ÍNDICE
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ÍNDICE
DEDICATORIA
PRÓLOGO
PARTE I
CAPÍTULO I. EL PRISIONERO DE LA CAVERNA
CAPÍTULO II. EL PENSAMIENTO COMPARTIDO
1. El comienzo de la escritura filosófica y el diálogo como principio
2. Qué es un diálogo platónico
3. ¿Cómo se lee un diálogo platónico?
4. Los niveles del logos
5. Materia de los diálogos
6. Diálogo y filosofía
7. Filosofar en el camino
8. La complejidad del pensamiento de Platón
CAPÍTULO III. EL MUNDO HISTÓRICO E INTELECTUAL DE PLATÓN
1. El espacio social
2. El espacio mental
3. Conocer es hacer
4. El deseo de las ideas
5. El mito en el lenguaje
6. Sobre la biografía de Platón
PARTE II
CAPÍTULO IV. LA MEMORIA DEL LOGOS
1. Dialogar sin voz
2. El problema de la anámnesis
3. La estructura de la conciencia que recuerda
4. La ciencia de sí mismo
5. «Como en un sueño»
6. La transformación de la dóxa
CAPÍTULO V. LA ESTRUCTURA DIALÉCTICA DEL EUTIFRÓN PLATÓNICO
1. El marco de la definición
2. Idea-Eidos
3. Paradigma
4. El proceso dialéctico de la veracidad del eidos propuesto
5. La prioridad del eidos
6. «Perdidos en el logos»
7. «Participación»
8. Τέχνη ὑπηρετική
9. ’Επιστήµη
10. El eidos final
11. La ciencia de la aretḗ
CAPÍTULO VI. PHILOSOPHOS BASILEUS
1. El espacio filosófico
2. El paradigma de la ciudad
3. La verdad del filósofo
4. Entre la opinión y la ciencia
5. El político y el filósofo
6. «Salvar lo público»
III. APÉNDICES
I. EL FUNDAMENTO DE LA ANÁMNESIS EN EL MENÓN
II. La obra escrita de Platón
1. Problemas de cronología
2. El orden de los diálogos
III. CUATRO BREVES INTRODUCCIONES A CUATRO DIÁLOGOS
1. Ion
2. Lisis
3. Cármides
4. Fedro
IV. DOS RESEÑAS EN EL TIEMPO
V. ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA
PROCEDENCIA DE LOS TEXTOS
ÍNDICES
NOTA
ÍNDICE DE PASAJES CITADOS DE PLATÓN
ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS
ÍNDICE DE MATERIAS
NOTAS
NOTAS DEL EDITOR
SOBRE EL AUTOR
CRÉDITOS
A mis alumnos de las universidades de La Laguna y Barcelona.
PRÓLOGO
Detrás de cada hombre que ha encontrado un lugar en la historia, o hay hechos o hay palabras. Los hechos se traducen en presiones y modificaciones de la realidad presente, y se esfuman, casi siempre, cuando se pierde la energía que los produce. Las palabras, sobre todo si son escritas y si sirven de alimento y consistencia de la memoria, se traducen en propuestas y experiencias para el futuro. Por supuesto que los hechos alcanzan, más allá de su simple presencialidad real, una cierta pervivencia en lo ideal cuando se hacen palabras. Lo que llamamos historia es, pues, la consolidación en el lenguaje de todo aquello que, en cuanto real, desapareció consumido por las insaciables fauces del tiempo, de la efímera temporalidad inmediata. Es cierto, sin embargo, que lo real, lo que constituyó el entramado de hechos y tensiones que articulan cada época, deja siempre en la faz de la vida y de la historia sus peculiares rasgos. Por ello vivir es, hasta cierto punto y en diversos niveles de intensidad, una función arqueológica. Desde nuestro mismo cuerpo, cada día distinto, desde nuestros propios y personales recuerdos, hasta la inmensa memoria del lenguaje en el que nacemos, que nos educa y nos remite continuamente a lo ya sido, la experiencia concreta de cada hombre carece de consistencia si no está anclada en todo aquello que, como cultura, precedió al inmediato presente en el que alienta.
Detrás del nombre de Platón llega hasta nosotros, a través del cauce de un lenguaje, una obra escrita en la que se nos cuenta una compleja historia de experiencias intelectuales, y de algunos hechos reales de los que ya solo queda el nítido reflejo del escrito. Pero este lenguaje presenta, además, a pesar de ser escrito, el inconfundible eco en el que, esencial e inevitablemente, tiene verdadera existencia y realidad la palabra: el diálogo. Lo que se suele denominar filosofía de Platón ha logrado comunicársenos en esa forma peculiar bajo la que nunca más ha vuelto a presentarse la filosofía. Este hecho, único en la historia del pensamiento, permite reconstruir con un cierto detalle algunas de las motivaciones que yacen en los conceptos y levantar, una vez más, la dura superficie de la tradición para buscar la perdida matriz en la que se enraíza todo tiempo, todo presente, incluido el nuestro. El puente del lenguaje nos permite transitar a otra orilla, separada de la nuestra solo por un río en el que, contra el dicho de Heráclito, por mucho que fluya, siempre es la misma agua.
Entre la orilla de Platón y la nuestra corren, pues, las mismas preguntas: ¿Cómo vivir? ¿Para qué pensar? ¿Cómo puede relacionarse la idea y la realidad? ¿Cómo se puede influir en los hombres para construir una ciudad justa? ¿Qué es sentir? ¿Qué es amar? ¿Cómo puede el lenguaje comunicar eso que se llama verdad? ¿Por qué el lenguaje puede ir más allá de la simple referencia a lo real? ¿Qué es idealidad? ¿Tiene la teoría alguna otra justificación que aquella que le da la praxis? ¿Son los conceptos, las palabras, reflejo fiel de la vida y del conocimiento, o son su deformación? ¿Puede la educación, la paideia, mejorar a los hombres? ¿Cuáles son las condiciones de posibilidad de una vida feliz? ¿Tiene sentido la palabra felicidad?
No mu