro ahora, ante el honor de escribir el prólogo de un libro que he tenido la suerte de leer y que me ha dado una perspectiva que me faltaba en estos años. Porque, al final, cuando uno se pone a trabajar, va encerrándose poco a poco en su ámbito de actuación y limita la visión global que deberíamos mantener en todo momento.

En estas páginas encontraréis opiniones de expertos que analizan todas las etapas de la persona teniendo en cuenta el factor humano, eso tan valioso que a menudo se echa en falta en la educación. Así, viajaremos hasta el momento en que nuestros hijos han de caminar por sí solos y construirse su propio futuro. Siempre he oído decir que ser padre debería venir acompañado de un manual de instrucciones. Unas veces, la frase se aplica a los retos que nos plantea la educación; otras veces, a las relaciones interpersonales entre padres e hijos, pues parece que hemos de ir aprendiendo conforme vivimos la experiencia de ser padres, maravillosa y desconcertante a la vez en tantas ocasiones. Leyendo estas páginas descubrí que muchas de las respuestas que esperamos que nos «caigan del cielo» están ya escritas y pueden sernos muy útiles. Nada mejor que contar con expertos en distintos campos que nos asesoren a la hora de tratar con nuestros hijos en las distintas etapas del crecimiento, ¿no es cierto? Ya que la educación es un tema tan trascendental que marcará, lo queramos o no, el devenir de los acontecimientos que sucedan a nuestros hijos, por qué privarnos de tener a mano una guía que nos ayude a entender aquello que no siempre resulta accesible a todos los padres.

Para empezar, tendríamos que grabar en nuestra mente tres frases que no debemos olvidar jamás:

• Nuestros hijos no aprenden como nosotros lo hicimos.

• Cuando terminen de estudiar, habrá trabajos que ahora mismo no existen.

• Los hijos no han de ser la proyección de lo que los padres queremos.

Si tenemos estas tres ideas presentes estaremos listos para ayudar a nuestros hijos a elegir su propio camino.

Para echarles una mano en sus estudios, hemos de estar informados. De ahí que en estas páginas se haga hincapié en la necesidad de que familia y centro educativo mantengan una comunicación constante. No olvidemos que el diálogo entre las dos instituciones es el primer paso hacia el éxito del niño. Los padres tenéis derecho a ser informados y a participar de la educación de vuestros hijos en la escuela o el instituto, y debéis hacer uso de ese derecho. Siempre, eso sí, con una actitud dialogante y teniendo en cuenta que educadores y familia somos un equipo, que todos remamos con el mismo objetivo: sacar lo mejor de vuestros hijos.

Voy a mencionar aquí algunas cuestiones obvias, pero que frecuentemente se nos olvidan. Primero, que el tiempo pasa demasiado rápido y, como padres, debéis disfrutar de vuestros hijos así como los niños han de disfrutar de su infancia. También debemos tener presente que las etapas de infantil y primaria son cruciales para que adquieran hábitos que les sirvan para la vida. Tampoco podemos pretender, sumidos en esa inercia imparable, que al acabar Primaria, es decir, con doce años, sean pequeños Einstein. Recordemos que han de tener tiempo para cultivar la curiosidad y la creatividad que nos definen de niños y que vamos perdiendo conforme crecemos.

Sin duda que en Secundaria la exigencia será mayor, y va a coincidir con los cambios más importantes en sus vidas. ¡Viajemos en el tiempo y recordemos lo que implicaba pasar por esos cambios! Se trata de un momento maravilloso en el que uno se descubre a sí mismo y en el que resulta fundamental escuchar y hacerles sentir que realmente forman parte de algo importante. Por eso hemos de estar informados para cuando llegue ese momento. Pues entonces será necesario tomar decisiones que afectarán a su futuro y tendremos que estar a su lado para ayudarles a elegir. Después, la vida les llevará por caminos que hoy ni siquiera podemos imaginar, pero eso también nos pasó a nosotros, ¿verdad?

Sabéis perfectamente que el fin último que busca el ser humano es la felicidad. Sea de un modo u otro, todos estamos en esa constante búsqueda. Por eso, tanto los padres como los educadores hemos de dotarles de herramientas que les faciliten el camino. Ya dijo Louis Pasteur: «No les evitéis a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas».

El caso es que, para cuando se acercan al momento crucial de tomar ese camino en la encrucijada del ámbito laboral, todo parece tomar dimensiones gigantescas. ¡Cuánta presión en tan poco tiempo! Ahí podemos hablar con ellos sobre a qué quieren dedicarse, qué salidas laborales tienen las distintas profesiones, cuáles son las ventajas y los inconvenientes de algunos oficios… Pero son ellos quienes han de decidir.

Sin duda que semejante decisión estará determinada por esa búsqueda de la felicidad a la que me refería anteriormente: nadie quiere trabajar en algo que no le gusta. Pero debemos enseñarles a ser críticos con sus decisiones, a prever las consecuencias que sus acciones puedan tener. De modo que debemos estar bien informados para poder dialogar con ellos. Nuestra apertura mental resulta clave para no castrar opciones tan válidas como otras que, por lo general, sufren el peso de una opinión social que ha terminado por desacreditarlas. España tiene la tasa más alta de licenciados universitarios de Europa, pero lideramos también las estadísticas de desempleo juvenil. Los informes confirman que los alumnos reciben mucha formación teórica pero pocas capacidades profesionales, y las empresas buscan precisamente estas últimas. Una alternativa a la Universidad es la Formación Profesional Dual, un tipo de formación muy valorada en algunos países del centro y norte de Europa. Su ventaja consiste en que el alumno aprende no sólo en el centro de formación sino que también se educa directamente en la empresa, mano a mano con los trabajadores, ejerciendo una actividad productiva que en algunos casos es también remunerada. Hemos de valorar qué desean hacer nuestros hijos, así como darles a conocer qué profesión tiene más salida laboral o, al menos, no perder de vista las necesidades del mercado de trabajo.

En ese sentido, es un lujo contar en este libro con una visión desde dentro de la empresa, pues nos ayuda a descubrir qué competencias fundamentales busca to

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