El Club de los Valientes 2 - Puedes contar conmigo

María Menéndez-Ponte

Fragmento

cap-1

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Primera reunión del club

Los cuatro miembros de EL CLUB DE LOS VALIENTES han quedado en casa de Kavinchi. Quieren discutir si les está funcionando la estrategia para reformar a Logan, un chico repetidor que acosaba a Adam y a Mario.

Kavinchi está nervioso.

Por un lado, desea con todas sus FUERZAS que Martina llegue la primera para poder estar a solas con ella, pero por otro, solo de PENSARLO, se le remueve el ESTÓMAGO POR LOS NERVIOS.

Imagina múltiples escenas románticas que boceta para su cómic.

En él los wifipaff se han apoderado de los sentimientos de las personas para cambiar el rumbo de la humanidad.

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Y así hubiese continuado hasta el infinito de no ser porque acaba de sonar el timbre, y le ha pegado tal susto que lo ha sacado de su ensoñación.

Kavinchi sale disparado a abrir, pero el corazón le saca ventaja. Va a mil por hora y, para cuando alcance la puerta, se le habrá salido ya del pecho.

Sin embargo, no es Martina la que está en la puerta.

—¡Qué hay, chavalote! —lo saluda Nico con una fuerte palmada en el hombro con la mano que no tiene escayolada.

El corazón de Kavinchi vuelve a su sitio de golpe.

Envidia la FACILIDAD de su amigo para conectar con la gente y para proyectar entusiasmo. Él es tan tímido, tan serio, tan ...

—Sí, tiene mucha LUZ...

—¿Y eso de enfrente también es vuestro?

—Es el taller de mi padre, es escultor.

—Nunca he visto uno.

—Luego os lo enseño. Es bastante CAÓTICO. Hay hierros, herramientas, trozos de madera, un soldador industrial...

El TIMBRE interrumpe la conversación.

El corazón de Kavinchi vuelve a dispararse, como si participara en una CARRERA DE GALGOS.

Al abrir la puerta, le da la impresión de que su víscera va a salir volando y acabará estrellándose contra la cara de Martina.

Por eso se queda callado, para que no pueda escaparse de su garganta.

Ha venido con Lu, pero Kavinchi solo tiene ojos para ella.

—¡Qué ilusión! —exclama Lu—. Va a ser nuestra primera reunión secreta. Me encanta pertenecer a este club.

—Y a mí —se suma Martina—. Me siento como si fuésemos de la MESA REDONDA del rey Arturo.

Kavinchi imagina que Martina es la reina Ginebra y consigue decir con voz queda:

—Pasad, Nico ya está aquí.

Cuanto más agitado se siente, más serio es su rostro, como si necesitara controlarlo para que no delate sus sentimientos más íntimos.

Mientras suben las escaleras, Martina siente una emoción difícil de explicar.

¡Va a conocer el cuarto de Kavinchi!

Ese castillo inexpugnable donde dibuja sus cómics.

Donde su imaginación se expande por lugares solitarios que él puebla de FANTASÍAS.

Donde se refugia de un mundo en el que no se siente cómodo.

Donde solo las paredes pueden escuchar sus pensamientos...

Nota que sus pulsaciones son como pizzicatos de violín.

Quiere convencerse a sí misma de que es por lo misterioso que parece, por lo intrigante que resulta...

No quiere admitir que le gusta.

Porque eso sería complicarse la vida.

Porque pondría en PELIGRO su amistad.

Porque desvirtuaría el objetivo de EL CLUB DE LOS VALIENTES...

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cap-2

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Evaluación de resultados

El cuarto de Kavinchi es ABUHARDILLADO, pintado de blanco y con vigas marrón oscuro, aunque las paredes están prácticamente cubiertas de dibujos de manga hechos por él.

Justo donde está la cama hay un PÓSTER GIGANTE. Es una chica que acaba de dar un salto y parece a punto de escaparse de allí: guerrera, poderosa, valiente y soñadora.

—¡Guau! ¡Qué pasada! ¿La has dibujado tú? —le pregunta Lu, asombrada.

También Martina está fascinada. Tanto que se ha QUEDADO MUDA. Como si hubiese entrado en un santuario y cualquier palabra pudiera romper la magia.

—TIENE UN AIRE A MARTINA —observa Nico.

Ella se pone tan roja como la hiedra que trepa por el amplio ventanal.

Pero Kavinchi aún más, si cabe.

Lu se da cuenta de que ambos se sienten violentados y, para disimular, señala el montón de almohadones que hay esparcidos por encima de un EDREDÓN estampado con pequeños dibujos geométricos gris claro:

—¿Estos también los has PINTADO tú?

Kavinchi asiente con la cabeza, todavía incapaz de pronunciar palabra.

¿Qué estará pensando Martina?

¡Si supiera que está tan nerviosa que no puede pensar nada! Siente el pecho a punto de estallar.

Menos mal que enseguida se acomodan entre la cama, el suelo y una butaca, y la conversación se centra por fin en el objetivo que los ha llevado allí: hacer un balance de la misión de EL CLUB DE LOS VALIENTES.

—¿Cómo veis a Logan? ¿Creéis que está cambiando? —empieza Lu.

—Bueno, no ha vuelto a hacer bullying —declara Martina.

—Pero ¿no lo hace porque está bajo la influencia de Nico, o porque realmente ha cambiado? —incide Kavinchi.

—Yo lo veo mucho mejor, aunque a veces aún le sale la CHULERÍA —responde él—. Y le falta constancia, enseguida se cansa de todo. Necesita que lo esté animando todo el rato y aun así...

—A eso me refería —interviene Kavinchi—. Está obsesionado contigo, con que le hagas caso. Te y te quiere en cuerpo y alma para él solo, no te deja ni a sol ni a sombra. De no ser por ti, estoy convencido de que volvería a las ANDADAS.

Nico trata de asimilar esa idea, que hasta este momento no ha tenido presente. Desde luego, Logan es muy OBSESIVO, tanto que a veces le resulta agobiante lo mucho que quiere acapararlo. Y ahora que Kavinchi lo ha comentado, Nico se da cuenta de que estaba tan empeñado en reformarlo que no ha tenido en cuenta lo evidente.

—Quiere que esta tarde vaya con él y con sus amigos del barrio —dice encogiéndose de hombros—. La verdad es que no me apetece mucho, pero finalmente he decidido tomármelo como parte de nuestra misión. Me parece importante ver qué tipo de influencia ejercen sobre él.

Automáticamente, Martina piensa en su antiguo grupo de amigas, las guais de la clase.

Después del bullying que le hicieron, le cuesta entender cómo pudo llegar a pertenecer a esa panda, qué la llevó a juntarse con ellas. Quién eligió a quién. Y cómo habría CAMBIADO SU MANERA DE SER si hubiese continuado en el grupo.

Todavía sigue preguntándose cómo han podido acusarla de ser CREÍDA, orgullosa, chula y mosquita muerta, de querer comprarlas con regalos, cuando ella es todo lo CONTRARIO: tímida, insegura, empática y siempre dispuesta a agradar a los demás.

Pero está claro que las intenciones de cada uno pueden ser malinterpretadas.

En cualquier caso, es evidente que los comentarios de sus antiguas amigas se le han quedado grabados a fuego.

Tanto la han AFECTADO que incluso ha dejado de diseñar complementos. Los numerosos objetos que salían de su imaginación y en los que ponía un gran mimo le parecen chorradas sin el menor valor artístico, «objetos de plasticucho», como decían ellas.

Todavía resuenan en su oído todas y cada una de las palabras que pronunciaron. No ha logrado BORRARLAS de su mente.

Y ahora, al ver los dibujos de Kavinchi, se da cuenta de que tenían razón. Lo suyo sí que es talento con mayúsculas, mientras que las cosas que hacía ella no pasaban de ser unas manualidades cutres que solo han servido para proyectar una imagen equivocada de ella.

Martina observa avergonzada el collar de cuero y pequeñas tuercas que en su día le hizo a Kavinchi para que le perdonara haber desvelado el secreto de su nombre. Un collar que su amigo no se ha quitado desde entonces.

Le dan GANAS de decirle que no está obligado a llevarlo. Seguro que se lo pone para no ofenderla, aunque en el fondo piensa que ya se lo podía haber currado más. ¡Con lo artista que es él!

Martina no deja de fustigarse. Se le da de maravilla. Es muy exigente consigo misma, inmisericorde más bien.

—Yo creo que harás muy bien en ir, Nico —declara, en un intento por abandonar el machaque al que se tiene sometida y centrarse en el tema que los ocupa—. Aunque igual deberías empezar a marcarle límites para que no te acapare tanto. No es bueno que se obsesione y piense que eres de su PROPIEDAD. A ver si luego se va a revolver contra ti cuando vea que eso no funciona así..., como me pasó a mí.

—Estoy de acuerdo con Martina —dice Kavinchi—. De todas formas pienso que no lo estamos haciendo mal, aunque casi todo el peso recae sobre Nico. La verdad es que siempre que intento acercarme a Logan, noto cierta RESISTENCIA. Es más, tengo la impresión de que me ve como un intruso que pretendiera robarle la exclusividad de Nico.

