El tríptico de Dios

Miquel Barceló
Pedro Jorge Romero
Pedro Jorge Romero

Fragmento

triptico

Presentación

Los lectores enterados tal vez recuerden que en la presentación de EL OTOÑO DE LAS ESTRELLAS (2001) les decía sobre esa novela: «tal vez en el futuro vengan otras, ya se sabe que quien avisa no es traidor...».

La amenaza se ha cumplido. Sólo ha sido necesaria una quincena de años...

Aquí tienen ustedes, por lo tanto, otra novela que ha salido de nuestras cuatro manos con la inestimable ayuda de Internet. De nuevo, tanto Pedro como yo hemos aprendido en nuestras propias carnes que si, tras esas aventuras que no me atrevo a llamar «literarias», seguimos siendo amigos, es que ésa es una amistad que difícilmente va a tener problemas.

Como les contaba entonces, EL OTOÑO DE LAS ESTRELLAS era un intento con un objetivo claro: «demostrar que en España es posible escribir una ciencia ficción hard que no desmerezca en nada la que, a lo largo de los años, se ha escrito en inglés».

En un país poco dado a la ciencia ficción con sólidas raíces científicas se nos perdonó mal ese intento de jugar con la nanotecnología (con objetos del orden de una millonésima de milímetro: 10-9) y pasarla a una inventada femtotecnología (para manejar objetos del orden de una milmillonésima de millonésima de metro: 10-15) con la que se podría operar a nivel de los quark... y ser casi como Dios, al menos en lo material.

Para más inri, se nos ocurrió poner al final del libro una lista de artículos y libros científicos de donde habíamos extraído la mayor parte de las que parecían atrevidas hipótesis de la novela. No eran hipótesis, sino sólidas especulaciones científicas publicadas en revistas especializadas y comunicadas en congresos científicos. Una sencilla demostración de que, a veces, hay más especulación en la ciencia que en la mismísima ciencia ficción...

Esta vez hemos querido cambiar radicalmente de registro. Abandonamos la pretensión de hacer una ciencia ficción hard en España (ya dimos por demostrada su posibilidad con EL OTOÑO DE LAS ESTRELLAS) y nos hemos dedicado esencialmente a divertirnos. Tal como suele decirse, hemos escrito esa novela de aventuras que nos gustaría leer...

Lo que sigue es, pues, una novela que, en cierta forma, podría considerarse como una verdadera space opera «distinta», concebida básicamente como una aventura espacial (con destrucción incluida del planeta Tierra y toda esa parafernalia casi inevitable...) en la que nos hemos regocijado y, sobre todo, divertido al escribirla.

Abandonamos aquí toda pretensión de «seriedad» (aunque, como las meigas, haberla, hayla...) y acudimos a una novela de aventuras en la que nos acogemos al enfrentamiento clásico entre el bien y el mal a una escala que llega a ser galáctica, pero con contrincantes archiconocidos por todos, al menos en nuestra cultura occidental.

La historia arrancó con un relato de Pedro del que los dos hemos estado hablando durante varios años, conscientes de que la historia contenía otras historias y ésas debían ser contadas. Lo que en El Orgullo de Dios, el origen de todo, es un enfrentamiento, necesitaba una historia previa, una justificación de los personajes y un porqué y para qué que siempre hemos considerado del todo imprescindibles.

De ahí la estructura de tríptico de la novela sobre la Ira, el Silencio y el Orgullo de Dios en la que hemos tenido bastantes discusiones sobre el orden en que esas tres partes de un todo debían ser ofrecidas al lector. Hemos optado por la acción antes de la reflexión y, por eso, las tres partes se ofrecen en un orden anticronológico (al fin y al cabo, esto quiere ser una novela de ciencia ficción y sabemos de la inteligencia de nuestros lectores), es decir: el Orgullo, el Silencio y la Ira de Dios. Esperemos haber acertado. Y si a alguien no le gusta eso, siempre puede leer las tres partes en el orden cronológico, aunque no haya sido pensado así... Todos tenemos el derecho (y también el deber) de tomar nuestras decisiones un día tras otro.

Hay otro tipo de comentario que desearía hacer.

Desde el año 2001, en que publicamos EL OTOÑO DE LAS ESTRELLAS, el mundo ha cambiado bastante y, con él, la ciencia ficción. No se ha dado la presunta «muerte de la ciencia ficción», esa «movida» que tuvo en España algunos de sus defensores en capitalistas (también llamados «empresarios») que viven precisamente de la ciencia ficción y de eso que suelen llamar «fantástico».

La realidad es que los temas más típicos de la ciencia ficción han llegado al gran público. Por mostrar un ejemplo evidente, hace treinta o cuarenta años, hablar de viajes en el tiempo era algo que sólo parecía interesar a los lectores de ciencia ficción. Pero recientemente hemos presenciado un éxito televisivo como El Ministerio del Tiempo, que ha convertido en habitual para el gran público una temática que parecía reservada a un gueto reducido. De la misma manera, las películas de superhéroes (con todos sus defectos y la gran espectacularidad de sus imágenes) han llevado al público general nuevos temas propios de la ciencia ficción que ya no sorprenden a nadie.

Por otra parte, los rápidos cambios en el nivel de la ciencia y la tecnología están alterando nuestras formas de vida de manera impensable hace sólo unas décadas. Cuando comento a mis estudiantes que crecí en una casa sin televisión, que el médico miraba en mi interior gracias a los rayos X (no había ecografías, ni resonancias magnéticas), que no tuve teléfono móvil hasta los cincuenta años y que no había ordenadores personales, entienden que soy «distinto», que formo parte de una generación educada de otra manera y que tuvo otras posibilidades de desarrollo, unas posibilidades ni mejores ni peores, simplemente distintas...

Pero eso tiene también una repercusión en la ciencia ficción: cada vez resulta más difícil pensar en un futuro lejano. La mayoría de las narraciones de la ciencia ficción moderna se centran en lo que ha venido en llamarse near future (futuro cercano), ya que pocos autores quieren arriesgarse a imaginar un futuro que la realidad y el cambio tecnocientífico destruirá en pocos años o décadas. Eso permite desarrollar historias de ciencia ficción en ambientes muy parecidos o idénticos a las sociedades en las que vivimos. Y, casi como corolario, ayuda también a la comprensión de la ciencia ficción moderna, ya que el lector no se ve obligado a realizar el a veces difícil ejercicio de aceptar un mundo y un entorno ajenos. Sin embargo, en demasiadas ocasiones esta ciencia ficción del near future puede acabar confundiéndose con el thriller tecnológico, ya sea basado en la bioingeniería o en la cibernética.

Tal vez por todo ello, conviene decir que EL TRÍPTICO DE DIOS se acoge al cliché de la ciencia ficción más clásica, la que rehúye ese «futuro cercano» e imagina alocados futuros y, por lo tanto, desea ampararse en esa creciente familiaridad con las temáticas de ciencia ficción. ¿Quién, a la vista de películas de superhéroes como Los Vengadores, pondría ya en duda que la Tierra pueda ser destruida? Y valga ese caso sólo como un ejemplo de los muchos posibles.

Como no podía ser de otra manera, nuestro espíritu lúdico asoma por las costuras de la novela. Aficionados ambos a los juegos de tablero y convencidos de que jugar es algo que no sólo debe hacerse e

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos