El palacio de las ilusiones

Chitra Banerjee Divakaruni

Fragmento

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Contenido

Agradecimientos

Nota de la autora

Árbol genealógico

Otros personajes importantes

  1. Fuego

  2. Azul

  3. Leche

  4. Cosmología

  5. Humo

  6. Reencarnaciones

  7. Pez

  8. Bruja

  9. Retrato

10. Nacimientos

11. Escorpión

12. Canción

13. Cicatriz

14. Berenjena

15. Resina

16. Favor

17. Abuelo

18. Río

19. Palacio

20. Esposas

21. Vida en el más allá

22. Disco

23. Lago

24. Juegos

25. Sari

26. Arroz

27. Relatos

28. Loto

29. Visitas

30. Disfraz

31. Preparativos

32. Campo

33. Visión

34. Secretos

35. Avalancha

36. Rueda

37. Búho

38. Pira

39. Ceniza

40. Serpiente

41. Juncos

42. Nieve

43. Fuego

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Para mis tres hombres:
Abhay,
Anand,
Murthy,

siempre.

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Who is your sister? I am she.
Who is your mother? I am she.
Day dawns the same for you and me.

De Innana’s Journey to Hell,
3.er milenio a. C.
Traducido del sumerio por N. K. Sandars

[¿Quién es tu hermana? Yo soy ella.
¿Quién es tu madre? Yo soy ella.
El mismo día amanece para ti y para mí.]

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Agradecimientos

Mi más profundo agradecimiento a:

Mi agente, Sandra Dijkstra, y mi editor, Deb Futter, por los consejos.

Antonia Nelson y Kim Chernin, por el apoyo.

Mi madre, Tatini Banerjee, y mi suegra, Sita Divakaruni, por los buenos deseos.

Murthy, Anand y Abhay, por el amor.

Baba Muktananda, Swami Chinmayananda y Swami Vidyadhishananda, por la bendición.

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Nota de la autora

Como muchos niños indios, crecí con los extensos, variados y fascinantes relatos del Mahabarata. Situada al final de lo que las escrituras hindúes llaman Dvapar Yug o la Tercera Era del Hombre (que muchos expertos datan entre 6000 y 5000 a. C.), una época en la que las vidas de hombres y dioses aún se cruzaban, la epopeya entreteje mito, historia, religión, ciencia, filosofía, supersticiones y el arte de gobernar en sus innumerables historias dentro de otras historias para crear un mundo rico y variado lleno de complejidades psicológicas. Se mueve con elegante fluidez entre el muy reconocible mundo humano y los reinos mágicos por donde vagan yakshas y apsaras, retratando a estos con tan exquisita seguridad que a menudo me preguntaba si efectivamente no habría algo más en la existencia que lo que la lógica y mis sentidos alcanzaban a comprender.

En el núcleo de la epopeya está la feroz rivalidad entre dos ramas de la dinastía de los Kuru, la de los Pandava y la de los Kaurava. La lucha de toda una vida entre los primos por el trono de Hastinapur culmina en la sangrienta batalla de Kurukshetra, en la que la mayoría de los reyes de ese periodo participaron y murieron. Pero otros muchos personajes pueblan el mundo del Mahabarata y contribuyen a su magnetismo y su perdurable relevancia. De estos imponentes héroes, que personifican grandes virtudes y terribles vicios, se me quedaron grabadas muchas moralejas en mi espíritu infantil. Algunos de mis favoritos, que desempeñarán importantes papeles en El palacio de las ilusiones, son: Vyasa, el Sabio, autor de la epopeya y a la vez participante en momentos cruciales de la acción; Krishna, amado e inescrutable, encarnación de Vishnú y mentor de los Pandava; Bhishma, el patriarca que, obligado por su promesa de proteger el trono de Kuru, no tiene más remedio que luchar contra sus queridos nietos; Drona, el guerrero-brahmán que se convierte en maestro de los príncipes Kaurava y también de los príncipes Pandava; Drupad, el rey de Panchaal, cuyo deseo de venganza contra Drona pone en marcha la rueda del destino; y Karna, el gran guerrero, condenado porque no conoce su origen.

Pero cuando de niña escuchaba las historias del Mahabarata en las noches iluminadas con faroles en el pueblo de mi abuelo, o más adelante, al recorrer absorta los miles de páginas del volumen encuadernado en cuero, en el hogar de mis padres en Calcuta, nunca me quedaba satisfecha con los retratos de las mujeres. No era que la epopeya no tuviera personajes femeninos fuertes y complejos que influyeran en la acción de manera determinante. Ahí estaba, por ejemplo, la viuda Kunti, madre de los Pandava, que dedica su vida a asegurarse de que sus hijos se conviertan en reyes. Y Gandhari, esposa del rey ciego Kaurava, que decide vendarse los ojos al casarse, renunciando así a su poder como reina y madre. Y, sobre todo, ahí estaba Panchaali (conocida también como Draupadi), la bella hija del rey Drupad, que tiene la característica única de estar casada con cinco hombres a la vez: los cinco hermanos Pandava, los más grandes héroes de su tiempo. Panchaali quien, podría decirse, por sus obstinadas acciones ayuda a provocar la destrucción de la Tercera Era del Hombre. Pero, de alguna manera, no dejan de ser figuras desdibujadas, cuyos pensamientos e intenciones resultan siempre un misterio, y cuyas emociones solo se describen cuando afectan a la vida de los héroes masculinos, subordinado en última instancia su papel al de los padres, maridos, hermanos o hijos.

Recuerdo haber pensado que si alguna vez escribía un libro (aunque en aquel momento no creía realmente que ello llegara a ocurrir) pondría a las mujeres al frente de la acción. Dejaría al descubierto la historia oculta entre las líneas de las hazañas de los hombres. Mejor aún, haría que una de ellas la contara, con todas sus alegrías y sus dudas, sus luchas y sus triunfos, sus sufrimientos, sus logros, de la manera particularmente femenina en la que ella ve el mundo y su lugar en él. ¿Y quién más adecuada para ello que Panchaali?

Así pues, invito a los lecto

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