—¡Qué manía con de las personas! —se lamenta Martina, que lo ha sufrido en sus propias carnes.

—Pues sí. A la gente le cuesta ser libre y tampoco dejan que tú lo seas —declara Lu.

—Totalmente —asiente Martina—. Y ya que lo mencionas, ¿no os choca que Evelyn esté de repente en el GRUPITO DE LAS GUAIS? A mí no me pega ni con cola. No sé... Me parece que hay algo raro en ello.

—Pues tendremos que estar atentos —sugiere Nico—. A ver si ahora que ya no se atreven a a ti, la han tomado con ella.

—Espero que no. ¡Con lo mal que se pasa! —musita.

—Estaremos atentos —declara Lu con firmeza—. Es nuestra misión y creo que vamos bien encaminados.

—BALANCE POSITIVO NM —lo califica Kavinchi.

—¿NM? —se extraña Nico.

NECESITA MEJORAR —le aclara él.

Y todos se ríen.

cap-3

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Los amigos de Logan

Nico se dirige al parque donde ha quedado con Logan y sus amigos.

Va botando el balón con la mano izquierda, como hace desde que le han escayolado el BRAZO DERECHO, mientras piensa que ya falta menos para que le quiten el yeso.

Aunque, gracias a la rotura del radio, ahora maneja la otra mano con una destreza que no habría adquirido de otro modo.

¡A LA FUERZA AHORCAN!

Cuando llega, le sorprende ver que todos ellos tienen un cigarro en la mano.

A Nico le escandaliza.

—Logan, no deberías fumar —le espeta—. Para un velocista es fatal, te resta capacidad pulmonar.

—Vamos, tío, relájate. Por que me fume un piti no va a pasar nada. Es sábado, chaval. —Y, dirigiéndose a los demás, aclara dándose importancia—: Es mi entrenador y se preocupa por mí. Está empeñado en que voy a ser el siguiente Usain Bolt, el JAMAICANO que ha ganado mazo de medallas.

Nico lo nota achispado, le brillan los ojos.

Entonces se da cuenta de que debajo del banco hay una botella de whisky al lado de otra de cola.

—Anda, tómate un trago —le indica Logan, como si fuese lo más normal del mundo.

—No... Yo... no bebo. Bueno... si acaso una Coca-Cola.

Los otros lo contemplan con sonrisa , como si fuese un animal del zoo.

—Yo no necesito eso para pasármelo bien —responde, molesto.

—No es para pasártelo bien, sino para estar mejor —le replica él guiñándole un ojo a los otros.

Ante semejante panorama Nico tiene ganas de marcharse, pero recuerda que está en plena MISIÓN y decide quedarse.

Sin embargo, pronto se arrepiente.

Animados por los efectos del alcohol comienzan a desbarrar y a plantear retos gamberros, como cargarse una papelera o acertar a darle a una farola.

—Pero ¿no veis que podemos reventar el cristal? —les advierte Nico—. Bastantes hay ya por las aceras con esa moda de romper vasos. Nadie piensa en que alguien pueda caerse y clavárselos.

—Pues entonces, a ver quién le da a esa PIBITA en la pierna con una china —propone uno de mirada bovina, señalando a una chica.

—Está buena la tía —comenta Logan.

—De toma pan y moja —añade otro, que lleva una gorra con la visera hacia atrás.

—Si queréis ligar con ella, no hace falta que os comportéis como TROGLODITAS —comenta Nico.

—¿Quién ha dicho que queramos ligar? —dice el de la mirada bovina.

—Se nota que lo estáis deseando —insiste él.

Aunque le fastidian sus comentarios, Logan admira a su amigo por su valentía al ir a contracorriente y arriesgarse a ser tachado de blandengue.

—Solo es un reto —le asegura, a pesar de que sabe que Nico tiene toda la razón.

—Ya veo para qué necesitáis el alcohol, para daros el coraje que no tenéis.

—Tu amigo es un poco TOCAPELOTAS, ¿no? —comenta el de la visera.

—Venga, macho, no seas cortarrollos. Vamos a divertirnos —le propone Logan, tratando de mediar. A estas alturas empieza a pensar que igual no ha sido buena idea juntarlos.

—Si esta es vuestra manera de divertiros, me parece patética.

—Oye, tío, deja de tocar las narices. Si esto no te gusta, te largas y punto —le advierte el de la visera, que coge una china y se la lanza con fuerza a la chica.

Aunque no acierta el tiro directamente, la piedra le da en la pierna a la VÍCTIMA después de haber rebotado en el suelo.

Ella se vuelve

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